Ante la inminente aparición de inspectores nucelares diseña un plan para huir a las Islas Canarias, su tierra natal.
Sin embargo, fueron tantos los años en América que ni se acordaba ya de donde quedaban las islas.
La empresa trató de buscar un suplente sin mucha fortuna. Primero pensaron en Frank Grimes, pero estaba muerto. Luego en la heroica Barra inanimada de carbono, pero no quiso. Finalmente el puesto fue dado a un antiguo astronauta.
Regresó a Estados Unidos como emigrante retornado y se dedicó a escribir libros sobre alpistes.