Cambridge Analitica, Big Data y la ética de las campañas electorales

Publicado el 27 enero 2021 por Ramón Ramón Ramón @ramonramon

4 años después del escándalo y de la victoria de Donald Trump (y afortunadamente pocos meses de su caída), seguimos escuchando con misterio, pavor,admiración, asco, ... (añádale el calificativo que sienta) el caso de Cambridge Analitica y sigue vigente la ética de las campañas electorales, ya que ese proceso electoral, en específico, llevó la comunicación política, por medio del uso de la big data y las redes sociales a un terreno totalmente desconocido.

No solo se trata de que la política y la comunicación que se usa en ella con fines electorales, sea un acumulado de prácticas inocentes que asemejarían a los estrategas políticos a santos; sino que la utilización de la nueva tecnología que se agrupa en las redes sociales, big data y análisis psicometrícos abrió las posibilidades reales de manipular grandes masas de electores con un cuerpo técnico y científico muy reducido; pero con una certeza abrumadora. Esta en gran manera es la disciplina que más abordo y que en gran medida se recoge en la Tecnopolítica.

En Cambridge Analitica se reunió el uso de las redes sociales, la construcción de narrativas políticas en base a la teoría del discurso y la utilización de la información de los electores de formas imposibles de imaginar hace unas décadas atrás. Esto conllevó que no existiera una normativa que regulará de forma efectiva y específica lo que se hizo desde esta empresa en varias campañas electorales.

La utilización de esta tecnología por parte de Cambridge Analitica facilitó por medio de Redes Sociales como Facebook la recopilación de información puntual sobre los usuarios de estas plataformas, para hacerle llegar a cada uno de ellos paquetes de mensajes personalizados por medio de una segmentación de los electores. Y no necesariamente con mensajes positivos, más bien todo lo contrario, es decir, fomentando algunas de las emociones que más detonan: el odio, la ira, el miedo.

La cuestión ética que encierra este caso versa, en primer lugar, sobre la propiedad de los datos que de cada usuario es organizado en la llamada big data que la empresa Cambridge Analitica utilizó en favor de sus clientes. Y que como ya contáramos en uno de nuestros talleres de verano, de la mano de uno de los hackers que más admiro y quiero, se convierten en una herramienta del futuro: Del Big Data a la Inteligencia Artificial: ¿Máquinas que gobernarán nuestro futuro?

La recopilación de la información en el método de Cambridge Analitica.

Lo que Cambridge Analitica hizo en este paso, básicamente, fue recopilar información por medio de redes sociales, especialmente Facebook, que permitió al equipo de campaña de Trump conocer las tendencias de los electores estadounidenses. Estos electores, como usuarios de Facebook proporcionaron no sólo su información sino la de sus contactos sin conocer el fin último de esta información.

A ninguno de los usuarios se les pregunto si accedían a facilitar esa información, menos aun si permitían que dicha información tuviera un fin electoral. Además era impensable que la información de sus contactos también fuese utilizada sin aprobación alguna.

Sin embargo, cada usuario autoriza a Facebook a acceder a su información en la comunidad virtual. Pero el problema es sobre la utilización que se le da a la información sobre la personalidad, los aspectos psicológicos del usuario de redes sociales como Facebook, es en ese uso donde radica la importancia ética del asunto.

Por ejemplo, si un régimen totalitario planifica controlar o manipular a la población de su país o si una organización terrorista o criminal se pone como meta emitir mensajes políticos en favor de sus objetivos o intereses lo primero que puede hacer es recopilar información psicométrica sobre sus objetivos.

Para ello puede acceder a servicios de empresas con el conocimiento y los recursos de Cambridge Analitica.

El análisis de la información.

Luego de tener toda esa información recopilada el equipo de Cambridge Analitica se centró en el estudio de esta para poder comprender y conocer al elector objetivo de la campaña mejor que cualquier otro adversario político.

