Canción de hielo y fuego no está tan mal

Publicado el 13 marzo 2014 por Vigilis @vigilis
Tras leer los libros publicados hasta ahora de la saga de Canción de Hielo y Fuego, quiero compartir con vosotros algunas reflexiones. No me gustaría caer en la crítica fácil, aunque como todo hijo de vecino siempre es más sencillo sacarle los colores a algo que alabarlo. Así que intentaré ser equilibrado en estas reflexiones, y además no revelar ningún detalle de la trama.

Westeros en la traducción al español se convierte en Poniente.

Hay gente que cree que la literatura de esparcimiento es por sí misma de baja calidad. O que lo que se escribe hoy es mucho peor que lo que se escribía antes. Estas ideas son tan antiguas como Gutenberg o más. Siempre han corrido los mismos mitos sobre el leer (de hecho, siempre han corrido los mismos mitos sobre todas las cosas bajo el cielo). En particular, en nuestra época, todavía noqueados por la singularidad tecnológica de la comunicación instantánea planetaria, la información que tenemos nos desborda. Cuesta más, por tanto, separar el grano de la paja. Hoy las editoriales emplean los medios sociales para promocionar libros, pero estas promociones tienen un alto componente de publicidad engañosa: gente que cobra por escribir críticas al peso y puntuar los libros, etc. También ayuda en la promoción la televisión o el cine. Una novela pasa a ser popular porque su publicidad te dice que es popular, después porque un crítico te dice que es popular y, finalmente, cuando hacen la película o la serie, se vuelve popular.
A Canción de Hielo y Fuego le sucede en parte esto. Pero en origen no le sucedió. Cuando se empezó a publicar hace casi veinte años, este cuento era territorio de friquis aficionados al género. Hoy vivimos en Xanadú, todo es guay y lo que otrora era motivo de burla pasa a ser mainstream —el éxito de The Big Bang Theory es muy gráfico al respecto—. Hoy esta saga pasa a ser de dominio público y quienes no se autodenominan friquis también siguen las andanzas de los Stark y los Lannister, si no con los libros, con la serie de televisión. Una vez que algo pasa a ser popular, abandona su velo de hermetismo y a continuación pasa a ser criticado como "literatura barata" o "literatura fast food". Cuando hay poco de algo ese algo es especial, cuando hay mucho no, aunque ello sea exactamente la misma cosa. Gloriosa raza la nuestra.

La Bahía de los Esclavos es el mar Egeo y la antigua Valyria el Peloponeso.

Como digo, no quiero criticar a Canción de Hielo y Fuego por ser popular, pero sí llamar la atención sobre la no causalidad entre éxito y calidad. Sobra decir que tipos como Dan Brown producen best sellers que objetivamente son de una calidad ínfima. Hay más ejemplos que yo no he testado como los del sueco ese del bidón y Crepúsculo. Nota: el estándar de calidad no tiene por qué bajar con la edad del público objetivo. Los chavales de doce o catorce años se merecen leer obras de calidad. ¿Es Canción de Hielo y Fuego una obra popular y de calidad? Popular sí es, acerca de su calidad debemos tener una pequeña charla. Acercaos a la chimenea.
Hay dos trucos manidos para escribir narrativa. Uno es extremar los estereotipos, abusar del cliché y repetir incansablemente tropos conocidos por el lector para que no se sienta perdido. El otro consiste en descontextualizar historias que nos son conocidas. Canción de Hielo y Fuego usa estos dos recursos a lo largo de sus miles de páginas (y las que quedan). Pero tiene un punto que lo hace diferente y es la sensación de paso del tiempo.

Mola que el señor Martin tenga aspecto de personaje.

George R. R. Martin usa dos técnicas para trasladar esta sensación de paso del tiempo. Una es el empleo del escenario climático. A lo largo de las obras, el clima va cambiando con las estaciones. El primer libro, Juego de Tronos, comienza con el fin del verano, los hechos que suceden a continuación pasan en otoño y al cabo de Danza de Dragones (último libro publicado hasta ahora) comienza el invierno. Los pueblos, parajes y ciudades de Poniente van cambiando según se extiende el frío. Las acciones de los personajes se ven trabadas por una dificultad en aumento de su movimiento, etc.  El segundo recurso es el uso de la muerte. No sólo la muerte de personajes protagonistas (es una obra coral, con docenas de protagonistas cuyas vidas se entrelazan), sino también la muerte de campesinos estándar y de soldadesca pseudomedieval. Hay batallas y mueren soldados. En las siguientes batallas, los señores tienen más dificultad para reunir tropas. Ocurre lo mismo con los barcos. Cada vez es más complicado reunir una flota. Estos números que se van reduciendo tienen consecuencias palpables. Los grandes asedios se detienen y de las grandes batallas se evoluciona a sitios y bloqueos. Pero esto también implica la aparición de nuevos jugadores. En Festín de Cuervos, la obra tal vez con menos fama, pero que yo considero fundamental para comprender este paso del tiempo, aparecen nuevos actores que un par de libros antes eran muy secundarios.
Al principio pensé que el autor simplemente quería seguir liando la trama con nuevos personajes. Pero llegué a la conclusión de que las grandes casas habían perdido mucho durante la guerra de los cinco reyes y por tanto, casas menores o gente que se había mantenido al margen adquirió una mayor relevancia casi sin buscarlo.

