Sábado a la noche. Calle oscura y polvorienta de pueblo chico. Una luz ilumina parcialmente la cuadra pero al final de la esquina una puerta abierta invita a pasar. Es una peña folklórica de esas que tienen en sus paredes prolijamente alistadas todo tipo de herraduras, banderines, y cuadros y trofeos de carrera de caballo. El humo está instalado bien arriba del techo de chapa. Y las sillas naranjas de plástico gastados crujen en silencio. Esta noche toca Luvi Torres en ADC. Y en sus tags anuncia: folk, experimental, música de sanación y meditación.
Esta artista nacida al sur de la provincia de Buenos Aires debe saber como prender fuego este tipo de lugares. Para hacerlo sólo le basta con su voz y un guitarra que pide luthier luego de cada canción. "Profunda, pura voz y puro cuerpo, ella vuela sobre su guitarra y deja en el aire estelas de melodías que irradian laberintos vocales maravillosos... Inquieta, parece sacar su repertorio como un mantra, como un éxtasis de entrega en el que va y viene, sale y vuelve, y sin dejar de cantar (!) como un volcán del más fogonero magma pop... Poeta, sus letras y canciones son joyas emocionales que salen a decirlo todo", escribieron en su My Space.
Toda esa entrega se refleja en la intensa vida artistica que lleva, formando parte de proyectos colectivos como Quelompa (jazz, blues, funk), la Orquesta Trompa de Elefante y actualmente emprendiendo un viaje en pos de investigación y promoción de músicas folklóricas ancestrales por el interior del país y algunos países de iberoamérica. Mientras tanto está aquí musicalizando el post número 500 de Amo Descubrir Canciones con la frase cabecera de los que le ponemos intensidad a todo lo que hacemos: "El fuego va a confundirme pero no me va a quemar"
Luvi Torres My Space