Mi cuerpo se recupera a la misma velocidad que mi espíritu se serena. ¡Que maravilla debe ser recorrer estas etapas con un tiempo clemente!, ya sea primaveral u otoñal, pero bien sabemos que en Castilla no hay ni otoño ni primavera. Frómista es un buen lugar para comer y dormir, también para darte cuenta (mucha cuenta), contemplando sus iglesias, que hubo un tiempo en que las gentes de estas tierras entendían símbolos, a pesar de ser analfabetos, que nosotros hemos perdido la capacidad de intrepretar por culpa del racionalismo que ocultó la sabiduría que durante milenios se transmitió a través de rutas como el Camino; verdaderas autopistas de conocimiento con legajos ahora incompresibles para el hombre del siglo XXI. Aún así, te das cuenta, en lugares como Frómista, de que el espíritu de la Oca siempre está presente.
Distancia: 19 Km.Tiempo empleado: 5 horas.Incidencias: Sol y calor.A tener en cuenta: Paisaje monótono.
La noche anterior escribí esto:
Si vas a hacer una etapa corta, levantarte pronto, aún de noche, para salir a caminar cuesta bastante. Al fin y al cabo bajo las sábanas se está muy bien, pero... pero la idea de evitar las horas centrales del día y su intenso calor me estaba obsesionando. Así que me puse en pie, me vestí y bajé a desayunar.
El Hostal San Pedro no tiene bar dentro del edificio, sino al lado, esto te obliga a salir a la calle, pero vamos, el bar está al lado. Allí desayuné y ayudé a una pareja de minúscul@s taiwaneses a pedir algo para desayunar, su inglés era incomprensible para mí y su español era mudo. Y sí, he escrito "minúscul@s", porque os juro que por su aspecto físico no pude determinar su sexo, lo cual me daba exactamente igual, pero es que de verdad que nunca había visto a nadie tan minúsculo y "asexuado". Eso sí, su morfología suponía una gran ventaja a la hora de hacer una caminata bajo el sol.
También aparecieron por allí el francés y la brasileña que habían llegado destrozados la tarde anterior y que, antes, habían desayunado conmigo en Castrojeriz. Estaban enfadados y según ellos no habían dormido bien porque los españoles somos muy ruidosos.
Curioso, pensé yo, sobre todo teniendo en cuenta que según mis cálculos sólo éramos tres peregrinos españoles en esta hornada.
En fin, la etapa es corta y no hay mucho que contar, puesto que desde la salida de Frómista, hay una pista de buen firme en paralelo a la carretera, que con trazo vertical sobre el horizonte, apunta a la muy noble villa de Carrión de los Condes.
Pero hay una alternativa, ya en Población de Campos podemos seguir por un sendero diferente a la monótona senda paralela a la carretera que, además, aporta la ventaja de cierto nivel de sombra proporcionada por árboles.
La senda alternativa se une al camino mayoritario en la población de Villarmentero de Campos, dónde paramos a reponer fuerzas en un paradisíaco lugar. Allí, un espacio alfombrado de cesped, con mesas para el reposo y acompañado de ocas y cisnes (quién las puso allí sabía algo de su simbología).
Allí realicé mi primera parada para reponer fuerzas y me encontré con Ramón y D. También aparecieron Roberta, la coreana solitaria, el japonés risueño, las tres alemanas... en fin, todos los que nos íbamos hermanando.
Resultó difícil despegar el culo de la silla, el lugar incita a quedarse, pero la última práctica "gore" de Ramón manipulando las ampollas de sus piés con un surtido de agujas y Betadine, me proporcionó el impulso necesario.
Quería caminar solo, sin compañía.
El Camino continuaba recto, sencillo y aburrido. Paré en el siguiente pueblo lo justo para lavarme la cara y rellenar la cantimplora. Me estaba aburriendo.
Carrión de los Condes se acercaba, el sol comenzaba, de nuevo, a castigar duro. Ramón me alcanzó y juntos entramos en Carrión. Yo me alojaba en el Hostal La Corte, un lugar bastante recomendable, en pleno Camino, buen precio, buena cama y restaurante propio.
Llegar a tu destino antes de las dos de la tarde es una gozada, sólo tienes que ducharte, cambiarte y salir a la calle. Encima era día de mercado, así que todo estaba vivo.
Yo no era el peregrino típico, sólo iba a estar unos pocos días y mi espíritu hedonista me llevó a comer al restaurante del Hotel Monasterio de San Zoilo. Estaba sólo, pero eso para mí nunca ha sido un problema. Sí, está muy bien disfrutar de una buena comida en compañía, pero también está muy bien disfrutar de tí mismo.
Y eso hice.
Tocaba colada y siesta. Luego salir a la calle y volver a encontrarme con D. y Ramón, que estaba realizando un viejo truco de magia al alberguero mientras este intentaba convencerle de que fuera a comprar pan antes de que cerrasen las panaderías.
Luego, D. me habló de sus intenciones y volví a descubrir que la vida no le sonrie a todo el mundo, ni siquiera a todos los peregrinos.
En fin. Espero que todo lo que te dije te pudiese ayudar y si no, que al menos llegases al final de la tierra y vieses el rayo verde o apresado por el solpor llegaras a renacer en alguien que se gustase más.
Buen Camino.