Cambio de capitalidad y de nombre

Por Monpalentina @FFroi
Por Luis Redonet
El académico que suscribe, encargado de informar en el expediente de cambio de capitalidad y de nombre del Ayuntamiento de Redondo, en la provincia de Palencia, tiene el honor de someter a la aprobación de la Academia el siguiente proyecto de dictamen: Excmo. Señor.: Dentro de su competencia poco es lo que la Academia de la Historia puede y debe decir sobre la materia del expediente de que se trata, porque uno de sus extremos o puntos fundamentales está ya ejecutoriamente resuelto, y en el otro, todavía pendiente de resolución, apenas juega papel alguno la historia. Reglamentariamente pedido y tramitado el cambio de capitalidad, que de la villa de Redondo ha pasado a su agregado Areños, es ya tarde y más fuera propio de la Academia de Jurisprudencia y Legislación o de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, discurrir acerca de si el referendum logrado respondió o no a las exigencia de la Ley en punto al fondo de la cuestión debatida en el Seno de la Coorporación Municipal. Holgaría pues razonar sobre ello, aunque se pretendiera enfocarlo desde un punto de mira netamente histórico. Acerca del pretendido cambio de nombre (Areños en vez de Redondo), la Academia de la Historia basa su dictamen en las siguientes consideraciones, que somete a estudio del Ministerio de la Gobernación. Primera.— Redondo, con sus dos barrios de San Juan y Santa María, fue siempre quien, además de su no arbitraria capitalidad, impuso su nombre al Municipio. Aunque esto no tenga demasiado alcance dentro de una rigidez administrativa carente de sentimentalismos, tanto por el precio o aprecio de afección que hasta leyes de orden fiscal respetan, como por requerimientos de la tradición que siempre constituye inestimable factor histórico, aunque no tan decisivo como en la Iglesia, tal hecho aconseja por sí solo el respeto de la denominación actual si razones legislativas no imponen la necesidad o muy alta conveniencia de lo contrario. Segunda.— Fue Redondo la villa de mayor número de habitantes, con gran diferencia respecto a sus agregados y aun a la mayor parte de los pueblos palentinos, y no ha perdido esta superioridad demográfica, pues no es lícito sumar el número de todos o varios de los demás núcleos del Ayuntamiento, para alegar lo contrario, como no lo hubiera legalmente sido, agrupar poblaciones, anejos y villorrios, al solo propósito de ganar vecindario y la consecuente capitalidad a favor de uno de los sumandos. La pasada mayor densidad de casas y de población en Redondo, queda bien demostrada en estudios monográficos, en crónicas, en los muchos diccionarios geográficos que fuera ocioso enumerar, en censos de población, en nomenclators y en obra cual "España Término Denominada", de Gerardo Monge y Amando Gordillo. Y nadie pudo desmentir al concejal don Luis de Mier cuando en su día la alegó como hecho presente al combatir el cambio de capitalidad, según consta en la respectiva acta. Lógico parece y muy dentro está del espíritu de la ley, que esta circunstancia (no accidente, sino calidad o requisito) aconseja que se mantenga una denominación que especìfica, local e históricamente, viene designando a los habitantes de un Ayuntamiento —a la mayor parte de ellos— puesto que no es dable ligar el conjunto onomástico de todos los pueblos que le componen o el de los necesarios para contrarrestar la primacía numérica de que se trata. Tercera.