Así, el Primer Ministro inglés, señor Cameron, triplica el número de policías en las calles "para someter a tanta chusma al peso de la ley"
Bueno. Me preguntaba, ya lo hacía ayer, y sigo con la misma pregunta, si el señor Cameron no encuentra ninguna conexión entre estas escenas de violencia máxima y, tan sólo como ejemplo, los recortes de más de un 75% en los presupuestos de servicios cívicos para la juventud en el barrio de Totenham. Barrio donde hay un puesto de trabajo por cada 50 jóvenes.
Me seguía preguntando si el señor Cameron no ve relación entre estos "rufianes" y el rencor racial largamente fomentado durante los últimos años por políticas xenofobas y desintegradoras. Me reiteraba en la pregunta de si no encuentra ningún punto de "fusión" entre esta violencia y el que Gran Bretaña se haya convertido en uno de los países de mayor desigualdad del mundo, al decir del periódico The Guardian.
Así pues, nuestro primer ministro inglés no encuentra ninguna relación entre sus recortes sociales y la violencia, entiendo que gravísima, desatada en muchas calles inglesas. Por eso su gesto, sus palabras y su acción tiene que ver con lo policial. Con la teoría de los rufianes.
Triplica la presencia de los policías en las calles ingleses alborotadas, pero no se pregunta qué y por qué se encendió la mecha de la violencia.
Cameron tiene maestro. El propio Sarkozy, en el año 2005 utilizó esta tesis, la de los rufianes, también llamados "escoria" por el premier francés, cuando estalló la insurreción en las ciudades francesas más importantes.
España, Grecia, Gran Bretaña, Francia, Israel, Chile, Marruecos, Egipto, Tunez... y más y más. Cada país con su propia personalidad, muestran el rechazo de millones de personas a sus gobiernos, a sus políticas, a sus injusticias, a sus indecencias. Unos lo hacen pacíficamente. Otros piden cambios más contundentes, como los estudiantes chilenos que le dicen al ultraconservador Piñera que exigen un cambio de modelo, un cambio de sistema.
Los hay, en puritita desesperación, que finalmente convierten su protesta en una gravísima violencia.
De todo esto, lo que más me sorprende es que no haya ninguna voz, entre estos políticos, que declaren la necesidad de revistar el estado de estos barrios marginales, olvidados y sin futuro.
Este orden policial, como única salida a las movilizaciones y a los graves disturbios, es a lo que nos conducen seres como Cameron, Sarkozy, Piñera y otros tantos. Y al que deberemos con toda nuestras fuerzas oponernos.
Estoy convencida de que es más fácil comportarse, dentro de lo políticamente correcto, cuando al día siguiente tenemos garantizado un sabrosísimo plato de lentejas.