"Campanas de Etiopía" - David González

Por Marapsara

Me temo que la de Campanas de Etiopía no es una reseña que deba escribirse en frío.
Podría decir que he hecho una lectura serena y meditativa, pero lo cierto es que he leído de una forma compulsiva y voraz. Leo a David González desde que iba al instituto: han pasado unos cuantos años y esas ansias por devorar palabras, cuando tengo un libro suyo nuevo entre las manos, no me abandonan nunca. La sensación después de leer tampoco cambia: los poemas de David alimentan a puñados violentos esa parte irracional, antigua, profunda y chamánica que habita (estoy segura) en cada uno de nosotros. La despierta y la mantiene alerta hasta la próxima lectura.
La literatura de David González no se parece a nada, y se mantiene siempre fiel a sí misma. No se sale indemne de sus libros: por las cosas que cuenta y por cómo las cuenta, y personalmente creo que de un libro no se puede pedir mucho más. Él es auténtico y sigue su propio estilo, no necesita de ningún clan de palmeros sin personalidad a su alrededor para autojustificarse y sobrevivir: representa todo lo contrario a los mediocres que se arriman al sol que más calienta. Esto lo explica sin tapujos en el poema"Tinieblas":
TINIEBLAS 
autores sin talento
que roban tu luz
para que también
a ellos se les vea
y al final
la triste realidad:
o solo se les ve a ellos
y poco y mal
o no se nos ve a ninguno
se acerca el tiempo de los poetas menores 
charles simic 
Tiene tanta razón, que debería haber altavoces en todas las calles pregonando esto, para eliminar de una vez por todas esa lamentable tendencia. De tan ridículo, es hasta divertido recordar ahora los intentos de burda copia e imitación que unos cuantos han intentado hacer de la poética de David, las falsas lisonjas disfrazadas de amistad para medrar dentro de este estilo realista y visceral (sin tener nada que contar y sin talento para hacerlo), o para publicar en las mismas editoriales de las que precisamente ahora él se despide, veremos si en esto también resulta un ejemplo a imitar. Además de publicar una obra considerablemente extensa en diferentes editoriales, lo que ha hecho David por la literatura en este país es dar voz, con su ayuda, contactos y multitud de antologías, a otros muchos escritores que, lo merecieran o no, no conseguían salir por sí mismos del anonimato.
Uno de los rasgos que caracterizan sus últimos libros, es la inclusión de las citas al final del poema, dotando al texto de una nueva dimensión, enriqueciéndolo con matices añadidos a su significado. Al igual que en "Tinieblas" vemos lo acertada que resulta al final la cita de Charles Simic, en el poema "Tierra" hace lo propio Dostoyevski y, además, ambos poemas, para mí, se dan la mano.
TIERRA 
gente que irrumpe en tu vida
igual que un cohete
prometiéndote las estrellas
y que sale de ella de igual modo
como un cohete
cuando por fin descubre
que tú ya has estado en ellas
en las estrellas
pero has elegido
regresar a la tierra
poseo mi subsuelo 
fiodor dostyevski 
Alguien tenía que decir de una vez lo que pensamos todos. Sin disfraces absurdos ni actitudes teatreras y siempre falsas.
Defiendo y creo en la poética de David porque a pesar de conocerle y encontrarle en todos los eventos a los que hemos podido coincidir desde hace años, nunca jamás me ha pedido nada: ni ha querido comprar reseñas con libros regalados, ni me ha eliminado de su círculo de contactos por no hablar de sus libros en estos mares: no es algo de lo que puedan presumir todos. Por eso también sólo comento aquellos libros y autores en los que creo y de los que disfruto. Este es el único tipo de ejemplo que quiero seguir: el de la honradez, la sinceridad, el trabajo y el agradecimiento. No entiendo la literatura (ni la vida) de otra manera.
¿Por qué recomiendo siempre a David González cuando alguien tuerce el gesto si hablamos de poesía? Porque sus libros son perfectos para empezar a disfrutar de la máxima expresión de la literatura (la poesía) de una manera que cualquiera pueda comprender, ya que son narrativos y lineales, y siempre aguarda al final de cada poema un golpe de efecto magistral e inesperado. Nunca inventa nada que no surja de su propia experiencia, ni habla de cosas que no conoce o en las que no crea. Y si no, hagan la prueba, lean cualquiera de sus libros y luego me cuentan.
A pesar de que, por su propia condición y el tipo de temáticas que trata, parece condenado al malditismo, y es un poeta maldito que sin embargo puede presumir de haber servido, en vida, de objeto de un trabajo de fin de carrera: la filóloga Natalia Salmerón Suero ha redactado un estudio de sobresaliente, titulado "Aquello que conservamos después del naufragio", y que de momento puede adquirirse con la compra del poemario "Campanas de Etiopía" a través de la web de la editorial Origami.
Aunque resulta más sencillo definir un estilo o una generación desde la distancia, Natalia analiza a David González con sabiduría y cautela dentro de su contexto, en base a la poesía que se hace actualmente, y ha terminado por definir su obra como "poética de la consciencia", designación con la que el poeta se siente absolutamente identificado y cómodo. Efectivamente, la clasificación dentro de los "poetas de la conciencia crítica" o la "poesía de no ficción" que David defiende desde hace años, sin ser incorrectas se quedan cortas, y lo que ha querido Natalia es transmitir que David da voz a los más desfavorecidos porque ha sido o es uno de ellos, ya que no es lo mismo hablar desde la experiencia propia, que desde el cómodo sillón de la casa familiar con la televisión de fondo y las necesidades cubiertas (aunque la intención sea buena).
"González denomina a su poesía como poesía de no ficción por los temas que trata y por diferenciarse de las poéticas hegemónicas que dominan el panorama literario. Pero, ¿es justo este término? Sí y no: sí, porque su obra no ficcionaliza la realidad y presenta los hechos tal y como ocurren; no, porque denominar un estilo o una tendencia con un término negativo, siendo este vocablo uno de los que definen a la literatura, le hace perder efectividad y, en cierta medida, lo aleja de ella. De mismo modo, pienso que la definición de lo poético, en general, pero concretamente de su poesía debería atender a la impresión que produce, al sentimiento que genera, por lo que términos como poesía de choque, de la evidencia, de la conmoción, del quiebro se ajustarían mejor a la expresión de lo que he denominado poética de la consciencia." 
En su estudio, "Aquello que conservamos...", Natalia realiza un estupendo recorrido por la evolución de la literatura, la política y la conciencia social de España en las últimas décadas, enlazando con acierto esas influencias con las características que definen la poética de David González. También, y sobre todo, destripa y define con precisión de cirujano la obra completa de David, por lo que una lectura a tiempo de "Aquello que conservamos...", puede resultar muy enriquecedora para cualquier lector interesado o curioso. A mí, personalmente, me ha encantado. Conozco bien la obra de David y creo que no deja ningún cabo suelto y, lo que es igualmente importante, redacta con una finura y un respeto implícito que es digno de mencionarse, y agradecerse.
Sinceramente, espero que aunque la publicación de "Campanas de Etiopía" marque la despedida con al editorial Origami, sea posible que los siguientes Cuadernos "Los que viven conmigo", del que estas campanas son su primera parte, vean poco a poco la luz en alguna otra editorial donde encajen mejor este tipo de libros, que les den voz y que sean fáciles de encontrar en las librerías, cosa que ahora no sucede.