Cambalache

Publicado el 19 mayo 2011 por Navarroeduard @navarroeduard

¿Conocen el tango Cambalache de Enrique Santos Discépolo? Como tantas cosas, servidor descubrió esta maravilla gracias a Joan Manuel Serrat. Enseguida explico a qué viene todo esto pero antes…

El caso es que todo esto que se está organizando en la Puerta del Sol de Madrid, en la Plaza Catalunya de Barcelona y en tantos otros lugares me ha recordado algunas estrofas de Cambalache 

Comienza profético diciéndonos que:

Que el mundo fue y será una porquería
ya lo sé…
(¡En el quinientos seis
y en el dos mil también!)

Touché. Y no sólo en el 2000. Vamos por el 2011 y seguro que nos ponemos de acuerdo en que el panorama ha empeorado respecto al siglo pasado…

Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos
en un merengue
y en un mismo lodo
todos manoseaos…

Y ante esta situación y sin que se se sepa muy bien por qué, se ha liado un pollo del quince en mitad de una campaña electoral que estaba siendo más bien de chichinabo (con perdón de la expresión). Mucho debate que no interesaba a nadie, mucho candidato del género bobo, poca implicación del personal y la sombra de una abstención cada vez más amplia.  

Bueno, he dicho que no se sabe muy bien por qué, pero algo tiene que ver, obviamente, la cifra de los casi 4 millones de parados y la desvergüenza total y absoluta de algunos políticos. También seguramente, el hecho de que malo con los unos, pero peor con los otros. Vamos, que la alternativa ilusionante ni está ni se la espera.  

Así que el personal se ha liado la manta a la cabeza y, en vez de echarse al monte, se ha echado a las plazas. Hay de todo. Un amigo y colega de Girona cuenta que se ha encontrado desde los viejos idealistas de toda la vida a algunos que figuran en listas electorales (los listos de las listas, vamos). Sin olvidar, claro está, al modelo perrofláutico, que tan buen resultado da en concentraciones de este cariz. Muy heterogéneo. Hay quien dice que ahí está la gracia, pero no le acabo de ver la ventaja si de lo que se trata es de ponerse de acuerdo en algo. En fin, un poco lo que cantaba el tango:

Mezclao con Stravinsky va Don Bosco
y “La Mignón”,
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín…
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remaches
ves llorar la Biblia
contra un calefón…

Y las reivindicaciones del personal son también un poco cambalacheras: desde cargarse al Senado o al Rey, a cepillarse la Ley Sinde, pasando por cambiar la legislación electoral o las deudas hipotecarias. Sólo falta que alguien suelte lo que soltó una de mis tiempos de estudiante: “hay que hacer huelga porque no se puede consentir que esa lleve una cazadora de cuero y yo no”. Toma castaña.

En fin, que no está nada claro. Que se puede estar muy de acuerdo con algunas cosas, muy en desacuerdo con otras y ni frío ni calor con otras más.

Lo malo es que esto no tiene buen pinta. Es decir, que no se le ve salida clara. Conviene tener presente que aquí no hay Mubarak para echar (vamos a ser serios, los políticos locales serán una birria, pero no son sátrapas egipcios) y que aunque las cosas estén mal, la situación no es comparable a la del norte de África.

Sólo queda claro que hay mucha gente cabreada. Más incluso de la que anda de cacerolada. Y que los medios de comunicación (y especialmente el tertuliano medio) están fuera de juego. Parece que no sepan qué cara poner ante lo que está pasando porque lo de la Plaza Tahrir molaba, pero lo de Sol…igual no acaba de molar tanto.

Sólo veo una opción: que desde la clase política, más allá de oportunismos, se asuma que esto no puede seguir así y que desde el poder hay que cambiar las cosas, aunque sólo sea un poco. Un guiño que, por una vez, sea a la gente común y no a los consejos de administración, ni a la agencia Moody’s de mis pecados ni al Fondo Monetario Internacional, con el punto filipino de su ex-director gerente. Que la gente le vea algo de sentido a todo esto. Algo. 

En cualquier caso…esta va pasar a la historia como la campaña más rara: un terremoto, acampadas a tutiplén…y Julio Iglesias cantando el día de las elecciones en el Liceu.

Apaga y vámonos, oiga.

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