Camino Inca a Machupicchu: el alma mineral

Por Pablosolorzano

¡Ay, Machu Picchu, pobre rostro mío,
Mi alma de piedra,
Exacta y rompidísima,
Innumerable e idéntica,
Vuelo del alma mineral,
Esencia de conciencia de relabrada fuerza!…
Martín Adán
(Introito, Santander, algunos años después)
Así que allí estaba yo. En el kilómetro 82 o Piscaycucho. Al mando de un grupo de turistas noruegos, en pleno Octubre, con cielos encapotados cuya grisura nos avisaba de una amenaza de lluvias. Por fin a punto de iniciar la caminata de mi vida. Trataba de aparentar tranquilidad, profundo conocimiento del lugar por donde íbamos a caminar. No quería que los nórdicos notaran que quien iba a dirigir y coordinar su viaje era una persona que como ellos iba a tener el placer de pisar por primera vez el alucinante Camino Inca que lleva hasta Machu Picchu.  
   ¿Cómo había llegado yo hasta allí? Por pura suerte. Aunque he estudiado turismo y he dedicado mucho tiempo a formarme para guiar nunca había tenido la oportunidad de dirigir un grupo de viaje en una caminata larga, y no cualquier caminata sino uno de los más impresionantes del mundo (véase aquí lo que dice El País de España). Explorandes, la empresa en la que trabajé desde asistente de oficina hasta Tour leader, me daba la oportunidad. Así que a caminar joven… Posiblemente no vuelva a tener un trabajo parecido, y eso lo lamento. Pero qué se puede hacer... En fin, lagrimeos afuera.

   Ya había tenido la suerte de hacer otras partes de la gran vía prehispánica pero no este que lleva hasta Machu Picchu: hay que recordar que en el Perú sobran kilómetros de esa ruta: de los 40 mil que existen en los países andinos sudamericanos, 25 mil se encuentran en tierras peruanas. La gran mayoría de ellos, eso sí, no están “acondicionados” ni son tomados en cuenta por la maquinaria turística para llevar por allí a sus clientes, pero también están plagados de maravillas. Los que mejor recuerdo de esos poco visitados tramos son aquellos con los que me crucé cuando me fui caminando 9 días desde lasfascinantes ruinas de Choquequirao hasta MachuPicchu; o también en la increíble zona del Pariacaca, en lasierra de Lima; o en la zona de Amazonas donde caminé por uno de los fragmentos mejor conservados del camino inca que he visto y que lleva desde Chachapoyas a Levanto. En fin, seguro que han sido más pero ahora no los recuerdo. Así que aquí va este escrito que no es sino la copia de los papeles que fui garabateando entre sudores, lluvias y campamentos bajo las estrellas –con algunos añadidos que hago ahora para darle más claridad al texto-. Posiblemente encuentres por allí mejores blogs donde haya verdaderos consejos de gente que ha ido con un grupo coordinado (no hay otro modo de acceder al Camino Inca), pero este escrito lo hace alguien que tuvo apenas que hacer mínimo esfuerzo (económico) para andar por la fascinante ruta que lleva a Machu Picchu, y todo esto porque tuvo la inmensa suerte (algún día tenía que llegar) de hacerlo como parte de su (delicioso) trabajo, como ya lo he dicho. Lo que quiero, sobre todo, es hacerte una invitación, motivarte a dar el paso: excesivamente turístico o no, el Camino Inca es una de las mejores experiencias que nadie que pueda pagarse un viaje debería perderse porque una de las mejores cosas que los viajeros pueden hacer es caminar, caminar y caminar. Además será esta la primera entrada que escribo este año a modo de desearnos suerte a todos los peruanos para que -¡ojala!- este 2014 el gran Qhapaq Ñan logre la denominación de Patrimonio Mundial dela Unesco
(Patio de un hotel en el Cusco, 17 de octubre, 2010)
He hablado con varios de los noruegos y parecen en su mayoría amables, aunque preguntan hasta por lo más mínimo en cuanto a seguridad y emergencia. Esto no es una molestia, al contrario, creo que todos deberían hacer algo como eso. Pero lamentablemente la palabra emergencia no se nos pasa por la cabeza cuando estamos de viaje, hasta que algo malo sucede claro, y entonces...
(Llactapata, 19 de octubre, 2010)
Llegamos por fin (después de casi 5 horas de camino desde el km. 82) a la zona donde acampamos: se llama Llactapata y me sorprende -todo iba a ser una sorpresa-, sobre todo porque por momentos le encuentro un cierto parecido a Ollantaytambo, lugar que visitamos ayer: ya sabes, andenerías inmensas que ascienden de forma vertiginosa y que le dan al sitio un aspecto de fuerte, de lugar impenetrable. Cuando llegamos todo está armadito: las carpas, el agua caliente, el baño, la comida recién hecha que empieza a oler: los porteadores son los héroes, puedo estar aquí yo con un idioma más, con un par de libros leídos, pero poco sirve, la columna vertebral de esta experiencia son ellos y de ellos dependemos. No podemos sentirnos más seguros, ni agradecidos.

