Tras la costa venezolana tocaba aparcar el tema playa por una temporada y adentrarse en el interior del continente. A veces parece que Sudamérica esta hecha a propósito para mochileros. La ruta lógica para ir de Venezuela a Brasil es hacia el interior, bajando hacia el Sur venezolano para alcanzar el Amazonas brasileño. Pues bien, por el camino se pasa forzosamente por una de las zonas más espectaculares del país.
Es la Gran Savannah venezolana, tierra de montañas planas, cascadas alucinantes y paisajes memorables en general. Un lugar medio salvaje y poco habitado que, sí o sí, hay que atravesar para ir a Brasil. Así que ya teníamos que pasar por allí, parecía lógico aprovechar y ver un poco la zona.
Dudamos muchísmo sobre si hacer la excursión al Salto del Angel, la catarata más alta del mundo, o la de Roraima, un trekking de esos de varios días. El problema es que ambas son bastante caras y los bolivares que habíamos obtenido al buen tipo de cambio no iban a aguantar dos golpes tan grandes.
Otro problema adicional era el de siempre: la falta de tiempo. Teníamos que llegar a Ciudad Bolivar, punto de partida hacia Salto del Ángel, en el bus nocturno y partir esa misma mañana a la excursión. No nos podíamos permitir pasar un día allí haciendo el gañán y preguntando precios. Es un problema esto amigos, contratar excursiones por teléfono siempre va a ser mucho más caro que negociarlas en persona.
El Cesna
Cuando, todavía en Puerto Colombia, decidimos que íbamos a hacer Salto del Ángel y luego ya veríamos lo otro, hablamos con un contacto que me había conseguido Gonzalo, el de Gravity en Mérida, y le acabamos comprando el tour por 2200 bolívares creyendo su palabra de que era el mejor precio.
Posteriormente nos enteramos de que gente en nuestro grupo había pagado menos y hasta conocimos más tarde peña que había pagado 1800 bolívares. Moraleja: viajar con prisas sale caro.
En fin, podemos considerar que pagamos esa diferencia por no perder ningún día y tener un tipo que nos recogió de la estación de bus y nos llevó directamente al aeropuerto de Ciudad Bolívar. Al aeropuerto había que ir porque la única forma, o la única forma de razonable, de llegar a las Angel Falls es volando a un lugar llamado Canaima, pérdido en mitad de la nada y sin acceso posible por carretera.
El vuelo para llegar allí ya es parte de la aventura y empieza a justificar la pasta que has pagado. Lo haces en una avionetilla Cesna de esas de cuatro pasajeros que parece que va a haber que pedalear para que despegue. Dura como una hora y el paisaje que se ve durante ese tiempo es bastante alucinante. Cualquier rastro de civilización desaparecer a los cinco minutos salvo por unas cuantas minas de hierro que vistas desde arriba parecen Isengart.
Saltos de Canaima desde el aire
Luego viene una zona pantanosa enorme, con un río gigantesco marrón que forma lagunas e islitas de todo tipo de tamaños y formas.
Al rato el río desaparece y lo único que se ve es jungla verde interminable que bordea unas montañas no muy altas y planas en la cima. Son los famosos tepuis de los que voy a hablar bastante en los siguientes posts.
Llegando a Canaima se divisa una cascada que, ya por sí misma, merecería una visita. Son los saltos de agua de Ucaima, Golondrina y el Sapo, que tendríamos la oportunidad de ver de bastante cerca. En resumen, un vuelo espectacular que ya va amortizando un poco el precio del tour.
Aterrizamos y nos llevaron al campamento donde nos juntamos con el resto de la peña con la que íbamos a hacer el tour. La típica mezcla internacional de ingleses, suizos, holandeses y varias nacionalidades más. Bien el campamento, con habitaciones más que decentes con baño privado. Aceptable la comida que era buena pero no muy abundante. Terrible el precio del bebercio: cervezas a 15 bolívares y botellas de ron a 180.
Laguna de Canaima
En general Canaima no está nada mal. No es que haya mucho que hacer allí pero el sitio es curioso.Tienes una laguna enorme que rodea los saltos de agua que vimos desde el avión y que resulta muy pintoresca con esas palmeras plantadas allí en medio. Supongo que es buen sitio para quedarse unos días de relax siempre y cuando vayas bien aprovisionado.
Por la tarde atravesaríamos en un bote la laguna para ver de cerca los saltos de agua de que habíamos divisado desde el avion. El bote paró en la orilla opuesta e iniciamos una corta caminata hacia un salto algo más lejano: el del Sapo, cuya originalidad consiste en que literalmente lo puedes atravesar caminando.
Bajo la cascada del Sapo
Es una pasada esa excursión amigos. Caminas un buen rato por una especia de caverna rocosa situada exactamente debajo de la caída de agua. Aquello es resbaladizo de cojones y obviamente te empapas. Por momentos la fuerza del agua que te cae encima casi te impide avanzar. De nuevo la cámara acuática demostró ser una grandísima inversión. Lástima que le quedara tan poco tiempo de vida…
La cascada del Sapo la acaba uno viendo desde todas las perspectivas. Tras atravesarla por dentro se llega a un primer mirador donde se la ve desde fuera y muy de cerca. Luego se sube a un segundo lugar más elevado donde se la contempla desde arriba y la foto incluye todo el paisaje de la laguna. Al parecer el lugar se usó para rodar escenas de Parque Jurásico.
Nos fuimos de vuelta al campamento con la sensación de que Canaima nos había amortizado otro poco más del pastizal que habíamos pagado por aquella excursión. Aún sin haber visto todavía el famoso Salto del Ángel, objetivo principal del tour, el asunto ya había dado bastante de sí…