Las plantas de interior necesitan ser cambiadas a una maceta un poco mayor cada 2 ó 3 años. El tamaño no debe ser excesivamente grande ya que, por lo general, crecen mejor si las raíces se encuentran algo limitadas en su desarrollo.
Por otro lado, el sustrato va perdiendo con el tiempo sus características iniciales. Aunque se abone regularmente, su estructura se deteriora y se compacta, lo que hace que el agua de riego no llegue eficazmente a la zona de raíces y pierda calidad como medio de crecimiento.
Un cambio de maceta se hace inevitable cuando se empieza a evidenciar que hay muchas raíces y poca tierra, cuando éstas salen por el orificio de drenaje, o cuando el crecimiento es lento y débil. En una maceta más grande, el sustrato nuevo es rico, y tendrá suficiente espacio para desarrollar raíces, lo cual redundará en un mayor crecimiento.
La mejor época para realizar esta tarea es el comienzo de la primavera, cuando la planta sale de la etapa de descanso para comenzar a crecer nuevamente. Conviene utilizar un buen compost o turba mezclada con arena de río. También se puede incorporar en la mezcla una parte de humus de lombriz, que aporta gran cantidad de nutrientes.
No se debe usar nunca tierra de jardín para rellenar las macetas ya que ésta compacta el sustrato y perjudica la llegada del riego a las raíces. Es fundamental la colocación de piedra partida o leca en el fondo para mantener el drenaje en buenas condiciones y que no se acumule en las raíces el exceso de agua.
Las plantas que tienen muchos brotes desde la base, en mata, se pueden dividir aprovechando el cambio de maceta, obteniendo así varios ejemplares que se plantan en recipientes diferentes.
Al término de cada traspaso debe regarse inmediatamente.