Camino Inca. Cusco - Perú.


Camino Inca. Cusco - Perú.

Camino Inca. Cusco - Perú.

(Llulluchapampa, 20 de octubre, 2010)
Amaneció frío, aunque no tanto como imaginé que iba a ser. El verano en el hemisferio sur no está lejos, y eso se nota. Continuamos el camino de subida desde Llactapata, a través del valle de Cuscichaca, y pasamos por pequeños villorrios de contadas casas donde apenas llamamos la atención de los nativos: están acostumbrados a ver hordas de gringos por sus pagos. Vi en las puertas de algunas casas que la gente del lugar ofrece ciertos servicios y lo anuncian en inglés: algunos mensajes tienen gracia, te arrancan una sonrisa (ver fotos). Hasta que por fin llegamos al poblado de Huayllabamba. Elkin, el guía con el que trabajamos juntos para dirigir este grupo (también estuvo María, una chica muy diligente y amable) me llamó a un lado y me dice que hay una cosa donde una señora que siempre da de comer a los guías: un cuarto oscuro, teñido por el humo de la leña, un olor a carne y especias, el cacareo de una gallina que revolotea la tierra, el mugido lejano de un animal.

Camino Inca. Cusco - Perú.

Camino Inca. Cusco - Perú.

Camino Inca. Cusco - Perú.

Comemos tranquilamente. Pasan los porteadores cargados de esos bultos inmensos: de nuevo el sentimiento de agradecimiento y de culpa… Hacer este camino no sería posible, a no ser que se usen animales pero su uso dañaría el mismo camino y quizás harían que ande por aquí más gente de la que debe. No puedes dejar de pensar en la disyuntiva: unos hombres que hacen posible que viajes con comodidad y cuyo esfuerzo permite que el patrimonio se mantenga en buen estado… pero, ¿y ellos?, ¿sus espaldas?, ¿su salud?, ¿están afiliados?, ¿tienen seguro médico?... cuando intento hablar con uno de ellos me cambia el tema… sé que la empresa para la que trabajo se preocupa mucho por el trato a su gente (de hecho la recomiendan en el Lonely Planet y en diarios importantesde España y a ha ganado premios por buenas prácticas turísticas), pero esto que debería ser normal casi siempre es excepción: abundan los casos de explotación de varios “empresarios” inescrupulosos.

Camino Inca. Cusco - Perú.

Camino Inca. Cusco - Perú.


No es una norma pero habitualmente cuando uno paga un servicio de agencias comprometidas con buenas prácticas, y que respetan el trabajo de los porteadores, el precio del tour es elevado (eso salta a la vista, no hay que ser zahorí). Si pagas algo mucho más barato, es obvio que la calidad del servicio no va a ser el mismo y que el pago a los porteadores va a ser ínfimo. Eso hacen muchas, muchísimas, agencias, sobre todo aquellas que se meten al turismo como quien se mete a ser marchante de arte habiéndose dedicado toda su vida a la demolición de edificios: es decir, sin idea y sin estar enterado de conceptos como respeto a la gente, a la naturaleza, turismo responsable, etc. No sigo ahora con esto, es un tema complicado. Por ahora la cabeza se solaza porque de pronto el ambiente cambia y estamos en un alucinante bosque de queñuas. En mi vida las había visto tan altas y juntas en un espacio tan grande. Hace un poco de calor, se está bien caminando aquí.

Camino Inca. Cusco - Perú.

Camino Inca. Cusco - Perú.

