“Se miró al espejo, como cada mañana, de reojo, sin querer detenerse demasiado para no notar su piel caída y sin brillo. Pero al cruzarse con su mirada al otro lado, no pudo hacer otra cosa que detenerse en ella. En ese momento, vio como sus ojos le pedían ayuda de forma desesperada. Su respiración se paró por un instante, conmocionada por lo que estaba viendo, y como una corriente que no puede parar, se sintió envuelta por toda esa tristeza y desesperación. Las lágrimas empezaron a salir atropelladas unas con otras, y ella las veía a través del espejo, como si fuese una espectadora más, de una película dramática, solo que con el matiz, de que la protagonista era ella.
Jamás había pensado que se podía ver tanto dolor a través de un espejo. Fue algo imparable. En ese momento, no podía pensar, solo sentir. Sentir como ese dolor iba saliendo con cada lágrima derramada, y se iba liberando de su cuerpo como una presa rebosante, que abre sus puertas justo antes de que llegue a explotar.
Pasaron así varios minutos, hasta que el agotamiento hizo mella en su cuerpo y la última lágrima que quedaba, se deslizó suavemente por su mejilla, como una dulce caricia, como si quisiese decirle que ya había pasado todo. Cerró los ojos por un instante, respiró, y volvió a contemplar sus ojos en el espejo. En ese momento, se dio cuenta de que su mirada había cambiado. No solamente su mirada, sino también ella. Algo había cambiado en su interior. No paraba de preguntarse, cómo había llegado a esa situación, pero en ese momento, ya no importaba. Acababa de tomar una decisión. Había llegado el momento de dar a su mirada lo que pedía… ayuda”.
No siempre es fácil empezar a reaccionar, pero a veces, basta un pequeño gesto, que nos haga entender, que podemos salir de la situación en la que estamos. Otras veces, sin embargo, necesitamos una experiencia lo suficientemente dura como para reaccionar y ver, que necesitamos salir y volver a luchar.
Entrar en una depresión puede ser muy fácil. Puede aparecer quizá, porque ya llega un momento en el que tu dolor acumulado es tan intenso, que no puedes más, o puede ser, por alguna experiencia que te ha marcado hasta tal punto de vencerte.
Es como un abrazo traicionero, que te va envolviendo poco a poco y se va alimentando de ti, de tu energía. Aparece como un huésped silencioso, que se acomoda en tu cuerpo y en tu mente, hasta que estás absolutamente derrotado a sus pies.
El problema que aparece a la hora de querer salir es, que no existe motivación alguna por la vida. El mundo que aparece ante tu horizonte es gris y monótono, y parece que los arcoiris siempre te dan la espalda. Todo lo que es exterior a ti, no parece tener importancia, pero en cambio, el sufrimiento interno es tremendo, hasta tal punto de que no importaría alcanzar la muerte.
Con esta perspectiva, con una autoestima rota que impide una visión real del mundo, se hace complicado asomar la cabeza para ver nuevos horizontes, por eso es muy importante, que la persona que ha caído se fuerce a ser consciente de que, puede volver a levantarse.
En una depresión no hay que andarse con rodeos. Los pasos son importantes y hay que actuar si se quiere salir de ella. Para ello, hay varias pautas que se pueden seguir, siempre que la persona sea capaz de decidir salir de esa situación:
Importante: Reconocer que se necesita ayuda
Lo más complicado para cualquier persona suele ser siempre, reconocer que existe un problema y que necesita ayuda. Existe la creencia equivocada de pensar, que si necesitas ayuda es porque eres débil, pero, en realidad, una persona que sobrevive a una depresión, es una persona que tiene una gran fortaleza, puesto que, pasar por una situación así, no es nada fácil. Posiblemente, antes de llegar ahí, ha tenido que soportar tanto dolor con las experiencias vividas, que su mente y cuerpo se han rendido ante la vida. Hay que aceptar que no somos todopoderosos, y que todos, en algún momento de nuestras vidas, puede que necesitemos que nos echen una mano para salir adelante.
Pedir ayuda
No solo es esencial, sino también fundamental, si se quiere romper con el fantasma de la depresión. Una medicación adecuada, siempre bajo supervisión médica, puede ser muy importante para tratar los síntomas físicos como la ansiedad y el decaimiento, pero más importante es si cabe, la ayuda terapéutica. Cuando una persona entra en una depresión, todo está tan distorsionado que necesita alguien que le ayude enfrentarse a su dolor y a superarlo, para que pueda aprender a pintar de otro color lo que le sucede, y así, poder volver a vivir con una nueva luz esperanzadora. Eso no significa que tratemos de cambiar lo que ya está vivido, ya que, lo hecho, hecho está, y no se puede cambiar, pero, lo que se puede moldear es la forma de verlo, de entenderlo y de contárnoslo, para que nuestras experiencias nos permitan vivir y no nos ahoguen.
