Campaña electoral en Venezuela ¿sin Chávez?

Publicado el 08 abril 2013 por Darioalex


Por Crystina Martínez

Entre mi casa y la estación del Metro más cercana hay cuatro cuadras de distancia. Cuadras que estoy obligada a caminar de lunes a viernes en menos de 15 de minutos con tal de llegar temprano a mi trabajo. Mientras camino no me detengo a observar nada. Si alguien me tropieza soy yo quien pide disculpa, si el perro abandonado se me pone en frente lo esquivo, si el vendedor ambulante tiene tomada la acera de la derecha me paso para la izquierda, si no llevo el dinero exacto para el periódico no lo compro.

Y con ese zigzagueo que pudiera hacerme ver como la persona más ecuánime del mundo, cruzo sin mayores preocupaciones el camino que me lleva a la gran urbe. Ayer intenté hacer lo mismo pero algo alteró mi cotidianidad. Los murales coloridos  que decían “Chávez corazón de mi patria” fueron reemplazados por otros que dicen “Maduro desde mi corazón”. Esto no solo me recuerda que ya estamos en la campaña para las elecciones presidenciales del 14 de abril sino también_ es lo más doloroso del asunto_  me devuelve de golpe a una realidad doblemente cruda: Chávez, por primera vez en 14 años, no es el candidato de la revolución.

Superada casi al instante y casi por fuerza las nostalgias por las campañas anteriores entro al Metro. A los vagones nos le cabe un alfiler, ese aparato perturbador se mueve lento y la temperatura sube. Un chico escucha a todo volumen música rap en su celular. Trato de pensar en otras cosas, por ejemplo, en la película que vi anoche, una en la que aparece Milla Jovovich asediada por extraterrestres. El señor que va a mi lado me hace un comentario: Que calor hace aquí, el aire no sirve ¿sabes por qué? porque la oposición está saboteando el Metro. Le digo que sí, que es muy probable que así sea, o que al menos el suceso se repite cada vez que estamos a boca de urnas.

Después de recorrer 21 estaciones y caminar otras cuatro cuadras llego a mi trabajo. Consulto en la red las páginas de noticias. Voy directo a las internacionales. Me intereso por el conflicto de las dos Coreas. Leo de prisa dos o tres artículos de opinión sobre el tema. Me digo a mi misma: las cosas están candentes. Ahora busco algo en nacionales, algo que de verdad sea noticia. Ya bastante he leído que Capriles insiste en plagiar los símbolos del chavismo y que es demasiado cursi y desfachatado que Maduro haya dicho, (¿metafóricamente?) que Chávez se le apareció, en Sabaneta de Barinas, vuelto pájaro. Quizás busco algo más que el “dime que te diré” y  las descalificaciones personales que se han desatado entre los principales candidatos de esta contienda. Dicho de otra manera, trato de hallar el nivel político de esta batalla, el discurso ideológico que esté a la altura de lo que ocurre en las calles, en las fabricas, en el campo, en las universidades, y ¿por qué no? en el Metro.

Aunque debo aclarar algo: No espero discursos consistentes de la derecha que me den que pensar. Suficiente con que no hayan sido capaces de hablar sobre su plan de gobierno. Suficiente con que Capriles prometa abstractamente “una Venezuela unida”, una “Venezuela de futuro”. Suficiente con que a escasas horas del fallecimiento del Presidente de este país, Capriles saliera a decir que ese muerto estaba muerto antes del 5 de marzo y que siguiendo los lineamientos de Cuba, Maduro estaba haciendo campaña con el cadáver para cuadrar el esquema electoral a su favor. Si no supiéramos lo que se esconde detrás de Capriles, de quienes lo financian, nos echáramos a reír panza arriba de tanta torpeza junta.

Uno puede entender hasta cierto punto lo agresivo que se ha tornado la campaña, tal vez por su brevedad (10 días) o por la ausencia del líder de la Revolución, pero de allí a caer en ese terreno pantanoso donde se ha sacado del juego electoral la lucha de ideas, la profundización en el trabajo político-ideológico es una especie de quimera que a la larga terminará siendo cuchillo para nuestras propias gargantas.

Existen tres elementos fundamentales que hay que analizar de esta campaña y digo fundamentales en la medida en que éstos han ocupado la mayor parte de la escena política. Uno es el interés que el Gobierno ha demostrado en aprobar la Ley de desarme y trabajar con más ahinco en el tema de la inseguridad. Problema que si bien no ha sido generado en los 14 años de revolución, es un mal histórico heredado de los gobiernos anteriores, al que nos ha faltado combatir con más entereza. Los significativos índices de criminalidad en el país no es algo que se pueda tapar con el dedo pulgar ni solucionar con el solo hecho de dar más acceso a la educación y a la cultura.

El segundo elemento (e introducido por Capriles) es el tema Cuba-Venezuela. Recientemente el candidato antichavista ha dicho refiriéndose a Maduro: Usted ganará las elecciones en La Habana, pero yo las voy  a ganar aquí en Caracas. Evidentemente se trata del anticubanismo. Capriles defiende la tesis de que Venezuela no es un país progresista y democrático debido a las alianzas que Chávez mantuvo con el mal llamado “castrocomunismo”. Ideas que calan perfectamente en la “clase media”. Si recordamos el asalto a la embajada de Cuba en abril de 2002 por parte de Capriles, quien para entonces era Alcalde del municipio Baruta, podemos inferir que no son simples palabras sino que el candidato opositor habla en serio, muy en serio.

Y el último elemento al que me refiero es al legado de Hugo Chávez. A esa manera en que la figura del Comandante sigue tan viva mediática y realmente que ni el mismo Capriles ha podido obviar. En declaraciones en rueda de prensa ha confesado que “aquí el líder,  el grande era Chávez”. Lo mismo repiten los seguidores de oposición. El objetivo según entiendo, es desmejorar a Maduro, porque Maduro es un simple obrero que nunca pisó una casa de estudios. Sigo pensando que sus asesores ignoran por donde va la discusión , que no ven más allá de lo que sus ambiciones de clase les permiten ver. En el fondo creo que el pobre Capriles, el autodenominado “flaco”,  no batalla contra Maduro, sino peor aún,  lo hace contra un muerto viviente.

Seamos sinceros, Capriles Radonski en esta campaña no tiene nada que hacer, apenas nadar para ahogarse en la orilla. Chávez, antes de morir no solo dejó designado el candidato para la continuación del proceso revolucionario, también dejó un plan para el desarrollo de la nación y sobre todo un pueblo enardecido que ha entendido el momento histórico que está viviendo, que con votos y lucha infatigable,  quiere honrar su legado, su memoria. La verdadera batalla más próxima para la Revolución Bolivariana no son estas elecciones del 14 -A  sino lo que viene después de ellas.