¿Caminamos hacia la democracia deliberativa?

Publicado el 10 diciembre 2012 por Lasevic @DavidLaso

 El mundo esta en un claro proceso de cambio que parece haberse acelerado con la crisis y el comienzo del uso de las redes sociales como herramientas de activismo político a gran escala.

En un reciente encuentro celebrado en California entre personalidades como Francis Fukuyama, Pierre Omidyiar, fundador de Ebay, Jared Cohen director de Google Ideas o Charles Songhurst director de estrategia de Microsoft entre otros se llegaron a conclusiones que plasmó muy bien Nathan Gardels en un editorial publicado por el diario Elpaís llamado Medios sociales y democracia deliberativa. En él, los expertos en sociología, tecnología y nuevos medios de comunicación llegaron a la conclusión tras días de debates de que el mundo avanza sin freno hacia la

democracia deliberativa. Una nueva forma también de ver el fin de la historia. En un primera fase, apunta Gardels, en la que ya estaríamos viviendo, las redes sociales y las redes de colaboración entre organizaciones de la sociedad civil que luchan en favor de la transparencia y los derechos civiles en todos los ámbitos y en todos los países, estan provocando el desmoronamiento de regímenes dictatoriales como hemos visto en la primavera árabe. En la segunda fase los usuarios-ciudadanos-activistas exigirán una "rendición de cuentas recíproca" a las altas esferas del mercado y de los gobiernos. Algo de esto ya estamos viendo también por ejemplo en España. Movimientos como Stop Desahucios o el 15-M están empezando ya a repensar la ley hipotecaria. En Grecia el nuevo ejército popular avisa de que el ahogamiento al que le somete el cuarto reich avisa de que "el derecho de rebelión es sagrado".  Las últimas elecciones griegas dejaron como vencedor a la  izquierda real, Syriza,en detrimento de los dos grandes partidos. En España también la intención de voto de los dos grandes partidos se ha venido abajo.(Psoe 20% PP 34% en noviembre de 2012) Según las conclusiones recogidas por Gardels y sus colegas en esta fase se deberían empezar a crear nuevas instituciones de gobernanza recíproca. Esta claro que estamos lejos de esto, Apero movimientos como el 15 M o las redes de ciberativistas  pueden ser un germen. Es aquí donde se dirimirá la batalla más dura. Siendo optimistas, tal y como se apuntó en el encuentro de expertos sociales, tras este germen, las nuevas instituciones comenzarían a convivir con las viejas, al igual que ahora algunas ONGs tiene presencia en los debates de la ONU, pero sin capacidad de voto... Su forma: instituciones en forma de redes virtuales o físicas en donde los derechos y las opiniones de unas masas inteligentes gracias a la creciente variedad informativa frenarían o intercederían en las decisiones políticas que generen demasiado rechazo social. Sin embargo, la gravedad de esta crisis sin luz al final del tunel podría ahogar las primaveras revolucionarias como el 15 M y derivar hacia el panico social impuesto por los  recortes y el desmoronamiento del estado de bienestar, avanzando así hacia un estado que cada vez se parece más a una gran multinacional donde las decisiones clave se toman en Bruselas y en donde la ciudadanía puede presionar a los gestores nacionales de nivel medio.Mientras,  las tensiones periféricas se agudizan en favor de las regiones federales en Europa.  Queda así un contexto de claro claro tira y afloja desde el centro, de forma autoritaria: recortes, impuestos como males necesarios, minimización dele estado social, aumento de los nacionalismos estatales, defensores del sistema tal y como se erige hoy... frente a regionalismos, nacionalismos,  organizaciones ciudadanas y usuarios activistas de la red. Como todo y como siempre en la historia éstas primaveras de principio de siglo no cambiaran el sistema. Lo modelarán tras apaciguar su fuego al igual que tras la vorágine de la revolución francesa, y con el antiguo régimen restaurado, éste cayó por sí solo como un castillo de naipes ante unas mentalidades y unas circunstancias económicas imparables alimentadas ideológicamente por los revolucionarios años atrás. Un futuro que ya se va configurando y que podría esclarecerse entre la niebla del conflicto si tal y como apunta Gardels, las nuevas instituciones populares logran ir penetrando poco a poco como elementos negociadores entre un poder político anquilosado en un modelo del sigo XX en medio de una nueva sociedad red. Éstas nuevas instituciones deberán luchar por más transparencia, por una meritocracia real, por la institucionalización de redes colaborativas de la sociedad civil frente a problemas sociales. Demandar referendums anuales sobre leyes concretas y modificaciones de los corroidos sistemas políticos. Y aquí es donde podemos llegar a una visión en la que podríamos ver los nuevos estados como subestados de un centro director, Bruselas, Whasington, Pekín, París... que radicalizan su discurso nacional a su vez para sobrevivir y legitimarse con en subidas de tono como la amenaza de Reino Unido de salirse de la UE, el aumento de los partidos fascistas en los gobiernos de muchos países europeos o con los discursos de los gestores políticos que defienden hasta el último ápice del sistema a sangre sudor y lágrimas. Y debajo, podrían estar picoteando y logrando vetar decisiones clave, las masas inteligentes provenientes de las antiguas clases medias, de los jóvenes sin futuro,  los prejubilados sin remedio, de los activistas, los ciudadanos concienciados... Un futuro un tanto caótico, cuyo remedio frente a posibles crisis económicas continuas podría ser este modelo de democracia deliberativa gracias a las nuevas redes colaborativas y a la pluralidad de medios informativos. Pero también, late a largo plazo la amenaza de el giro hacia verdaderos estados con tintes de corporación como China, Singapur o la peligrosa deriva de algunas nuevas potencias lationamericanas e incluso occidentales que recuerdan mucho a un futuro pseudofascista al estilo de la película Children of Men. Es la hora de actuar para evitar esta deriva y modelar el sistema hacia la democracia deliberativa.