Actualmente existe en el mercado una guerra de marcas que luchan por encontrar su lugar en el sector de la venta comercial.
La finalidad de esta campaña es la de vocear la superioridad del producto de fabricante contra el producto de distribuidor que ofertan las grandes superficies al desarrollar sus marcas blancas.
El mensaje es correcto pero limitado, no mueve a la acción, ya que el consumidor elige de acuerdo a sus circunstancias personales impulsado por la reducción y ahorro de costes en su cesta de la compra, no toma las decisiones tan sólo, mentalmente. El spot se enclava en un rango de frialdad notoria pese a la fuerza atractiva de su sencilla linealidad.
Por tanto, a pesar de que la lectura de sus imágenes se identifican con las premisas atribuidas para generar marca de empresa, se encuentra a faltar el valor emocional que promueva un nuevo prototipo de negocio, donde la importancia del aspecto humano tiene más peso, repercutiendo de este modo, en la mayor aceptación social por marcas de fabricante que de distribuidor, no al contrario.