Cambio de ciclo
Por razones celestes, muy difíciles de comprender en estos días, en el verano del año 2013 hubo un cambio de ciclo que afectó a todo el planeta. Había que hacer borrón y cuenta nueva, cosa harto difícil si ya tienes una edad provecta, pero aún así yo publiqué la edición completa y revisada de mi libro Camino de las luciérnagas. Una especie de compendio de todo cuanto sabía, y podía contar a los demás, para ello separé en dos libros el mensaje: en uno van los cuentos y en otro los poemas. La idea general era armonizar; el viejo cuento se había terminado al finalizar el año 2012 y había que comenzar algo nuevo.Mi idea propia de como llegar a liberarse un ser humano ya estaba en un libraco de casi 400 páginas, había llevado a los protagonistas hasta la Playa de Rostro, Finisterre, esto es: al fin del mundo, al final del cuento. Pero seguíamos aquí, ¿qué nos tocaba entonces hacer? Un cuento nuevo para una cuenta nueva. Las semillas, mis semillas, mis cuentos para luciérnagas del Señor, ya estaban plantadas, tocaba armonizar con y en el terreno para su estupenda germinación. ¡Y diversión!
¿Cómo continuó el trabajo? Yo hablo por mi persona, por lo que llevé a cabo, la idea para el año 2014 era sacar a la claridad el inconsciente, el personal y el colectivo, empujando, sí, empujando para que lo que se movía en la oscuridad saliera a la claridad. Publiqué entonces: Noche en la estación del Norte y otros cuentos fantásticos, Atención frotadores: ¡ondas de choque! ¡ondas de choque! La Crux de los ángeles y Milagro en Benarés y otros cuentos prodigiosos. Docenas de cuentos y una novela de ciencia ficción, el primer viaje de unos terrícolas hasta un planeta habitable en una estrella lejana. Empujé todo lo que fui capaz.
Para el año 2015 tocaba a continuación perfeccionar, alcanzar la excelencia en la obra. ¡La imaginación a tope! Publico entonces: Historia de un talento y Ramiro y el Hazo, Los Cuentos de la Reina Arpía. Cuentos y relatos fantásticos donde pulir mi estilo personal de contar cosas, de hacer cuentos y de ¡relatarlos!
Al siguiente año ¿qué tocaba? La amnesia me juega en ocasiones malas pasadas, ¡ah, sí! La tormenta perfecta, la disolución de los sueños que se arrastraban de años precedentes, de la adolescencia y de la juventud. Hora de publicar Cuentos de tiempo-espacio 8 Π, Los viajes de Ladmis Pan. ¿Que no se podía viajar por el espacio hasta lejanos planetas? Mis frotadores se partían de risa al escucharlo, ¿que no se puede viajar por lo que entendemos como tiempo? Pues se puede, adelante, atrás, ¡y a los lados! Disolver los viejos sueños para dar lugar al nacimiento de otros nuevos. Y para mayor regodeo y goce mayúsculo me di el homenaje personal de escribir Casa de Vida, mi impresión personal del origen de la fabulosa Civilización de Egipto. Insuperable hasta el momento presente.
Y llegamos a 2017, tocaba poner toda la carne en el asador y dedicar mi atención y esfuerzo en aquello que para mí tiene sentido claro: el destino del género humano. Me doy el palizón de escribir y publicar Nunca llegarás a Aldebarán 38048. Las estrellas son mis amigas ¡y me esperan! Toda una epopeya galáctica que nos lleva a conocer docenas y docenas de mundos y civilizaciones en una increíble aventura tras otra. Extenuante, yo casi terminé como el protagonista al ser rescatado en rumbo de colisión con el planeta Urano.
Para 2018 tocaba pensar en algo perdurable, ¡Juá! ¿algo perdurable? ¿en un planeta experimental como este? ¡Juá! Que hiciese algo que perdurase: publico Llamando a Base Castilla y el resultado es... que me lo cargo todo, no queda ni el Tato, bueno, sí, algo le queda al género humano: aprender de una vez y para siempre lo que significa El Eterno Retorno. Como en uno de esos juegos de niños: la oca u otro similar, sino llegas al final ¡tienes que volver a empezar!. Lo único perdurable en el universo según mi punto de vista en aquel año es el continuo cambio, en que nunca se puede uno quedar parado. ¿Qué es lo que permanece tras tanto cambio y viaje?
2019 venía con la idea de unificar esfuerzos, ¿y eso para qué? Me preguntaba yo, ¿qué nos venía a continuación? Como de adivino nunca haría carrera decidí hacer un cambio e intentar pasar a la literatura digamos "juvenil". Los años no pasan en balde y me sentía ya muy desconectado de los jóvenes así pues me lancé a escribir Dracón y El Abarrón, aventuras con unos personajes extraordinarios y porrazos a mogollón, y también romances. Pero.... la cosa se torció, demasiada "gente oscura" andaba haciendo de las suyas en el mes de junio, preparando la movida, y consiguieron hartarme. Durante meses no escribí más que cuatro cosas para los blogs en la Internet. Y venga a insistir con lo de que teníamos que estar unidos, estar unidos, ¿pero para qué? Si en mi pueblo y gente cada palo aguanta su vela.
Y llegó el 2020, ¡Juá! ¿Vamos viendo de qué va este cuento nuevo? ¿Qué tocaba ahora? ¡Ah! ¿Sí? ¿que no saben cómo sigue el cuento? Da igual, seguramente usted ya habrá fallecido para el 2021 y a los demás, los que permanezcan en este planeta, les toca estar unidos, muy unidos; lograr la unidad de raza, un único pueblo, una humanidad vigorosa y esplendorosa. Yo por causas variadas he tenido que permanecer en casa desde primeros de año así pues aproveché para escribir y publicar Nuevas aventuras de Dracón y El Abarrón, y hasta nuevo aviso por aquí andaré y si está de Dios seguiré escribiendo nuevos cuentos y relatos para llenar de ilusión a esas germinadas semillas que plantamos años antes.
Daniel Paniagua Díez