Peter Dinklage, gran descubrimiento de actor.


La canción se alarga en el tiempo, pero también en el espacio. El espacio geográfico es para George R. R. Martin la excusa para presentarnos una variedad de culturas (idiomas, religiones, costumbres civiles, especialización militar, urbanismo…). En Poniente, donde está la acción principal, diferentes casas dominan feudalmente el territorio. Las diferencias más grandes se encuentran entre el norte y el sur, con una amplia zona intermedia. Ahí todos son muy parecidos, sin duda debido a la duración de las "épocas" y a que más o menos todas las casas rinden vasallaje al Trono de Hierro. Pero si nos vamos a Essos, el continente oriental, vemos cómo esa forma de vida pseudomedieval cambia para presentarnos dos grandes áreas con ciertas diferencias clave. En el norte de Essos, las llamadas Ciudades Libres, ciudades estado que recuerdan a las repúblicas italianas. Todavía más hacia oriente, el exotismo va incrementándose al llegar a la Bahía de los Esclavos, donde ciudades estado que otrora fueron imperios se quedaron en una especie de edad antigua con su comercio de esclavos, sus pirámides y su lengua antigua en proceso de fragmentación dialectal. En el interior de Essos, en el llamado Mar de Hierba, viven nómadas que recuerdan vagamente a los mongoles. Al sur de Essos hay otro continente lleno de junglas, infranqueable y puede que poblado por gente de color negro. En el extremo oriente tras pasar un enorme desierto, están los chinos.
Sin duda toda esta variedad requiere un esfuerzo imaginativo, pero las referencias a lo que conocemos de nuestra historia están ahí.
Volviendo al tema de la muerte de personajes principales. Sí es verdad que esto logra transmitir la sensación de que los actos tienen consecuencias. Estas muertes las encuadro en lo que podemos denominar "aproximación hiperrealista" de George R. R. Martin. A veces, un personaje va a un sitio a coger una cosa y la cosa no está ahí. Es decir, lo que sucede no es lineal ni predecible y eso es un punto muy a favor que tiñe de realismo la historia. En otras ocasiones está todo listo para que unos cuantos se líen a garrotazos pero al final no lo hacen. Y quien jura lealtad a un señor, puede cambiar su lealtad ("cambiar de capa", lo llaman en el libro). Todo esto está muy bien. Pero el poder convincente de la "aproximación hiperrealista" se va al cuerno en el momento en que algunos personajes resucitan.

Sh*t!

Existe un delicado equilibrio que guardar cuando tratas de hacer una historia realista o plausible y tienes magia de por medio. Para que sea convincente, la fantasía donde hay magia debe cumplir unas leyes internas. La magia llega hasta aquí y siempre y cuando se cumplan estas condiciones. Limitar el poder mágico para crear el conflicto que haga avanzar la historia. Lamentablemente, cuando en igualdad de condiciones, a veces se usa la magia y otras veces no, la historia pierde consistencia. En particular me refiero al poder de resucitar a los muertos, al de meterse en la piel de otras personas o animales y al de crear sombras asesinas. Cuidado George, mucho cuidado.
Más. Tengo una crítica acerca de una repetida crítica que recibe la obra: el relleno. De las 4.000 páginas que lleva la obra, 1.500 son de puro relleno. Paja. Voy a este sitio, duermo allá, viajo en barco, desayuno, juego al sitrang (ajedrez con otro nombre), etc. Quienes se quejan de este relleno deben saber que en ocasiones es necesario para dar el look&feel del mundo que se describe. La mala colocación de las partes de relleno sí pueden provocar tedio pero yo reconozco su utilidad. Igual de útil que cuando los personajes hablan de guerras pasadas. Esas guerras que conocemos por vagas referencias tuvieron la consecuencia de crear el mundo que nos describe la novela. Eso sí aporta realismo y lo creo necesario, aunque en ocasiones exasperante.

Ramsay Nieve comiendo una salchicha. Gran momento.

Una última y pequeña reflexión sobre la estructura de la obra. Los capítulos se cuentan desde diferentes puntos de vista, a veces con saltos de continentes. En ocasiones, los ojos que nos transmiten el capítulo no pertenecen a un personaje principal, sino a un testigo de lo que sucede (un guardia de la corte, el maestre de un señor…). Esto es original, está bien y puede que con la magia de meterse en la piel de las personas realmente estemos viendo a gente controlada a distancia por quienes tienen ese poder (lo que sería un giro refrescante por inesperado pero complicado de hilar). El caso es que cada capítulo acaba en cierto cliffhanger (excepto los capítulos de relleno) y George abusa mucho de esto. Es más, abusa tanto de esta técnica del palo y la zanahoria —en la que el pornográfico Ken Follet es un maestro— que para enterarte de casi todo lo que sucede, te basta con leer la última página de cada capítulo.
¿Recomiendo la Canción para todo el mundo? No. Pero sí recomiendo la serie de televisión, que en estrecha colaboración con el autor, es apta para todo el mundo y una excelente adaptación. Los libros no se los puedo recomendar a todos porque con lo poco que se lee, meterse en miles de páginas entiendo que asusta y no quiero que la gente le coja miedo a los libros ya que ese es el primer paso para caer en las garras del fanatismo comunista. Ceterum censeo Carthaginem esse delendam.