Cambios en la desigualdad, económica y política

Publicado el 12 noviembre 2014 por Manuhermon @manuhermon
A finales del siglo XIX el capitalismo se expande con fuerza en Occidente provocando oleadas de concentración de capital que acrecientan la desigualdad de aquellas sociedades. La pregunta que intentan responder todos los teóricos de la economía de entonces es, constatada la enorme producción que genera la industria, lo cual lleva aparejado gran concentración de riqueza, además ¿mejoran las condiciones de vida y trabajo de los obreros, en comparación con el mundo rural? ¿Mejoran con el transcurso del tiempo, por ejemplo como consecuencia de los avances en la productividad, en relación a cómo vivían hace cinco o diez años? ¿Mejoran en relación a los obreros y campesinos de otros países no industrializados?
Durante muchos años la descripción que hicieron Dickens y Engels sobre las condiciones de vida de los obreros industriales se impuso totalmente como generalización que aceptaban los economistas, llamemos socialistas, para determinar que la segunda mitad del siglo XIX serían años de miseria de la clase obrera. Sin embargo, un reciente y extraordinario gran libro por muchas razones, ‘’La gran búsqueda. Una historia de la economía’’ de Sylvia Nasar, editorial Debate, 1ª edición española de octubre de 2012, demuestra que en aquellos tiempos las preguntas anteriores tenían respuestas diferentes, en estadísticas y estudios era comprobable el aumento calidad de vida de sectores obreros, que algunos economistas no recogían.
Aceptada las mejoras, una posible explicación tendría relación con los aumentos de productividad que producía la revolución industrial, y la concentración obrera creadora de sindicatos y partidos cuyas luchas arrancaban mejoras. También ayudó la colonización y explotación imperialista de otras regiones del mundo, lo que permitió durante mucho tiempo trasladar a Occidente plusvalías y riquezas de otras regiones que permitieron vivir a los trabajadores occidentales mejor que los del resto del planeta, al estar situados en los primeros eslabones de la cadena imperialista.
En todo caso, en Occidente, la desigualdad cae desde 1910, son años de fuerte desarrollo del capitalismo europeo y norteamericano y de expansión comercial mundial e imperialista, cuya colonización del tercer mundo permitía obtener materias primas a bajos precios, al tiempo son años de luchas consolidación del movimiento obrero y sindical, de revoluciones y revueltas, incluida la Revolución Rusa en 1917, cuya influencia será notable en propulsar políticas de igualdad occidentales al aparecer siempre como sistema alternativo. Desde  la  finalización de la II Guerra Mundial hasta los años setenta se produce el mayor desarrollo social y menores desigualdades, tanto económicas como políticas, influenciado por la reconstrucción de guerra, por la movilización que supuso millones de personas combatiendo por defender patrias y patrimonios que no eran los suyos, por su regreso y exigencias, con el comunismo triunfante, al lado como ganador de la guerra. Thomas Piketty, ‘El Capital en el S XXI’, Ed. Seuil, del que procede el gráfico, sostiene que se está produciendo una redistribución de ingresos desde trabajadores y clases medias hacia los dueños del capital. En el chart se muestra que el total de los patrimonios privados de Alemania, Francia y Reino Unido cuyo valor estaba entre el 600 y 700 por ciento del ingreso nacional, entre seis y siete veces la renta nacional, en el período 1870/1910, cae a partir de entonces para situarse entre dos y tres veces la renta anual en los años 50 volviendo a crecer con fuerte velocidad a partir de los setenta, para estar en 2010 situados entre cuatro y seis veces. La tesis que mantiene Piketty es que la desigualdad aumenta porque la riqueza privada de los ricos, la acumulación de capital, crece más rápidamente que la riqueza país; entendido como el PIB, o la renta nacional. Dicho de otra forma, la parte de la riqueza que genera el trabajo, la productividad, la tecnología… se va más rápidamente y en mayor cantidad, a manos privilegiadas que distribuida al conjunto de la población.
En este sentido la crisis económica en Europa ofrece constantes pruebas en esa dirección, se está produciendo una redistribución de la riqueza desde los países del sur al norte, desde los sectores productivos a los financieros, y desde las llamadas clases medias y trabajadores, -obreros fabriles y trabajadores de servicios, autónomos, pymes, jubilados- hacia los dueños del capital.