Hacer algo distinto. Ir por donde siempre o cambiar de ruta para variar. Hay quien dice que cambiar es bueno. Que ir siempre por el mismo lugar hace que la carretera te aliene y dejes de sentir. Pero yo no creo eso porque soy usuario de la pasión. Cuando tienes pasión da igual por dónde ir.
Hacer algo diferente o hacer lo de siempre de manera diferente. Porque uno no deja de conducir como conduce solo por cambiar de carretera. El estilo, el acelerar, el tranquilear, el despaciear son la misma cosa aquí o allí. Te adaptas a esas curvas ignotas y, con el tiempo, las vas dominando hasta que, al fin, son tuyas y pasan a tu acervo como tantas otras que en su día conquistaste.
Seguir siendo lo que eres pero por otros parajes, por otros mundos sin hollar que se abren al final de ese repecho que parece lleno de verde invernal. Lo importante es seguir siendo y sonando a lo que suenas, lo importante es seguir soñando a lo que sueñas, y agarrar con fuerza el manillar para que la zaina Iron no se te encabrite.
Y el hielo de esta mañana en la carretera. Hoy me han patinado las dos ruedas a la vez una cuarta cada una. Joder. Las dificultades que no conoces y que se presentan en el rodar, que alimentan el riesgo y el vértigo de verte rodeado de inseguridades en rutas desconocidas sin donde agarrarte salvo el manillar de la moto y la mano de un amigo.
Cambiar de ruta. Cambiar de paseo. Cambiar de rutina y buscar otra rutina que, por lo que tiene de nuevo, merezca la pena. Da lo mismo. Da lo mismo porque lo realmente importante, amigo motero, sigue siendo volver a casa.