En House of Cards, Will Conway mantiene una dura campaña contra Frank Underwood, y utiliza el navegador Pollyhop que no sólo registra y pone en bandeja de oro los jugosos intereses de los usuarios (votantes a fin de cuentas), sino que sirve información adulterada con el propósito de modificar las intenciones de voto de una segmento social tan determinado como determinante Este sujeto lo analizábamos en diciembre de 2017 en el post ¿Somos todos iguales antes los ojos de Facebook?
Sin embargo, recurriendo al manido tópico de que la realidad supera a la ficción, en los últimos días los medios de comunicación se han hecho eco del escándalo de Cambridge Analytica. Christopher Wylie, un joven científico de datos de 28 años ha confesado cómo la empresa para la que trabajaba, Cambridge Analytica, puso en funcionamiento una herramienta que analizó los perfiles psicológicos de cincuenta millones de usuarios, lo que les ayudo a crear una serie de perfiles sociales y a partir de ahí pudieron diseñar campañas de marketing ad hoc, casi personales para recabar su voto, lo que toda probabilidad ayudó a que Trump acabara ganando las elecciones de 2016.
Y lejos de ser una masónica campaña de Wylie, Mark Zuckerberg tuvo que comparecer ante el Congreso de EEUU y declaró que "Cometimos errores y hay que hacer más cosas. Hubo una brecha de confianza entre Facebook y la gente que comparte los datos y espera que la protejamos. Lo tenemos que arreglar.".
Avanzamos sin duda hacía una época en la que la supremacía digital se impondrá de manera incuestionable sobre las capacidades humanas. Y no es que la tecnología sea la causa de la degradación de la humanidad, sino que, como de costumbre, las herramientas más poderosas acaban en un circulo limitado de explotación y su control recaerá en una pocas manos de tal manera que más que un cambio real de la sociedad, no encontramos ante un burdielano modo de reproducción social y perpetuación de las estructuras y los medios de control de masas. [más] alfonsovazquez.comciberantropólogo