Camino de Salta a Cafayate (o el juego de encontrar formas en las rocas)

Por Magiaenelcamino @magiaenelcamino

La naturaleza es imponente. El agua y el viento trabajaron con total desparpajo durante millones de años. Ese trabajo constante originó increíbles formas que hacen que la Quebrada de las Conchas, en el camino de Salta a Cafayate, sea un paisaje bellísimo y que aburrirse sea casi  imposible.

Salimos temprano desde Salta en una de las combis de la empresa Tastil Turismo. Tahiel seguía dormido sobre mis piernas y cada tanto asomaba su cabecita por la capucha de la campera que lo tapaba como diciendo “todavía no me voy a despertar”.
Tomamos la ruta 68, que une Salta con Cafayate, y durante los primeros kilómetros observamos un valle ancho, con algunas plantaciones de tabaco y pequeños pueblos. Es el valle de Lerma. Hicimos una parada técnica, en la que Tahiel tomó su leche chocolatada que le habíamos llevado preparada, y seguimos camino hasta llegar a Alemanía. Alemanía es un pequeño pueblo en el que, según nos contaron, apenas vive una quincena de familias. Hasta allí llegaba el ramal C13 del Ferrocarril Central Norte, que tenía como objetivo atravesar el complicado relieve de la Quebrada de las Conchas, pero que justamente por las grandes obras que era necesario realizar para lograr que llegara a Cafayate, se quedó truncado en este pueblo.

A partir de ese momento, el paisaje cambia totalmente y un manto rojizo de despliega ante nuestro ojos. Estamos oficialmente en la Quebrada de las Conchas. Hacemos la primera parada oficial para conocer la Garganta del Diablo, una formación rocosa rojiza y erosionada, principalmente, por el agua. Cuando me paro frente a estos paisajes me imagino al agua o al viento como si fueran artistas que utilizan a los elementos de la naturaleza como lienzo y, simplente, crean maravillas.

La segunda parada, a muy pocos metros de la Garganta del Diablo, es el Anfiteatro. Algunos dicen que tiene el 40 y otros, el 70% de la acústica que tiene el Teatro Colón en la Ciudad de Buenos Aires. No sé quién tiene razón, pero la música del siku que tocaban unos chicos sonaba muy bien, y Tahiel se divirtió mucho jugando al “eco” y viendo como los demás se reían.
Muchas veces me explicaron el plegamiento de rocas y el ascenso y descenso de bloques, pero ver el resultado en vivo y en directo, imaginar cómo fue cada plegamiento y superposición es un regalo que nos da la naturaleza y que todos deberíamos poder ver.

Tahiel ya estaba súper despierto y, si bien en la combi se había hecho muy amigo de Juana y Fran, creo que prefería correr y trepar por las rocas que mirar por la ventanilla. Además, Juana, lo incitaba a armar montañas de piedritas y eso, a él, le encanta. Me imagino con un nene más grande, haciendo este mismo recorrido y parando el vehículo a cada paso para descifrar la forma que a la naturaleza de le antojó crear en la roca. En el último tramo hasta llegar a Cafayate podemos encontrar hermosos paisajes junto a el Obelisco, el Fraile, el Sapo y varias otras formas más, que solo es cuestión de prestar atención y activar la imaginación para verlas.

Ya más cerca de Cafayate vuelve a aparecer ante nosotros una formación imponente: Los Castillos, las Ventanas y los Coloraditos.
Para los que estén en vehículo propio y tengan tiempo, les recomendamos hacerse una escapada por la Ruta 40 y conocer la Quebrada de las Flechas, un sitio donde parecen salir flechas de rocas del suelo y que seguro también les gustará mucho.

Llegamos a Cafayate pasado el mediodía, justo para un rico almuerzo. Dejamos nuestras cosas en el Hotel Asturias, donde nos alojamos tres noches porque fueron los que nos ayudaron con la presentación en la zona de nuestro proyecto social, y nos preparamos para conocer la ciudad. Un lugar tranquilo e ideal para hacer base y recorrer varios atractivos por la zona, que les contamos en otro post.

Información útil

La mayoría de las excursiones regresan a la ciudad de Salta luego del almuerzo y de una o dos horas para recorrer Cafayate. En el camino de regreso suelen parar en Los Castillos. Y, en algún tramo del recorrido, suelen hacer una visita a una bodega, ya que la producción vitivinícola es la principal en la zona de Cafayate.

El mejor horario para visitar las formaciones rocosas de la Garganta del Diablo y del Anfiteatro es a la mañana, por la posición del Sol.

Claro que el recorrido también puede hacerse desde la ciudad de Cafayate a la de Salta y se pasa por los mismos sitios.

No se olviden de lavar gorro para el Sol.

Si van en vehículo propio pueden frenar todas las veces que quieran, pero recuerden respetar los espacios para hacerlo.

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Agradecemos a Andes Líneas Aéreas, a la gente de Turismo de Salta, al personal del Hotel Asturias Cafayate y a la gente de Tastil Turismo por permitirnos conocer estos hermosos lugares y ayudarnos con nuestro proyecto social.