Ignacio del Valle.Caminando sobre las aguas.Páginas de Espuma. Madrid, 2013.
Tenías que haberlo visto, Galiana. Fue maravilloso.
Así comienza Corazón, un espléndido relato lleno de intensidad emocional y de buena prosa que forma parte del primer libro de cuentos de Ignacio del Valle.
Ignacio del Valle, que ha ido consolidando su oficio de novelista en la última década, con El tiempo de los emperadores extraños o Busca mi rostro, debuta en el subgénero del relato corto con Caminando sobre las aguas, una colección de catorce cuentos que publica Páginas de Espuma.
Escritos a lo largo de estos diez años, variados en temas y en registros narrativos, en enfoques y en situaciones, estos cuentos reflejan la complejidad del mundo y viven en un ambiguo territorio de frontera, en una tierra de nadie donde se cruzan la realidad y la ficción, el pasado y el futuro, el sueño y la vigilia, la vida y la muerte.
En ese lugar de encrucijada viven la mayoría de estos cuentos en los que se suceden tramas muy diversas y situaciones límite: desde el reportero de guerra en un círculo infernal bajo el punto de mira de un francotirador hasta un Don Quijote extraviado en Holanda, desde las torturas a una mujer en una dictadura latinoamericana con el contrapunto de un jaque en una partida de ajedrez hasta la travesía del bosque en el espacio verosímil de una pesadilla infantil, pasando por un carterista, superviviente patético que se encuentra en la acera una moneda que le salva del suicidio y se toma la revancha de su vida en una joyería o por la madrugada madrileña de un borracho sin amor y sin dinero.
Caminando sobre las aguas, uno de los relatos, es el eje del libro. Por eso está en el centro y por eso es el que el autor ha elegido para titular el conjunto. Ambientado en la Florencia renacentista y protagonizado por un doble de Lorenzo de Medicis, ese cuento de amor y muerte reúne muchas de las claves del universo narrativo de este volumen que muestra evidentes puntos de contacto con las novelas de Ignacio del Valle: es patente la vinculación de Círculos con Busca mi rostro o la de Gott mit uns con El tiempo de los emperadores extraños.
Intensos y con frecuentes fogonazos finales, en todos estos cuentos tiene el lector la impresión de que Ignacio del Valle ha dado con el tono más adecuado a cada tema, a cada situación, a cada esquema narrativo. Y por eso este es un libro repleto de sugerencias y con páginas deslumbrantes como la de Corazón, que termina con esta frase que cierra un círculo perfecto:
Pero yo no subí, Galiana, tenía que volver contigo.
Santos Domínguez