Cámaras térmicas para detectar dopaje mecánico

Por Rafael @merkabici

Cuando hablamos de dopaje en ciclismo, lo primero que se nos viene a la mente son sustancias que ingiere el ciclista para potenciar su fuerza o su resistencia a la hora de pedalear. Sin embargo, existe otro tipo de dopaje, que también ayuda a que el ciclista profesional tenga más resistencia o vaya más rápido, pero se consigue manipulando la bicicleta directamente. Estamos hablando del dopaje mecánico que, además, es más difícil de detectar por los organizadores. Por lo tanto, se han visto obligados a mejorar sus sistemas de detección, con hechos como los que analizamos a continuación y que, a priori, demostrarían que el dopaje mecánico está a la orden del día. Algunos corredores están haciendo trampas.

Dopaje mecánico en ciclismo: cómo detectarlo

Algunos ciclistas introducen unos pequeños motores eléctricos en el interior de la bicicleta. Son invisibles para los demás, pero aportan una potencia extra a la bici. Por ello, comenzaron a perseguir y a denunciar esta infracción, revisando minuciosamente las bicicletas en cada carrera. Un trabajo difícil, ya que son motores muy pequeños y difíciles de apreciar. La UCI (Unión de Ciclismo Internacional) quería terminar con este problema, y se percataron de que las fuentes de calor no pueden esconderse, por lo que la manera de descubrir a los impostores se basó en cámaras térmicas. Estos dispositivos, creados por Alessandro Bartoli en Italia e Istvan Varjas en Hungría, detectan el calor y forman imágenes luminosas, imposibles de ver por el ojo humano, a partir de las emisiones de infrarrojos medios del espectro electromagnético de los cuerpos detectados. En función de la temperatura, esas imágenes van cambiando de color.

El programa Stade 2, de la televisión francesa France 2, fue el que emitió un documental en el que se explicaron los detalles de este operativo, y cómo se descubrió qué bicicletas llevaban integradas un motor y cuáles no. Aunque no hay pruebas de ello, en este tipo de infracciones pueden estar involucrados mecánicos, controladores técnicos, o ciclistas.
En el documental puede verse cómo estos dispositivos se hacen pasar por cámaras de televisión cubriendo la noticia. En concreto, van a dos carreras importantes en el mundo del ciclismo: la Semana Coppi-Bartali y la Strade Bianche. A pesar de no haber facilitado nombres ni pistas sobre quién o quiénes han cometido irregularidades, se muestra cómo cinco de los ciclistas emanaban un calor especial en el eje del pedalier. En el documental se apreciaba, gracias a las cámaras térmicas, cómo la temperatura subía o bajaba, en función del tramo que estaba atravesando el ciclista. Es decir, en tramos de subidas más complicadas, la temperatura subía, para enfriarse en llanos o bajadas.

Ruedas electromagnéticas: otro sistema de dopaje mecánico

En el documental también se mostraba cómo dos de los ciclistas, contaban con un cambio de color en la temperatura en la rueda trasera. Se trata de otro tipo de dopaje mecánico, las ruedas electromagnéticas. Este sistema esconde baterías en la rueda con una bobina en el sillín de la bicicleta, de manera que se consigue una energía extra, gracias a la inducción electromagnética. Este dispositivo aporta más de 60 vatios y se activa por Bluetooth.
Este sistema, tal y como se mostraba en el programa Stade 2, de la cadena de televisión francesa, France 2, es más sofisticado y con mejores resultados. También es más caro. Se hablaba de 200.000 euros por carrera, pero se trata de un sistema muy conseguido tecnológicamente hablando.



Tras el documental emitido, aún no se ha culpado a nadie, ni se han dado nombres de los profesionales que han cometido este delito. Pero, de momento, ha servido para demostrar que la UCI estaba en lo cierto, que no se estaba vendiendo humo. El dopaje mecánico en el ciclismo es una realidad y, sobre todo, que se deben realizar controles más rigurosos y exhaustivos que terminen con este fraude.