Llega el atardecer y comienzo a recorrer por el sendero lleno de verdes arboledas.
Parece que me pierdo, no estoy perdido, simplemente me detengo a contemplar cada movimiento a mi alrededor.
Por un momento todo parece detenerse, el aire toca mi piel, me inundan un sin fin de delicados aromas, no logro reconocer cada uno de ellos, pero sé que están ahí.
Retomo mi andar y continúo admirando la belleza que frente a mis ojos encuentro, no me puedo detener porque cada una de ellas me conduce a ir descubriendo cada espacio, cada parte que a mi alrededor se encuentra.
He perdido la noción del tiempo, han pasado las horas; una, dos, tres,…, cinco, la verdad no lo sé. Mi mente me dice que ha llegado el momento de regresar.
Estoy de regreso y la oscuridad ha atrapado las bellezas que nos ojos podían observar, ahora ha llegado el momento de percibir los sonidos que me indican el camino. Los murmullos de los seres nocturnos invaden la noche pero más aún invaden mi pensar. Ahora observo que a lo lejos el cielo se comienza a iluminar por los destellos que producen los relámpagos, parece que lloverá pronto, la lluvia se acerca cada vez más rápido, creo que me alcanzará. Dejo que el tiempo y la naturaleza decidan y me resigno a esperar, derrepente unas gotas comienza a caer sobre mí, es inevitable, la lluvia ha llegado. Ahora con mayor fuerza empapa todo mi cuerpo recorriendo cada gota mi ser. Camino bajo la lluvia, y comienzo a disfrutar cada momento que recorro, camino bajo la lluvia sin saber cual será mi destino, solo disfruto del momento. Derrepente, sin saber cómo he regresado, he llegado a mi hogar, más no puedo esperar y deseo que el amanecer llegue para poder recorrer nuevamente ese sendero, y sobre todo ser atrapado por la lluvia y caminar, sí, caminar bajo la lluvia.
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