Del vigor poético de Fulgencio Martínez (Murcia, 1960) no creo que quepan dudas razonables, habida cuenta del número de sus publicaciones recientes. En 2009 publicó León busca gacela; en 2010 hizo lo propio con El cuerpo del día; en 2012 nos entregó Prueba de sabor; en 2013 le tocó el turno a El año de la lentitud; y en 2014, este delicioso, profundo y a veces gamberro Cancionero y rimas burlescas. El ritmo de publicaciones es tan anonadante como envidiable. Ya desde uno de los poemas iniciales del volumen (“Un furtivo deseo”), el autor ya nos deja una muestra del tono irónico y demoledor que imprimirá a algunas de las composiciones que contiene: “Prescindiré de mis expectativas, / me bajaré los humos, iré a clases de yoga: / o me haré católico, amoral, imbécil, poeta lírico; /o (y no es lo último ni más abyecto que estoy dispuesto a hacer) / me leeré un libro de Prada creyendo que es buena literatura” (p.17). Pero que no se entienda que este tipo de pullas las reserva para el mundillo literario. Véase también el modo en que carga de dinamita las “Letrillas de la crisis completas”, un bravo poema de larga extensión dedicado a indicar los aspectos más negativos del antiguo rey Juan Carlos I. Se inicia con dos versos incendiarios (“¿Quién va de Corona a Corina / y no pierde su Majestad?”) y contiene estrofas tan incisivas como ésta: “Está España hecha unos zorros, / (es literal), de zorros llena. / ¿Quién no ve la patria deshecha / y la Hacienda en camisón? / -El Borbón”. Las burlas se extenderán también a políticos (Luis Bárcenas, Mariano Rajoy, María Dolores de Cospedal) y, en general, a la situación que vive España. Un ejemplo transparente de esto lo podemos detectar en el poema “Noche de Hispania”, un duro repaso a la actualidad de un país sin cultura, en el que la envidia y la mezquindad campean; en el que los jóvenes tienen que irse fuera para lavar “en las cocinas de Europa” (sic); en el que los políticos prefieren no dedicar su tiempo a la tarea de mejorar las cosas; en el que domina la más atroz oscuridad... “Aquí nace sin padre / cada generación”, lamenta el poeta en la página 95. Pero que no solamente espere amarguras o exabruptos quien abra las hojas de este magnífico libro: también encontrará un precioso romance escrito en homenaje a su madre (“Mujer de espaldas, y niño de frente”); celebraciones del viejo tópico del carpe diem, centradas en la degustación del vino, un licor que ha cruzado la cultura occidental para teñir de gozo a sus frecuentadores (“La brevedad de la vida”); un homenaje a esas muchachas que, morenas y hermosísimas, vuelven de la playa a la ciudad y perturban la visión de quienes se van cruzando con ellas, explosión de hermosura (“Septiembre y el síndrome de Stendhal”); y, como cierre del tomo, una colección de 150 aforismos, que se mueven entre lo lírico, lo humorístico y lo filosófico. Este Cancionero y rimas burlescas es, simplemente, un libro inteligente para degustar con calma. No se lo pierdan.
Del vigor poético de Fulgencio Martínez (Murcia, 1960) no creo que quepan dudas razonables, habida cuenta del número de sus publicaciones recientes. En 2009 publicó León busca gacela; en 2010 hizo lo propio con El cuerpo del día; en 2012 nos entregó Prueba de sabor; en 2013 le tocó el turno a El año de la lentitud; y en 2014, este delicioso, profundo y a veces gamberro Cancionero y rimas burlescas. El ritmo de publicaciones es tan anonadante como envidiable. Ya desde uno de los poemas iniciales del volumen (“Un furtivo deseo”), el autor ya nos deja una muestra del tono irónico y demoledor que imprimirá a algunas de las composiciones que contiene: “Prescindiré de mis expectativas, / me bajaré los humos, iré a clases de yoga: / o me haré católico, amoral, imbécil, poeta lírico; /o (y no es lo último ni más abyecto que estoy dispuesto a hacer) / me leeré un libro de Prada creyendo que es buena literatura” (p.17). Pero que no se entienda que este tipo de pullas las reserva para el mundillo literario. Véase también el modo en que carga de dinamita las “Letrillas de la crisis completas”, un bravo poema de larga extensión dedicado a indicar los aspectos más negativos del antiguo rey Juan Carlos I. Se inicia con dos versos incendiarios (“¿Quién va de Corona a Corina / y no pierde su Majestad?”) y contiene estrofas tan incisivas como ésta: “Está España hecha unos zorros, / (es literal), de zorros llena. / ¿Quién no ve la patria deshecha / y la Hacienda en camisón? / -El Borbón”. Las burlas se extenderán también a políticos (Luis Bárcenas, Mariano Rajoy, María Dolores de Cospedal) y, en general, a la situación que vive España. Un ejemplo transparente de esto lo podemos detectar en el poema “Noche de Hispania”, un duro repaso a la actualidad de un país sin cultura, en el que la envidia y la mezquindad campean; en el que los jóvenes tienen que irse fuera para lavar “en las cocinas de Europa” (sic); en el que los políticos prefieren no dedicar su tiempo a la tarea de mejorar las cosas; en el que domina la más atroz oscuridad... “Aquí nace sin padre / cada generación”, lamenta el poeta en la página 95. Pero que no solamente espere amarguras o exabruptos quien abra las hojas de este magnífico libro: también encontrará un precioso romance escrito en homenaje a su madre (“Mujer de espaldas, y niño de frente”); celebraciones del viejo tópico del carpe diem, centradas en la degustación del vino, un licor que ha cruzado la cultura occidental para teñir de gozo a sus frecuentadores (“La brevedad de la vida”); un homenaje a esas muchachas que, morenas y hermosísimas, vuelven de la playa a la ciudad y perturban la visión de quienes se van cruzando con ellas, explosión de hermosura (“Septiembre y el síndrome de Stendhal”); y, como cierre del tomo, una colección de 150 aforismos, que se mueven entre lo lírico, lo humorístico y lo filosófico. Este Cancionero y rimas burlescas es, simplemente, un libro inteligente para degustar con calma. No se lo pierdan.