Hemos dejado discurrir unos días antes de acometer la difícil tarea de criticar los espectáculos televisivos navideños, especialmente lo que las cadenas abiertas ofrecieron el día de Nochevieja. Veo al Sr. Sobera con la recién casada Dª Cristina y, desde luego, la muchacha está algo más que bien, dejando poco a la imaginación el diseño del vestido que, ciertamente, no me parece adecuado para la temperatura de esta época, aunque la verdad, no haga demasiado frío. Telecinco sigue fiel a su principio de enseñar carne, carne humana, claro, y despelotó a sus presentadores antes de las doce de la noche, más de una (o uno) se habrá escandalizado con los encajes y la abundancia del rojo, hasta en los varones. Fue, como siempre, la prudencia de la cadena pública, quien nos ofreció a Anne y Ramón en estado puro, bastante recatada ella en estado de gravidez y con su clásica y ya conocida capa española, tras trece años presentando el evento, el caballero. Después, más de lo mismo y sesiones de música enlatada que hicieron buenas las repetidas apariciones de Raphael en la uno, hasta que el tedio de quienes habían optado por la celebración doméstica, alcanzase el nivel suficiente como para conducirnos hasta la cama más próxima, con el convencimiento de que, el año que viene, tendremos más de lo mismo en la programación habitual.
Por cierto, con un 65% de preferencias, la retransmisión de las campanadas preferida fue la de Televisión Española. Y eso que Cristina está muy guapa…