Los cambios de paradigma se caracterizan por una agitación intensa y una elevada productividad, seguidas, cuando las cosas se asientan, por un período de lo que se denomina “ciencia normal”. En función de la magnitud del cambio y del tipo de ciencia en cuestión, la fase inicial de entusiasmo y productividad puede durar meses o años. Los cambios de paradigma pueden ser el motor que impulsa el descubrimiento científico, pero al mismo tiempo están abiertos a la explotación a través de lo que yo llamo “efecto del carro de la música”. La oleada de entusiasmo por un área de investigación nueva y de moda crea una oportunidad utilizada por algunos investigadores para publicar trabajos concebidos precipitadamente y pobremente ejecutados, lo que les permite subirse al carro de la música. Este proceso se ve facilitado por dos factores. En primer lugar, las nuevas áreas de investigación tienen, por definición, pocos expertos capaces de evaluar de manera crítica el trabajo de los demás. En segundo lugar, los editores de las revistas científicas, ávidos de promover sus revistas mediante la publicación de resultados procedentes de áreas de investigación punteras, tienden a ser menos críticos de lo que son en otras ocasiones. Probablemente los cambios de paradigma siempre han estado acompañados por una parte de ciencia chapucera, pero estoy convencido de que la situación se ha agravado mucho a medida que aumentaba la competencia por los fondos de investigación o por las plazas en las universidades.
Tim Birkhead en Promiscuidad (las negritas son mías), un apasionante relato sobre la competencia espermática y la (por decirlo finamente) poliandria femenina.