Cuarenta años después de su construcción, Can Lis pasará de ser una exención en los catálogos de edificios protegidos a convertirse en un referente internacional. Tras la muerte de Jorn Utzon, el arquitecto legó sus dos casas mallorquinas a dos de sus hijos. Mientras Lin heredaba Can Feliz, Can Lis –su debut arquitectónico en la Isla– pasaba a manos del primogénito, Kim, que hace unos meses decidió deshacerse de ella. Pese a las dudas iniciales sobre la posibilidad de que la casa cayera en manos extrañas, la Fundación Utzon se ha confirmado como la nueva propietaria.
«La idea es que Can Lis pueda servir como vivienda de residencia para arquitectos de todo el mundo», aseguraba el presidente de la Fundación, Christen Obel. Pese a que la familia del arquitecto no ha querido hacer público el precio de la operación, el centro danés ha reconocido que la compra ha sido posible gracias a una donación de la familia Obel.
La Fundación Utzon, que trabaja en el proyecto desde hace meses, espera que sea el próximo mes de octubre cuando Can Lis pueda abrir sus puertas como centro de estudios e investigación en torno a la arquitectura. Expertos de todo el mundo –además de estudiantes de arquitectura y académicos– podrán solicitar estancias de tres meses en la casa hasta junio. La Fundación Nacional de las Artes de Dinamarca será la encargada de evaluar y seleccionar las solicitudes. El resto del año se estudia que acoja seminarios y talleres sobre la obra de Utzon además de la posibilidad de recibir visitantes.
«Es una magnífica noticia. Esta adquisición garantiza no sólo la conservación de la casa sino la organización de actos que sirvan para mantenerla con vida», expresaba ayer el arquitecto y ex presidente de la demarcación de Mallorca del Colegio Oficial de Arquitectos de Baleares (COAIB), Federico Climent. La iniciativa de la institución danesa recoge el testigo de un proyecto anterior con el que quiso organizar seminarios durante los meses de verano que sirvieran para analizar la obra de Utzon en todo el mundo. Pese a que la fundación planeó también la celebración de uno de esos talleres en Mallorca, la construcción de su sede en Aalborg paralizó la idea.
Como presentación de este nuevo proyecto, la Fundación Utzon clausuró a finales de junio una exposición en su sede de Aalborg (Dinamarca) en la que presentaba fotografías inéditas de Can Lis. Ahora la institución trabaja en la reforma y acondicionamiento de la casa dirigida por el arquitecto Lise Juel y en la que colabora el hijo del Premio Pritzker y ex propietario, Kim Utzon. «Mi padre modificó la finca varias veces a lo largo de su vida, pero lo cierto es que nunca ha sido rehabilitada», recordaba ayer su hija, Lin Utzon.
La residencia del afamado arquitecto danés siempre ha sido un reclamo para muchos visitantes en Santanyí. Desde el Ayuntamiento recordaron ayer que no tienen la potestad para proteger Can Lis y que debe ser el Consell de Mallorca el encargado de hacerlo. «No tenemos un Catálogo de Patrimonio», recordó Llorenç Galmés. Sí que la Fundación Utzon ha registrado en el Consistorio algunas solicitudes para comenzar las reformas del interior de la casa.
Desde 1971 Can Lis, bautizada con el nombre de su esposa, ha sido una de las paradas obligatorias para muchos turistas amantes de la arquitectura de Utzon y que tuvieran el tiempo de recorrerse parte de Portopetro en busca de la casa. Se compone de cuatro viviendas unidas por muros y patios que suman unos 350 metros cuadrados. Sin embargo lo que si deja con la boca abierta a cualquier curioso es su situación al borde de un acantilado orientado al sur.
La casa está construida de un tipo de piedra de arenisca propia de la zona y asentada sobre vigas de hormigón. Otra de sus características es que Utzon decidió construir la casa con ladrillos amarillos que la hacen prácticamente invisible en el paisaje. Para los expertos la esencia de la vivienda es que evoluciona la tradición arquitectónica local. El techo es completamente plano, las puertas y ventanas de madera en el exterior de la pared se unen de forma prácticamente inapreciable a simple vista". (elmundo.es)