Sábado 8 de febrero, 20:00 horas. Oviedo, Conciertos del Auditorio:
Thomas Hampson (barítono),
Amsterdam Sinfonietta,
Candida Thompson (concertino). Obras de
Schönberg,
Brahms,
Barber,
H. Wolf y
Schubert.
Regresaba uno de los grandes a la capital asturiana aunque no llenó el auditorio, lástima porque
el barítono estadounidense nos
dejó en el 2011 un gratísimo homenaje
mahleriano. Esta vez cambiaba piano por una joven orquesta de cuerda que fue protagonista plena y auténtica delicia interpretativa en
Verklärte Nacht, op. 4 (
Schönberg), una "Noche transfigurada" de 1917 revisada en 1943, enmarcada dentro de un programa titulado "Canciones y poemas" con textos más las respectivas traducciones en las notas al programa de
Alberto González Lapuente. Nos dejaron encendidas las luces de la sala para poder disfrutar del maridaje letra música al que no es ajeno
Schönberg al incorporarnos el
poema homónimo de
Richard Dehmel para ir entrando en materia. Impresionante sonoridad y sentimiento por parte de este "ensemble" de volúmenes casi sinfónicos con la concertino
Candida Thompson al frente, aunque presumen de no tener director titular, que a la vista de lo escuchado no parece necesario cuando además se viene en larga gira europea (Oviedo era última parada
española antes de volar a Lisboa) con un programa más que trabajado. Parte del público sigue considerando a Don Arnoldo demasiado moderno, no callaba ni dejaba de toser en el inicio, pero la interpretación de los holandeses no pudo sonar más romántica ni redonda, romanza sin palabras o poesía hecha música, antes de dar paso al protagonista.
Brahms elige para sus
Vier ernste Gesänge, op. 121 "Cuatro canciones serias" con
textos bíblicos, del Eclesiastés y una Carta a los corintios de San Pablo, protagonistas musicales luteranos de temática mortal (¡cómo resuena en alemán la palabra muerte, "Tod"!) antes de la encíclica más esperanzadora del converso, por lo que
Hampson cantó esa oscuridad
brahmsiana reforzada con el estreno de esta versión para orquesta de cuerda de
David Matthews, que tras la transfiguración inicial puedo decir que nos dejó el corazón en un puño.
Menos mal que la segunda parte alternarían poemas variados a los que la música engrandece, más aún en la voz de un barítono universal capaz de emocionar tanto en la ópera como en el lied, donde cada canción es un microclima sentimental. "La playa de Dover" de
Matthew Arnold musicada por
Samuel Barber en
Dover Beach, op. 3 en nuevo estreno de la versión para barítono y orquesta de cuerda de
Marijn van Prooijen todavía rezuma sombras más que luces aunque
Hampson saca brillo a todo lo que canta, esta vez en su inglés natal.Los dos maestros del lied serían protagonistas hasta el final:
Hugo Wolf resultó el contrapunto de alegría intercalado con el profundo
Schubert, donde los textos casi los entendemos escuchando cómo los recrean
Hampson y la
Amsterdam Sinfonietta, que nos volvía a dejar una joya instrumental del primero, la
Serenata italiana en sol mayor ("Italienische Serenade") en arreglo del ya citado
Prooijen, antes del
Fußreise ("Viaje a pie"), el número 10 de los "
Mörike-Lieder" que
Matthews engrandece en estos arreglos o intervenciones que llaman algunos, pues manteniendo la pureza de la escritura pianística la ensalza en tímbricas y dinámicas increíbles, también para
Schubert y su
Memnon D541 op. 6 nº 1 con texto de
Mayhofer que
Thomas Hampson sazonó al punto desde su poderío y gusto, imposible sin los ingredientes holandeses.
Luces y sombras, canciones y poemas,
Mörike y Goethe,
Wolf "En una caminata" (lied nº15
Auf einer Wanderung) y
Schubert "Secreto"(
Geheimes op. 14, nº 2) antes de cuadrar un círculo austrogermano total con la alegría del cuento musicado por
Wolf Der Rattenfänger ("El cazador de ratas"),
barítono que lleva de la mano a la orquesta, que recrea con su enorme presencia cada palabra, y esos arreglos mágicos dando mayor rango expresivo al lied vienés, al igual que las dos propinas (en Madrid llegó a
cuatro):
Anakreons Grab de
Wolf, donde el propio barítono recordaba
su anterior visita a Oviedo hace algo más de dos años antes de volver a regalarnos el
Mahler de los
Wunderhorn en arreglos igualmente de
Matthews, aunque este sábado quedó algo más frío que en el año del aniversario. Lástima porque la calidad del conjunto se merecía más aplausos y éxito, pero "para gustos, colores", esta vez no brilló el arco iris.
Dedicado a quienes no pudieron estar en Oviedo, dejo aquí incrustado el concierto de Amsterdam, mismo programa para todo el Tour europeo, con propinas y todo: