Cámbiame es el mal

Publicado el 29 junio 2017 por Esti @estipuntobpunto
Una de las ventajas de dedicarte profesionalmente al guión es documentarse. ¿Que te llaman para una miniserie sobre los Pujol? Pues a empollarte la vida del molt honorable, el sistema procesal y los métodos para blanquear dinero. ¿Que te llaman para hacer una serie de época estilo "tacita de té"? Pues a leer libros sobre la vida de las criadas en los años 20. ¿Que te encargan un proyecto sobre youtubers? Pues a ver vídeos de youtube de esos jovenzuelos cuya existencia desconocías hasta que empezaron a protagonizar anuncios de refrescos.
Los youtubers, para mí, eran como los barrios de Madrid situados más allá de Plaza de Castilla hacia el norte o más allá de Carabanchel hacia el sur. Sé que existen, pero no me interesan, ahí no hay nada para mí. Con esa actitud me puse a ver vídeos en youtube y descubrí cosas tan apasionantes (o no) como el unboxing o el asmr.
 Esto es el unboxing. Apasionante, ¿a que sí?
Después de decenas de videos de adolescentes que hacían cosas sin sentido ni gracia mientras gesticulaban exageradamente ante la cámara me empecé a sentir como Javier Marías. Me sentía vieja, rancia e indignada. Me estaban entrando unas ganas enormes de tener unas palabras con esos chiquillos, palabras de señora del tipo "¿pero tú estudias?", "ordena la habitación si la vas a enseñar al mundo entero", "pero mira qué pintas llevas"... Hasta que la encontré a ella:

La moza que se esconde tras "soy una pringada" es espabilada, ingeniosa, tiene mala leche y vis cómica. Además, dice verdades como puños. Porque, ¿no son los ex gordos los nuevos ex fumadores? Gente que se ha hartado de no gustarse y de que le aconsejen que se quiten unos kilos de encima cuando, por fin (y tras mucho esfuerzo) lo logra, ya no puede hablar de otra cosa que no sean las bondades de la lechuga, la vida sana y el crossfit. Soy Pringada critica la falta de coherencia del discurso del ex gordo que se lamenta de las presiones sociales que hay para adelgazar (presiones a las que ha cedido), de lo que sufre por no comer lo que querría y de lo feliz que es porque la vida sana es la mejor (¿pero no decías que sufrías por culpa de la dieta?). La youtuber habla de la ex gorda por excelencia a la que otorga el título de "gorda traicionera": Carlota Corredera. Esta buena señora, desde que adelgazó, se ha convertido en la mujer que todo lo presenta en Tele5. Entre otros, es la conductora de "Cámbiame", un programa consistente en cambiar el look de la gente para que así sean más felices. Con el lema "si tú cambias todo cambia", tres expertos en moda tunean al pobre incauto que cae en sus redes porque si le tiñen el pelo y le ponen ropa colorida ya no estará deprimido, ya no le importará ser viejo, estar solo, no tener trabajo. Y aquí llegamos al meollo de la cuestión (sí cuatro párrafos más tarde, llegamos al meollo), ¿cambiar el exterior va a hacer que nos sintamos mejor?, ¿Carlota Corredera es más feliz ahora que tiene una talla 40, presenta dos o tres programas a la vez y sale en la portada del "Semana"?, ¿o hablar tanto de su trauma con el peso y la comida no enmascara una insatisfacción más profunda?

En el fondo, todos los programas de cambio de aspecto: "Cámbiame", "How do I look?", "extreme makeover" (y más que habrá en esos canales que ni te molestas en sintonizar), ofrecen una solución fácil a un problema complejo. La gente llega con su chándal, sus arrugas, su pelo fosco y una historia muy lacrimógena. Los asesores escuchan la historia lacrimógena y, oh sorpresa, lloran. Luego le cambian su aspecto, la persona en cuestión se ve por primera vez, agradece muchísimo la labor de los asesores y, oh sorpresa, vuelven a llorar todos. Que a mí un programa de cambio de imagen me parece estupendo, oye, ¿pero es necesario asumir que si renuevas tu vestuario y te tiñes las canas serás felicísimo?, ¿de verdad es tan simple?, ¿tan superficial? Los tres asesores de "Cámbiame" son el epitome de lo fácil, adoran las frases hechas de autoayuda del tipo de "si lo visualizas, ocurrirá", las loas a amar y ser amado y, ya que estamos, viva la paz y qué mal las guerras. Y no exagero. Que todo esto ocurrió y además en el día en que media España está frente al televisor. El día de Nochevieja, cuando la presentadora de "Cámbiame" de ese momento y sus tres asesores de moda fueron los encargados de retransmitir las campanadas.
A mí me gustaría ver "Descámbiame". Un programa que recuperara a todas esas personas que acudieron a que les cambiaran de look para comprobar si mantienen el estilo que les aconsejaron y, sobre todo, ver si son felices. Eso sí, sin lloros.
Y vosotros, ¿seguís a algún youtuber o sois más de la cuerda de Javier Marías?, ¿creéis que "Cámbiame" es el mal o hay otros programas que despiertan vuestros odios?, ¿veríais "Descámbiame"?