En 1990, la selección de Ghana era una más del montón. Un equipo sin demasiados pergaminos, que apenas podía contar entre sus logros un puñado de copas africanas. Pero, mientras reinaba el menemato en Argentina, Ghana se erigía como una de las futuras potencias mundiales, a fuerza de títulos juveniles.
La época dorada de los juveniles ghaneses se inició en 1991, cuando, con un quinceañero Samuel Kuffour, los africanos ganaron el Mundial Sub 17 disputado en Italia, tras dejar en el camino a Brasil y vencer a España en la final.
Ghana ya pasaba a ser cosa seria, y siguió cosechando logros. Subcampeón Sub 20 en Australia ’93 y Sub 17 en Japón. Para esa época, los clubes europeos empezaban a virar su atención hacia el país del oeste de África –Bayern Leverkusen contrató al juvenil Daniel Addo cuando éste tenía sólo 15 años de edad en 1992-.
Dos años después, el elenco del continente negro levantó la copa Sub 17 en Ecuador. Allí aparecieron el joven de 15 años Stephen Appiah –de larga estadía en el Calcio, pasó por Turquía y actualmente juega en Serbia- y Christian Gyan, quien supo brillar más adelante en el Feyenoord holandés.
El cierre de estos diez años de éxitos fue en el Mundial Sub 20 llevado a cabo en Argentina, donde las Estrellas Negras fueron subcampeonas. Y siguieron apareciendo promesas que terminaron teniendo destacadas actuaciones en el fútbol europeo, como John Paintsil, John Mensah y Derek Boateng.
Era un equipo audaz, en el cual brillaron Essien y Appiah. Pasaron la fase de grupos tras caer con Italia, luego campeón, y vencer a Estados Unidos y República Checa, pero en octavos se terminó el sueño, cuando Brasil, con Kaka, Ronaldo, Ronaldinho, Roberto Carlos y compañía, lo vapuleó 3 a 0.