Hemos subido bastante y luego de 6 horas de haber empezado la caminata llegamos a Llulluchapampa, a la sombra de la increíble montaña Huayanay. Habrá que descansar mucho, mañana empieza la subida hasta al primer “abra” o paso elevado; son 4215 metros sobre el nivel del mar, por tanto la caminata será más intensa y más extensa: casi 7 horas a pie. La noche es un regalo del universo: todo titila en una pantalla azulada, añejas luces enviadas por estrellas que ya no existen llegan a nosotros que estamos en medio de los Andes, agradecidos de que sea verdad tanta belleza.
(Phuyupatamarka, 21 October, 2010)
La claridad me deja ver el ascenso y con esa vista vienen las preguntas: ¿cuántos de estos turistas sentirán la pegada de los más de 4 mil metros?, ¿habrá algún contratiempo?, ¿habrá que bajar a alguno de emergencia? El que más me preocupa es un viejito cano, orondo, bonachón y barbado. Hablando con él me entero que importa vinos a su país. Confío en que el poder vikingo salga de donde sea y empuje a mi grupo hacia arriba.
 

Camino Inca. Cusco - Perú.

Desde la quebrada empezamos lentamente la subida: el Camino Inca trepa sinuoso por el lomo de las montañas y se pierde en la cima, en Warmiwañusqa. Hasta allí tenemos que llegar. Dejamos el verdor de Llulluchapampa y nos abrimos paso por el salvaje amarillear de la puna. Afortunadamente no hay ningún problema, excepto que una de las más jóvenes del grupo se ha doblado un poco el pie y camina más lento. Yo voy detrás de la tropa a modo de cierre. Delante van Elkin y María. Y mucho más adelante, veloces como solo ellos pueden ser en estas zonas, los porteadores.
   El viejito marchante de vinos, por el que temía, está fresco como una lechuga en este fuerte pendiente que nos apremia, pero es su esposa, una viejita con trenzas larguísimas que cada mañana hace estiramientos dignos de una joven bailarina de ballet, quien siente la pegada. A una hora de llegar a la cima hablo con ella, le doy aliento y le pido que me dé su mochila de ataque para llevarla yo. Me lo agradece. Y así, poco a poco, jadeantes pero felices, llegamos a Warmiwañusqa. ¡Al fin! Fotos, descanso, abrazos, sonrisas, bromas, satisfacción y éxtasis por ver toda la silenciosa belleza del sitio en el que estamos. 
 

Camino Inca. Cusco - Perú.

El cuerpo empieza a enfriar, hay que darle movimiento. Empezamos el descenso por una parte del camino que ha sido restaurado. Abajo está el río Pacaymayo. Hemos descendido una buena cantidad de metros pero nos queda todavía otro ascenso más: arriba, sobre los 4,050 metros esperan por nosotros las ruinas de Runkuraqay.  

Camino Inca. Cusco - Perú.


Camino Inca. Cusco - Perú.


Camino Inca. Cusco - Perú.


Luego de visitar este sitio arqueológico empieza el descenso. El amarillo ichu le va dando paso al verdor y hay más variedad de vegetación. El sendero pasa al lado de una pequeña y hermosa laguna y se empiezan a ver las primeras evidencias del fascinante bosque de nubes. 

Camino Inca. Cusco - Perú.


Camino Inca. Cusco - Perú.

 Abajo, a lo lejos, la silueta de los imponentes y sólidos restosde Sayacmarca, a 3,850 metros, resaltan sobre faldas de los cerros ya casi enteramente cubiertos de verdor. El lugar es uno de los más bellos en el Camino Inca, de hecho es, en mi opinión, la mejor zona del trayecto. Desde allí se observa el valle de Aobamba dominada por el gran apu Salkantay, al oeste, y el Pumasillo al norte. 

Camino Inca. Cusco - Perú.


Camino Inca. Cusco - Perú.

Camino Inca. Cusco - Perú.


Camino Inca. Cusco - Perú.