Cambiar el espejo interior
Por lo general, siempre nos vemos de forma distinta, no solo a cómo nos ven los demás, sino que también, nos vemos de forma diferente a como realmente somos, pero, cuando la depresión ha ocupado todo nuestro interior, nuestra visión de nosotros mismos se torna absolutamente irreal. Por eso, es necesario cambiar lo que uno ve en el espejo, pero no solo me refiero al espejo en el que nos miramos cada mañana, sino nuestro espejo interior, el que nos dice con nuestros pensamientos lo que vemos de nosotros mismos. Es necesario forzarse a modificar los constantes mensajes negativos que nos enviamos y transformarlos en positivos. Dejar de observar todo lo que consideramos imperfecto en nosotros y en nuestra valía, y empezar a vernos, como realmente somos, como personas maravillosas que tienen mucho que dar y recibir en el transcurso de su vida.
Si quieres profundizar en la forma en la que nos vemos a nosotros mismos, te invito a que leas mi artículo:
– ¿Te ves como te ven?
La motivación no viene sola, se provoca
Pueden ser necesarios años enteros para subir nuestra autoestima a lo más alto, pero en minutos, ésta puede caer hasta el fondo, por eso, es necesario forzarnos para motivarnos, para subir nuestra estima a un lugar que nos permita vernos como personas válidas y capaces. Para ello, hay que ir a contracorriente de los pensamientos negativos que hemos tenido durante el periodo de depresión, buscando herramientas que cada día nos hagan vernos mejor, y pensando en todo momento, que somos capaces de mejorar nuestra vida.
Podemos por ejemplo, repetirnos frases positivas que nos estimulen a mejorar nuestra forma de vernos, como:
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Soy perfectamente capaz de salir de esta situación
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Soy una persona fuerte
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Puedo hacerlo
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Cada día que comienza es maravilloso y voy a disfrutarlo
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Me siento bien y cada día que pasa me siento mejor
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Me quiero y me acepto tal y como soy
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Empiezo a vivir de nuevo con ilusión
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Doy gracias a la vida por todo lo que tengo y por ser quien soy
Hay muchas frases que se pueden utilizar para cambiar los pensamientos negativos que nos atormentan, por lo que, siempre se pueden elegir frases como éstas o bien, personalizarlas dando la vuelta al pensamiento negativo que nos quiere anular. Hay que darse cuenta de que, mientras te repites una frase positiva, la negativa no tiene cabida en nuestra mente. Por eso es importante, estar atento a los pensamientos invalidantes que nos bombardean, para cambiarlos por otros más adecuados que nos permitan superarnos y avanzar.
Acepta lo que no puedas cambiar
Nos pasamos la vida peleando, luchando con lo que no nos gusta de nosotros, con lo que no nos gusta de los demás, con las personas que nos rechazaron alguna vez, con tratar de llevar la razón, con lo que hicimos mal en nuestro pasado, con lo que consideramos que fueron nuestros fracasos… y poco a poco, nuestro interior se va llenando de gotitas, imperceptibles al principio, de rabia y rencor hacia los demás, pero sobre todo, hacia nosotros mismos, hasta que llega un punto en el que, esas gotitas se desbordan, hiriéndonos internamente.
Ante todo ésto, no te resistas… Fluye. No podemos cambiar lo que ya pasó, ni podemos cambiar a los demás. Lo único que podemos hacer es cambiar nuestra actitud, y nuestra forma de ver las cosas.
Aceptar aquello que ya no podemos cambiar y dejarlo ir es algo que nos quitará un gran peso de nuestro cuerpo, liberando de carga nuestra mochila emocional. Aceptar que lo que un día llegamos a considerar como nuestros fracasos, no son, sino lecciones que la vida que ésta nos pone para aprender, nos ayudará en gran medida a ver con otro matiz lo que nos hundió.
Mueve tu cuerpo
Ya que, al principio, puede suponer un gran esfuerzo, se pueden poner retos pequeños cada día, que iremos aumentando según vayamos teniendo mayor energía.
Algo que también puede venir muy bien tanto a nuestro cuerpo como a nuestra mente es el Yoga y la Meditación, dos disciplinas que nos permiten concentrarnos en nosotros mismos, fortalecer nuestros músculos y aliviar nuestra ansiedad mediante el aprendizaje correcto de la respiración, entre muchos otros beneficios.
Posiblemente, hay muchas otras estrategias que pueden ayudarnos a destruir poco a poco a la depresión, pero creo que quizá estas pueden ser las más importantes. Otras pautas, puedes encontrarlas en mis artículos anteriores, debido a que, cuando una persona sufre depresión, es fácil que se encuentre estancado en un punto del cual no sabe salir, y que dedique muchas de las horas del día a procrastinar, con el sentimiento de culpabilidad que eso conlleva, por eso, te recomiendo que leas los siguientes artículos, en los que encontrarás pautas complementarias que te ayuden a vivir de nuevo plenamente:
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¿Quieres dejar de procrastinar? ¡Ahora puedes hacerlo!
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Soltar… (Segunda parte)