Le era esquiva la gloria juvenil a la selección francesa. Pero en 1988 llegó la Eurocopa Sub 21 y se consagró como el mejor elenco juvenil del Viejo Continente.
La lista de convocados del entrenador Marc Bourrier estaba conformada por: Claude Barrabé, Bruno Martini, Franck Mantaux, Franck Passi, Thierry Gros, Thierry Pauk, Jean-Luc Buisine, Bertrand Reuzeau, Franck Silvestre, Bernard Casoni, Alain Roche, Jocelyn Angloma, Franck Sauzée, Pascal Despeyroux, Jean-Luc Dogon, Christophe Galtier, Vincent Guérin, Laurent Blanc, Philippe Avenet, Éric Cantona, Éric Lada, Stéphane Paille, Sochaux y David Zitelli.
En la fase de grupos, Les Bleus derrotaron como locales a la URSS 2 a 1 (Cantoná x 2), cayeron 1 a 0 en su visita a Alemania del Este y vencieron 2 a 1 a Noruega de visitantes (Cantoná y Ferrer).
Luego, vinieron los últimos tres partidos del grupo sin Cantoná, y a Francia le costó suplir su ausencia. La victoria por la mínima diferencia en el partido de vuelta con la URSS (Lada) y el empate de local con Noruega 1 a 1 (Angloma) estiraron la definición del grupo hasta la última fecha, donde Francia recibía a los germanos.
En cuartos de final esperaba Italia, que venía invicta y en el partido de ida arrancó poniéndose en ventaja. Pero en los últimos 10 minutos, Paille y Sauzeé le dieron la victoria a los de Bourrier.
Evidentemente, era un equipo que respondía excelentemente ante las situaciones límite, ya que, tras ir perdiendo 2 a 0 y estar un pie afuera de la Euro, Paille metió dos goles cuando moría el encuentro para igualar el partido de vuelta y darle la clasificación a Les Blues.
En semis, Cantoná volvió a cargarse el equipo al hombro y brilló ante Inglaterra para obtener el pase a la final. Fue 4 a 2 en la ida (Angloma, Cantona, Dogon y Paille, los goles) –ver el magistral pase de Cantoná de taco en el último gol en el video- y 2 a 2 en la vuelta, con dos tantos de Dieu. Y quedaba ir por Grecia en la final, que se disputaría entre dos equipos vírgenes de conquistas juveniles.
Fue empate sin goles en el primer partido disputado en Grecia. Como local, Francia no pudo contar con su estrella, Cantoná. Resulta que al habilidoso delantero se le ocurrió declarar que Henri Michel, el entrenador de la Selección mayor –a la cual había sido recientemente convocado-, era una “bolsa de mierda”. Como consecuencia, prohibieron su participación en equipos que representen al país, condena que se extendió por poco más de un año. Michel fracasó, no clasificó al Mundial, y Cantoná volvió a lucir la camiseta azul.
Lo cierto es que en la final, quien debió vestirse de ídolo fue el mediocamista del Olympique, Sauzée, quien hizo el primer gol a los ocho minutos y dobló la ventaja a los diez de la segunda mitad, con dos potentes remates desde la puerta del área. El tercer gol galo fue obra de Franck Sylvestre, que selló el título para Francia. Así, el seleccionado europeo conquistó su primer título juvenil. Con Cantoná en la tribuna por inconducta, una imagen que se repetiría a lo largo de su turbulenta carrera.
“Para todo profesional, el primer título es inolvidable y yo no soy diferente”, declaraba un tiempo después Blanc, quien fue elegido Jugador de Oro de la competencia. “Nosotros éramos un grupo muy unido y ésta fue la clave de nuestro éxito”, consideró el mediocampista, que luego devino en defensor y ganó la Copa del Mundo con su Selección.