Bajamos un poco más y llegamos hasta el límite en que se inician los bosques de neblina, exactamente a Phuyupatamarca, a 3,300 metros. Los árboles son cubiertos por la gaza blancuzca de la niebla, lianas que bajan a saber de dónde porque no vemos la copa de los árboles, las piedras que forman parte del camino se han empozado de barro con la lluvia que ha empezado a caer. Uno de los pasajeros, que es científico, se pone hablador y me endilga un monólogo sobre la teoría del caos, terminamos hablando de la propina de los porteadores y de las novelas del sueco Larsson y lo increíble que es que haya una superproducción de escritores de novelas negras en países donde lo único oscuro es el tiempo de invierno porque el crimen parece un fenómeno parapsicológico mientras que es casi parte del costumbrismo de países como el mío. Acampamos al amparo de la blancura milenaria de los nevados. Pese a la lluvia el frío no es para nada intenso aunque tampoco es que todo esté cálido. Mi vista da una vuelta de 360 grados por todo el espacio, el mundo parece un sitio digno de ser amado.
   Dentro de la gran carpa que hace de comedor nos cobijamos a la hora de la cena. Abrimos un poco una parte de la carpa para ver las manos de los porteadores pasándonos platos humeantes donde rebosan omelettes y panqueques: ¡en plena lluvia, en medio de la nada, comiendo algo tan rico! Los porteadores, de nuevo los increíbles porteadores.Me voy luego a la carpa donde se cocina, Elkin y yo compartimos un té con el jefe de los porteadores: es amable, habla despacio y de vez cuando hace bromas. Al amparo de la lumbre sus dientes y pupilas parecen restallar. María, nuestra asistenta en el camino, sigue haciendo sus bromas. Es la alegría del grupo. Me cuenta que ha dejado a su hijito con la abuela para venirse a trabajar. Ella está contenta de hacer este trabajo. Ya son varias las veces que ha estado en el Camino Inca. La historia tremenda que me cuenta tiene como perfecta resonancia los salvajes sonidos de la noche que nos inunda: su familia tuvo que sacar el ataúd de un pariente que no había sido enterrado hace mucho para cambiarle de tumba pues lo habían puesto por equivocación en uno que no le pertenecía: un error en la burocracia de los vivos alteró la paz de los muertos. Si la historia fue cierta o no poco importa, lo que no olvidaré es el talento de la chica para contar algo tremendo –y con unos detalles de espanto- con una naturalidad y un poder de persuasión que ya quisiera yo.
(Aguas Calientes, 21 de Octubre, 2010, mesa de un restaurante con una cuzqueña bien fría al frente)
Nos despertamos muy temprano pero con buen ánimo y con la mirada puesta en las alturas. No podría ser de otro modo ya que arriban brillan intensamente los blancos penachos de las montañas nevadas de los Andes sobre los que la neblina se enrosca levemente y asciende tan despacio que se necesitan varios minutos para ver la superficie de esas alturas, como si conscientes de su belleza quisieran mostrar su esplendor solo a aquellos que no se hayan olvidado del significado de la paciencia. Pero hay que avanzar, Machu Picchu espera por nosotros.
 

Camino Inca. Cusco - Perú.

Ahora sí, si alguien se queja de que todo es subida le llegó la oportunidad de gozar de un puro y afilado descenso que nos llevará hasta el increíble bosque nuboso, o de nubes, en medio del cual se ocultan las alucinantes, y bien restauradas, terrazas de Wiñay Wayna. Luego de poco más de 2 horas de caminata en medio del bosque empieza una subida muy escarpada: sospecho que allí arriba está el Intipunku. Elkin y yo subimos raudos, y sí, allí está. Y más allá la vista maravillosa de un Machu Picchu bañado por un sol bruñido. Una vez más Machu Picchu me recibe, aunque en esta oportunidad desde una perspectiva diferente. Llegan los noruegos y les decimos que tenemos un hermoso regalito para ellos si hacen el esfuerzo y suben un poco más. Alcanzan la cima y se quedan petrificados por un momento. Luego se abrazan, sonríen, toman fotos: satisfacción total.

Camino Inca. Cusco - Perú.


Camino Inca. Cusco - Perú.


Camino Inca. Cusco - Perú.

Entramos como peregrinos respetuosos y silenciosos que han llegado a un sitio que siempre se imaginó pero nunca se pudo conocer. No hay mucha gente entre los restos, es Octubre, temporada baja, esa es la razón. ¿Debo hacer el intento de explicar la belleza de tan fascinante lugar? ¿Hay palabras para hacerlo? No, no, para qué. Tú que has estado allí sabes bien la conmoción que se siente en ese lugar vayas solo o con grupo, de mochilero o con un grupo guiado: la emoción tiene igual grado de intensidad. Y si no has ido seguro que ya me darás la razón. 
 

Machu Picchu Inca. Cusco - Perú.

Machu Picchu. Cusco - Perú.


La chica con el pie dañado siente que ya no puede caminar más así que dejo al grupo con Elkin y me la llevo a Aguas Calientes donde en el hotel podrá aliviarse. El pueblucho este que ha crecido como un cáncer al pie de las ruinas les parece “cool” a los noruegos. La pasan bien, comen como reyes, beben como vikingos. Son felices. Buen trabajo chicos. Gracias por todo a todos. Gracias a la vida (y a mis colegas de Explorandes) por haberme dado la oportunidad de hacer una de las rutas más increíbles del mundo.    A caminar viajeros. Que al paraíso se entra a pie. Saludos para todos. Que el 2014 venga lleno de caminos y aventuras.
Pablo.