Me siento delante del ordenador a escribir sin saber de qué ni cómo. Tengo la cabeza totalmente abotargada, llena de cuestiones personales, tanto que no soy capaz de transmitirlas en este blog, de desnudarme hasta ese punto.
Estoy inmersa en un momento de cambios, de tambaleos bajo mis pies, nuevamente, otra vez, como casi siempre... Y pienso si esto es la vida o si, al menos, esto es lo que realmente da sentido a la vida, a mi vida. Desde siempre tuve claro que yo no podría tener un trabajo fijo, de los que duran toda la existencia hasta la jubilación, un trabajo cómodo de oficina... Tampoco mis relaciones han sido anodinas, no he tenido el típico novio de toda la vida, al que podría haber conocido en el instituto y con el me podría haber casado y tenido una parejita de niño-niña... Que conste que me parece una opción de vida tan maravillosa como cualquier otra, que admiro a la gente que puede vivir en la comodidad, la estabilidad y la tranquilidad, los admiro y los envidio, porque yo soy incapaz.
Estudié periodismo porque quería ir de aquí para allá buscando noticias, quería ser una super reportera de guerra, viviendo mil y una aventura. Por supuesto, el tiempo y las circunstancias te ponen en tu sitio y rápidamente quedó claro que ese no era mi camino, aunque sí ejercí como redactora muchísimos años, hasta hoy, el único oficio que conozco. Pero me he cansado, ya he viajado todo lo que tenía que viajar, he conocido a todos los famosos y celebridades que tenía que conocer (algunos a los que admiraba muchísimo y otros que me han dejado totalmente fría a pesar que cuando la gente se entera de que les he entrevistado lanza gritos de envidia) y he exprimido al máximo lo que podía sacar de ese trabajo. Ahora estoy en otro momento, mi culo inquieto me pide cambiar de acomodo, lanzarme a nuevas aventuras... y en ello estoy... (A David Bowie es de los pocos que me he quedado con las ganas de conocer... A él también le gustan los cambios, como os cuenta en este vídeo)
He hecho tres mudanzas en poco tiempo, obligada por las circunstancias, cierto, pero también feliz de poder hacerlo, de cambiar de zona, de vida, de comercios... Una vez más, mi poco apego por lo material y la estabilidad me llevan a que las temidas cajas que hay que hacer y deshacer me hagan una ilusión loca. Se avecina un nuevo cambio de casa y yo ando como niña con zapatos nuevo, entusiasmada, y eso que no es el mejor momento ni la mejor situación para movernos, pero ya que nos vemos obligados, pues oye, a disfrutarlo...
De amor, ni hablo... Mis novios nunca han sido convencionales en ningún aspectos. Todos tirando a intelectuales (alguno más bien listillo, pero majete), bohemios, libres, distintos... Y yo encantada con ellos... Me han tratado siempre como una reina, me han dado el espacio que también yo necesitaba. No he entendido nunca a las parejas que todo lo tienen que hacer juntos y, gracias al destino, el azar ha puesto en mi camino a hombres muy parecidos a mí en ese sentido. Quiero ser una mujer libre de entrar y salir, de disfrutar con amigos, de hacer viajes sola, de ir al cine a ver la película que me guste en soledad... y a la vez compartir con mi pareja todo el tiempo que nos apetezca compartir y todas las cosas en las que coincidamos. No cambiar mis gustos por él ni que él se amolde a regañdientes a los míos... Y me casé con el mejor en ese sentido... Ni siquiera nuestra boda fue convencional, por mil motivos, pero sobre todo porque a nosotros no nos pegaba que lo fuera...
Todo esto no es bueno ni es malo, no significa una crítica para los que no son como yo, como decía antes, incluso en ocasiones envidio otras formas de vida, pero es lo que soy y lo que me define... Y por ello, hoy por hoy vuelvo a estar sumergida en un caos general, con los deditos de los pies en el filo de la realidad presente y futura... Hoy no sé si alegrarme por ello o echarme a llorar... pero es lo que hay...