perdón por los más de 20 días de abandono pero estoy fuera y no tengo conexión a internet, por lo que me ha sido imposible seguir escribiendo. Pero de nuevo estoy aquí, hoy con la cuarta entrega de El Camino de Santiago. Pues bien, el cuarto día deberíamos haber hecho la etapa Estella-Torres del Río, el único inconveniente es que la etapa constaba de 29km, y tras tres días de caminata preferimos acortarla, haciendo 21'2km y parando en el pueblo de Los Arcos.
Aquel día madrugamos de nuevo, como ya he dicho en las entregas anteriores, es preferible madrugar y dormir menos pero quitarse las horas donde el sol aprieta más. Empezamos a andar sobre poco más de las 05:30 de la mañana. La salida de Estella se hace cruzando el pueblo hasta que se coge un camino de tierra que llega a unas bodegas, que es uno de los puntos de El Camino más peculiares. ¿Por qué? Bien sencillo, tiene una parte abierta las 24h en las que hay dos fuentes, en una de ellas sale agua, y en la otra... VINO! Jejejeje, sí sí, tal cual habéis leído, vino de sus bodegas.
Por lo que se ve, antiguamente había una tradición en la que los monjes del monasterio daban un trago de vino a los peregrinos para que repusieran fuerzas para proseguir con la travesía. Y para no perder la costumbre han hecho eso, poner una fuente de la que sale vino, aquí unas fotos de ello.
- Recién cogido el camino que lleva a las Bodegas Irache -
- Las fuentes, a la izquierda la de vino, a la derecha la de agua -
- "¡PEREGRINO! Si quieres llegar a Santiago con fuerza y vitalidad, de este gran vino echa un trago y brinda por la Felicidad" -
Tras el parón por la Fuente del Vino de Irache seguimos con la travesía, hasta llegar un poco más adelante a una bifurcación. En este punto El Camino se divide en dos, la mayoría de los peregrinos escogen el camino que va hacia la derecha, nosotros... no fuimos de esa mayoría, y creo que hicimos bien. Durante las dos horas que caminamos hasta que el camino se volvió a juntar y pasó a ser uno de nuevo tan solo nos cruzamos con 6 peregrinos, pero el paisaje que vimos fue precioso. Al principio cruzamos un espeso bosque y fuimos subiendo hasta llegar a la cima de un pequeño monte. Una vez llegamos allí comenzamos a descender, hubo algún que otro repecho pero nada como la subida anterior.
Como anécdota contar que a lo largo de este camino nos cruzamos con cientos y cientos de sapos enanos, la mar de graciosos y que había que tener cuidado en no pisarlos, ya que iban como locos cruzándose por todos lados.
Al final, tras unas 6 horas más o menos, llegamos a Los Arcos, pueblo donde nos hospedamos y pasamos allí la noche. Este pueblo tiene poco que visitar, es muy pequeño y en una hora prácticamente recorrimos todas sus calles. Donde pasamos más rato fue en la Iglesia de Santa María, la que visitamos por dentro y pudimos pasar al patio interior. Un patio muy luminoso con un bello jardín en el centro.
Tuvimos la suerte, para no aburrirnos tanto desde la hora de comer hasta la de acostarnos, que había una exposición de cuadros en una de las salas de la biblioteca. Las pinturas eran excepcionales, aunque el autor no era conocido, pero la verdad ambos quedamos impresionados. Pero lo que más me gustó fue un panfleto que había justo en la entrada, en el cual explicaba la historia del refrán "Siempre perdiz cansa". Y como la entrada de hoy ha sido más breve os la voy a contar para que la sepáis vosotros también, ya que a mi me gustó mucho y me resulto graciosa.
Pues bien, todo empieza con el rey Enrique IV de Francia, hace cosa de unos 400 años, que por lo que se ve era bastante mujeriego y para no gastar a su mujer pues gastaba a otras, bueno, ya me entendéis. Al ser de la realeza tenía a sacerdotes en su corte a los que frecuentaba para confesarse y siempre se repetía la misma historia. Se confesaba de haberle sido infiel a su esposa, la reina. Y así semana tras semana, y el sacerdote siempre le decía que le tenía que ser fiel, que no podía ser que cada semana se repitiera lo mismo, que por favor dejara de irse con otras mujeres, etc. Hasta que un día el rey decidió invitar al sacerdote que le confesaba a comer y a cenar con él durante un mes entero. El sacerdote, claro está, aceptó y estuvo yendo a comer y a cenar durante un mes con los reyes. Además el rey hizo cocinar la mejor exquisitez del momento, perdiz, aunque solo era para el sacerdote, para él y para la reina el menú era otro. Los primeros días el sacerdote alucinaba y se relamía con la perdiz, ya que para entonces estaba al alcance de unos pocos solamente. El problema estuvo en que durante todo el mes, el rey únicamente le sirvió perdiz para comer y para cenar, sin variar ni un solo día el menú del sacerdote. Al final, como es lógico, el sacerdote acabó aborreciendo la perdiz. Al cumplir el mes, Enrique IV se le acercó y le preguntó: - "¿Qué tal las comidas y las cenas durante este mes?". El sacerdote le contestó: - "Hombre, siempre perdiz, cansa". A lo que el rey le replicó: - "Siempre reina también".
Así que de ahí viene la expresión "Siempre perdiz cansa". Yo os la he contado a mi manera de lo que recuerdo, habrá algo que varíe quizá pero la idea es esa. Espero que os hayáis divertido con nuestro amiguete Enrique IV y sus ocurrencias.
Pues bueno, esto ha sido todo por hoy, deseo que os haya gustado este 4º día de camino y a ver si para mañana o el martes puedo concluir con el 5º y último día de caminata. Un abrazo y un saludo a todos. Salud, kilómetros y seguid disfrutando de lo que queda de verano! Como de costumbre unas fotos aquí abajo ;)
- Cruzando el bosque -
- Llegando al punto más alto después de haber subido desde Estella -
- A punto de coronar "la cima" -
- Parón, bocadillo, frutos secos, agua y... a darle de nuevo! -
- Preciosidades que te encuentras por El Camino -
- Con uno de los cientos de sapitos o lo que fueran que nos encontramos -
- La naturaleza nunca dejará de sorprendernos, menudas telas de arañas tan bien hechas -
- Llegada a Los Arcos -
- En el patio de la Iglesia de Santa María -