Hay algo que deseas hacer, pero ¡cuesta tanto el cambio! Con estas simples reglas podrás lograrlo
El cambio. A veces lo deseamos, a veces le tememos, pero todos estamos de acuerdo en que, como dice el viejo refrán, "lo único constante en la vida es el cambio". Entonces, ¿por qué nos da tantos problemas? A veces nos resistimos a él (aceptar, por ejemplo, el deterioro físico producido por el paso de los años) o no sabemos hacer lo que necesitamos (comer de manera más sana, tener más actividades, etc.) para mejorar nuestra calidad de vida. Sin embargo, como dicen los expertos en el tema de la superación personal, saber hacer cambios efectivos -¡y mantenerlos!- es fundamental para el éxito en la vida. Este "talento" es el que nos permite salir de baches no productivos, para superarnos y realizar nuestras metas. ¿Quieres aprender a efectuar aquellos cambios que, aunque difíciles, sabes que te convienen para beneficiar un área importante para ti? Si es así, sigue estas simples reglas.
PASO A PASITO...
El primer paso es formular una oración (funciona mejor si la escribes) que explique cuál es el cambio que deseas lograr. Por ejemplo:
- Controlar el mal humor y la actitud agresiva.
- Eliminar las deudas y los gastos innecesarios.
- Revivir el romance en la relación.
- Comer más sanamente.
El segundo es autoanalizarte. En otras palabras, determinar de una manera muy específica por qué deseas el cambio. Aquí tienes las posibilidades más comunes. ¿Te ves retratada en una, o en una combinación de varias?
- Es un mal hábito que afecta mi vida, mi salud y mis relaciones.
- Si realizo el cambio, mi esposo, mi amiga o mi madre dejarán de criticarme o de presionarme para que lo haga.
- Al cambiar me sentiría mejor conmigo misma.
- Provocaría admiración o envidia en los demás.
- Ya no soporto seguir así.
No te sorprenderá saber que de todas las razones anteriores, las menos poderosas son la segunda y la penúltima. Y es que si haces el cambio para complacer o impresionar a otros, este no nace de un convencimiento propio; es puramente cosmético y, por regla general, dura poco. ¿Sabes cuál es la razón más importante de todas? La última. De acuerdo con la enseñanza zen de la filosofía oriental, cuando un alumno le dijo al maestro que deseaba cambiar, este, como respuesta, lo llevó al mar y empujó su cabeza bajo el agua con toda su fuerza. A los pocos segundos, el alumno, haciendo un esfuerzo sobrehumano, logró zafarse del maestro y sacar la cabeza para respirar ansiosamente. Entonces el sabio le dijo: "Cuando desees el cambio tanto como deseaste respirar, podrás lograrlo".
Hay que ser honestos... ¿qué pasa si no tienes motivación, a pesar de que sabes que debes cambiar, pues es lo mejor para ti? Entonces debes seguir el tercer paso:
CREAR LA MOTIVACIÓN
Una vez más, toma lápiz y papel, y escribe de qué manera no hacer ese cambio afecta tu vida de forma negativa. Por ejemplo:
- No controlar mi mal genio me aleja de mi esposo y de mis seres queridos.
- No comer más frutas y vegetales frescos afecta mi salud, pues la comida chatarra me tiene con el colesterol alto, hipertensión y sobrepeso.
- Gastar de más me tiene llena de deudas y de preocupaciones, pues no ahorro para mi futuro.
Acto seguido describe cómo te sientes ante esta realidad. ¿Nerviosa? ¿Abrumada? ¿Llena de complejos o con baja autoestima? Es muy importante que reflexiones sobre cómo esta situación te hace sentir día tras día. Quizás estás acostumbrada a vivir bajo la presión de las deudas y te has resignado porque no le ves una salida. Pero darte cuenta de cómo te afecta esta carga, te motivará a dar el siguiente paso:
VISUALIZA LAS GANANCIAS
Ahora, escribe -y esta vez, con lujo de detalles- cómo mejorarán tu vida, tus relaciones, tu salud y tu estado de ánimo si realizas ese cambio. Visualiza, como si se tratara de una "película", cómo te sentirás después de hacerlo. Experimenta la emoción de estar libre de deudas o físicamente en forma. Disfruta en tu mente del éxito de mantenerte en control en tus intercambios con los demás o de dejar todo para mañana y estar al día en tu trabajo. ¡Es importante que goces con la fantasía! ¿Cómo te ves? ¿Cómo te sientes? ¿Tranquila? ¿Poderosa? ¿Realizada? Disfruta ese sentimiento a plenitud. Y entiende que así puedes sentirte siempre si al fin comienzas a emprender el camino hacia tus metas. Esto nos lleva al siguiente paso:
LA IMPLEMENTACIÓN
Como ya has descubierto, el primer paso es motivarte, pues de esta manera -al ver y sentir los beneficios al alcance de tu mano- tienes un deseo genuino de realizar tus metas. Ahora te toca comenzar a dar los pasos necesarios para implementar el cambio.
1. Cambia tu mente. De "no se puede", cámbiala a "sí se puede". Si tu meta es realista para ti (no deseas, por ejemplo, ser nadadora olímpica a los 65 años de edad) podrás alcanzarla.
2. Divide la labor en "bocaditos" fácilmente digeribles. Dicen que la persona promedio puede comer miles de hamburguesas a lo largo de su vida. Pero ¿qué pasaría si trata de comerlas todas de una vez? Ya captaste la onda, ¿verdad? Si quieres estudiar, tienes que comenzar por el primer "bocadito": buscar la clase que quieres tomar en un centro cerca de tu casa. Segundo "bocadito": busca las planillas de inscripción. Tercer "bocadito": lleva las planillas al centro... Y así sucesivamente. Solo tienes que hacer una cosa a la vez.
3. Aumenta tus probabilidades de éxito. Revisa tu historia pasada y descubre qué te hizo fallar en otras ocasiones. Elimina esa posibilidad. Por ejemplo: si deseas comer menos comida chatarra y más frutas y vegetales, no compres dulces y alimentos procesados. Si dejas de ir al gimnasio después de dos o tres sesiones, inscríbete con una amiga, y déjale saber que necesitas que te ayude a recordar tus metas.
4. Visualiza el éxito. ¿Recuerdas esa "película" mental que hiciste para verte exitosa? Repásala todas las noches antes de dormir y todas las mañanas al despertar. Recréate en ella. Deja que tu mente subconsciente absorba cada detalle; esta trabajará para llevarte hacia tus metas.
5. Si te caes seis veces, levántate siete. Esto quiere decir que el éxito está en la perseverancia. ¿Comiste una galletita de chocolate? Esto no es una excusa para tirar la toalla y devorar el contenido de la nevera. Acéptalo y sigue adelante con tu plan. ¿Faltaste un día al gimnasio? Ve al siguiente. Recuerda: la clave radica en seguir adelante. El único fracaso consiste en rendirte.