Como no, el cambio de look se lo he de agradecer al washi tape.Ahora más abajo veréis cómo era el reloj. Ese típico reloj, que está en la cocina, y que no tenía ni pila ni nada. Y que es más feo que feo.Aunque ahora sí que no pega nada con la cocina (que es antigua), se ve más vistoso y útil, porque ahora, al menos se usa.Los materiales usados son varios: tres modelos de washi tape, destornillador, papel de pegatina, troqueladora, cúter y spray blanco.Previamente, antes de nada, limpié bien el reloj. Estructura y cristal.Una vez limpio, lo desmonté. Si algo he aprendido del manitas de mi padre, es que no necesito un destornillador para desatornillar un tornillo. El caso es que en esta casa tengo cero herramientas. Busqué por los cajones de la cocina y cogí un cuchillo, y el abridor de botellas de vino. Probé con el primero, y nada. Así que, saqué la mini navajilla del abridor, y oye, en un minuto tenía fuera los cuatro tornillitos.Quité el embellecedor y el cristal, y el resto del reloj se quedó en una pieza. No vi la forma de quitar la caja trasera y las manillas, así que tuve que tunear la parte frontal que era cartón) con las manillas. Pero bueno, no fue tan complicado.
Mientras tanto, el embellecedor que era azul, lo transformé en blanco con spray. Terminé de decorarlo con unas tiras de washi rojo, tanto por todo el exterior del borde, como por la parte de delante, con unas cuantas tiras. Después monté el reloj, volviendo a atornillar los tornillos con mi navajilla, y listo.
Reloj como nuevo.
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