— En consonancia con su condición hasta hoy mantenida de cabecera del Municipio, de su tradicional nombre y de su mayor núcleo de población y consecuente suma de ciudadanos afectos al cumplimiento de Las Ordenanzas Municipales (no desterradas por la actual unitaria ley municipal) el nombre de Redondo hubieron de llevar tales Ordenanzas que como en todos los municipios españoles fueron y son el exponente regulador de la vida urbana y rural, consuetudinaria, jurídica y social, en todo el respectivo término. De 250 Ayuntamientos que tenía la provincia de Palencia el año 1908, carecían de Ordenanzas propias nada menos que 197; es decir, que únicamente las tenían 53, y es muy digno de nota y de recuerdo que entre ellos figurase Redondo, dadas su topografía, su áspero territorio, su cruelísimo clima y sus rudas condiciones de vida. Nueva consideración coadyuvante al mantenimiento de un nombre que históricamente juega en el terreno legislativo y social. Cuarta.— En la más antigua estadística de la Diócesis palentina mandada hacer en tiempos del Obispo Don Vasco en el Sínodo Diocesano de 1345 y ya redactada en 1346, aparece el pueblo de Redondo como cabecera del Arciprestazgo y consecuente primacía y jurisdición sobre los curas e iglesias de su respectivo territorio que en la misma estadística se determinan. Aunque actualmente hayan perdido los Arciprestes mucha de su pasada importancia jurisdiccional —bien consagrada por ejemplo en la ley de Partidas— y no pase de ser la suya sino una función de dignidad y de unión, enlace e inspección sobre los curas del Arciprestazgo, bien se comprende que la histórica dignidad eclesiástica de la iglesia de Redondo, impone la conservación de su nombre aun aplicado en unión de los demás factores determinantes, a un Municipio coincidente o no con la división eclesiástica. Quinta.— Los hidalgos fueron tan propios de España, en opinión de Sebastián de Covarrubias, por ser tan peculiar de los españoles la guarda de la fidelidad esté o no acompañada de algo; y nada existe de tan rancia prosapia como los hidalgos, en nuestra legislación, en nuestra historia, en nuestras costumbres y en nuestra literatura. Pues si no miente el pueblo que cuajó en proverbios y cantares su conocimiento y su sentir: En el lugar de Redondo, donde los hidalgos son, cuanto más largos los días más se acorta la ración. Fueran o no tochos (es decir, mamones y groseros) según reza otro cantar, y no hidalgos de sangre de cuatro costados ni siquiera de privilegio, sino simplemente de gotera y más en este caso que en otro alguno; así como famélicos por la pobreza agrícola y ganadera de la comarca inclemente y pedregosa en que vivían, y precisamente también por esta su penuria y mayor similitud con el hidalgo de la noveslística clásica, los hidalgos de Redondo concedieron a esta villa un rango que merece conservarse a través del nombre, ya que las conveniencias políticas y materiales trazan y toman otro derrotero. Sexta.— Última y quizá la más trascendental de las consideraciones históricas que aconsejan mantener el nombre de Redondo para el Ayuntamiento que presidió y del cual continúa constituyendo parte primordial. No recogen el hecho la mayor parte, casi unanimidad, de los Diccionarios Históricos, Geográficos y Enciclopédicos, pero esa misma ignorancia o desdeñosa omisión, avalora el dato, de gran interés, y demanda su debida estimación. En el pueblo de Redondo, existió un convento franciscano del Corpus Christi. Dice textualmente don Sebastiàn Miñano (año 1827), aunque sin indicar la fuente de donde toma la noticia. El Diccionario Geográfico Universal... confeccionado por una Sociedad de Literatos (Barcelona, 1833) se limita, sin duda, a copiar a Miñano, puesto que emplea las mismas palabras transcritas, con lo cual no añade autoridad y certidumbre a lo dicho, aunque verdad es que pudiera haberlo rectificado. Pero además de la acostumbrada y reconocida solvencia de Miñano, pese a sus impugnadores y de que habla en indicativo de presente, otro texto por todos respetado, aunque su autor don Francisco de Garma y Salcedo, Caballero de la Orden de Alcántara, también tuvo que ser vinculado, en algún extremo, por su hijo don Joseph de Garma y Salcedo. Teniente de Caballería, "contra dos cartas que concibió la envidia, parió la temeridad y publicó el encono", en su utilísimo y no del todo bien utilizado Theatro Universal de