No se trata de una competencia desleal que el bando republicano tuvo sobre el bando demócrata porque ya en 2009 la candidata demócrata Hilary Clinton, en funciones como secretaria de Estado de la administración Obama había revelado:

"...que Estados Unidos trabaja en 40 países "para ayudar a las personas silenciadas por gobiernos opresivos". En esta línea, alienta y apoya la utilización de las redes digitales por parte de opositores en Cuba, Irán, China y Venezuela. En este último país, financia a los grupos estudiantiles vinculados con la oposición con la finalidad de "promover el debate político entre estudiantes para aumentar el nivel del discurso sobre algunos de los asuntos más importantes para los venezolanos" y para "reforzar el uso de las nuevas tecnologías mediáticas (como Twitter y Facebook) para mejorar el acceso a la información y permitir el debate abierto y productivo en Internet"."
[https://www.alainet.org/es/articulo/204620]

Por lo que tarde o temprano las redes sociales o plataformas digitales como Facebook, Google o Twitter se aplicarían a la política; sobre todo con mayor énfasis en los procesos propios de las campañas electorales. Era solo cuestión de tiempo.
Así que el análisis de la cuantiosa información recopilada serviría a un proceso de estructuración y diseño de la campaña electoral desde la construcción de narrativas políticas que al ser construidas darían una evidente ventaja a Trump frente a Clinton.


Pero más que la ventaja esta el problema ético original, ninguno de los electores que proporcionó su información por medio de su comportamiento en las redes sociales lo hizo con la finalidad de facilitar el trabajo de análisis político electoral basado en el estudio psicométrico de sus comportamientos en la plataforma digital.
La empresa Facebook se enfrentó desde ese momento a las duras críticas de un modelo de negocio que le ofrece al usuario acceso gratuito a su plataforma a cambio de información que luego es vendida a anunciantes para promover publicidad digital. Solo que en el caso de Cambridge Analitica la información recopilada es utilizada para segmentar al elector, haciendo énfasis en los llamados electores indecisos. Es así como se conoció el caso de la campaña de Cambridge Analitica en Trinidad y Tobago, en el cual la segmentación llevó a la identificación de sectores poblacionales que debían ser neutralizados en la campaña electoral como de hecho ocurrió.

Y justo ahí profundizamos en otro de nuestros talleres-webinars, más concretamente de la mano del amigo Julio Moreno: Pauta digital, ¿cómo debo hacer para persuadir y convencer en redes?

La manipulación del comportamiento del elector.

El siguiente paso en la metodología de Cambridge Analitica incluía la generación de contenidos cuyo fin es la manipulación de la conducta del elector.

En el ejemplo citado de Trinidad y Tobago se generó contenido que se mostró a segmentos de electores clasificados por la edad y el origen étnico; con el fin de que no votaran y se abstuvieran en el proceso electoral. Esta conducta dejaría en ventaja a un bando político y permitiría, como de hecho ocurrió, que el partido contrario tuviera la mayor cantidad de votos.

Conclusiones

La utilización de este método deja mucho que decir del carácter democrático de los procesos electorales. Cambridge Analitica al encontrarse descubierta y enfrentar procesos judiciales que exigían la entrega de la información recopilada para el procesos electoral de 2016 en Estados Unidos prefirió cerrar sus operaciones, pero quedó expuesto el modelo de negocio de las gigantes tecnologías como Facebook y Google; así como los posibles usos poco éticos.

Posteriormente, a este escándalo Facebook han decidido cerrar páginas y perfiles creados por empresas consultoras como CLS Strategies que fueron utilizadas en guerras sucias contra los gobiernos México, Venezuela y Bolivia.

Mientras Google enfrenta procesos judiciales por violentar las leyes antimonopolio de Estados Unidos y Twitter tiene más de un episodio de censura de perfiles que incluyen hasta el perfil de Trump.

Todo parece indicar que la conjugación de poder de las gigantes tecnológicas que mueven millones de dolares mensuales y los usos pocos éticos serán un tema en la palestra de la opinión pública y en los foros legislativos y judiciales por mucho tiempo.

Hay quienes creen que la existencia de riesgos reales de manipulación de los datos de los usuarios interconectados comienza a dar su fruto legislativo en instrumentos como el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) de la Unión Europea. De hecho hace poco Facebook anunció su integración con Whatsapp y la pérdida completa de la privacidad de sus usuarios y en Europa no pudieron aplicarlo.

Pero quizás la solución de este dilema ético este en que las consultoras y las organizaciones políticas asuman prácticas de compliance tecnológico vinculado a sus actividades, de la misma forma en que se asumen los controles financieros de las campañas políticas. Pronto será tema de la comunicación política la transparencia en el manejo de los datos que las campañas políticas puedan mostrar a sus electores, ya que ningún sistema democrático se puede sostener sobre la manipulación, por más legal que aparente ser el modelo de negocio de las plataformas tecnológicas utilizadas.

En este día...