España. Descripción Eclesiástica y Secular... (Madrid 1738), hablando de la Religión de Franciscanos Menores Observantes y concretamente de la Provincia de la Concepción (una de las 14 franciscanas de España) enumera, con otros 36 conventos, es decir, 37 en total, el del Corpus Christi del Desierto de Redondo. Coinciden pues Miñano, el susodicho Diccionario y Garma Salcedo, en el nombre de la villa y en el del convento y en la situación inhóspita y desértica de éste. Fueron muchos los conventos de unas y otras Ordenes levantados en desiertos ( al fin y al cabo fue la primera fase de la obra colonizadora de los monjes) y muchos son los que en las distintas provincias monacales enumera el susodicho Theatro Universal. Con referencia a la existencia del que nos ocupa y cuya fecha de erección no importa a los fines de este dictamen, todavía cabe añadir el testimonio de don Victor Balaguer que en su obra "Los frailes y sus conventos" (Madrid–Barcelona, 1851) fija asímismo en 37 el número de los franciscanos de la Concepción, coincidiendo con el fijado por Garma, con lo que deja incluído, aunque sin nombrarle, como tampoco ningún otro, el nuestro de Redondo. Resultaría impropio e innecesario para el propósito del presente razonamiento, seguir apurando la búsqueda de nuevos testimonios históricos, pero no huelga sino que remacha y corona con el tópico broche de oro, otro elemento de juicio, más irrebatible que ninguno dentro de su simplicidad. Nos le facilita la paremiología, que por boca de vulgo nos legó este interrgoante: "Que hiciste que al corpus fuiste". El mismo don Gabriel María Vergara Martín, que nos facilitó el cantar relativo a los hidalgos de Redondo, explica de esta suerte la pregunta, en su curioso e instructivo Diccionario Geográfico Popular (Madrid, 1923): "El Corpus era un Convento de franciscanos situado en el término de Redondo, al que solían enviar como castigo a los frailes que cometían alguna falta. Se emplea esta pregunta ( la transcrita) cuando se le dice a uno que por qué ha estado preso". En nada empece el cambio de capitalidad del Ayuntamiento a la conservación histórica y todavía actual denominación. Y no seríe el primer caso de esta aparente anomalía. Sin alejarnos mucho de la zona norte palentina en que está enclavado Redondo, en la colindante provincia de Santander, existe, por ejemplo, un Ayuntamiento, el de Camargo (vetustísimo valle de Camargo), compuesto de ocho importantes pueblos: Cacicedo, Camargo, Escobedo, Herrera, Igollo, Maliaño, Muriedas y Revilla. Y Camargo sigue siendo y llamándose el Ayuntamiento, a pesar de que Maliaño, cruzado por dos líneas férreas y con estación propia una de ellas, es el centro mayor de población, el más industrial y ganadero, y sepultura del insigne artífice del monasterio escurialense, según tradición y reciente dictamen del Centro de Estudios Montañeses (que la Academia de la Historia, naturalmente, no hace suyo sin previo conocimiento y estudio del informe); y a pesar también de que el pueblo de Muriedas, cauce de las dos principales carreteras de acceso a la capital de la provincia, cuna del héroe de la Independencia don Pedro Velarde; y asímismo eminentemente industrial y ganadero, es hace tiempo sede efectiva de la Casa Consistorial; y de que en Revilla se levanta el Santuario de Nuestra Señora del Carmen, el más popular, venerado y jaranero de toda la provincia. En virtud de cuanto antecede, la Academia de la Historia, dentro de la obligada condicionalidad del presente dictamen, opina que sin perjuicio de que Areños ostente la capitalidad que ya se le concedió, debe conservar el Ayuntamiento la denominación exclusiva de Redondo o la dúplice de Redondo—Areños, según fórmula que tampoco resultaría nueva en la nomenclatura municipal española. Tal es mi dictamen, que gustosamente someto al mejor parecer de la Academia y firmo en Madrid a 28 de Marzo de 1952. (Aprobado el 28 de marzo de 1952)