Candás, ventana al mar

Por Asturiasparadisfrutar @paraisoasturias

Candás es la capital del concejo de Carreño, que está situado en la franja costera central de la región. Costera, marinera, pescadora:  la  historia de la villa candasina rezuma mar en todas sus páginas, impregnada como está de Nordés y de salitre, de adioses y de reencuentros, de galernas y de pescado,  de lágrimas y de abrazos. Y es que desde los albores de la población, desde que se tienen las primeras noticias de su existencia, allá en los inicios del siglo X, su economía ha estado íntimamente ligada a la actividad pesquera (a la de la ballena primero; a la del bonito, besugo y sardina, después) y a la elaboración de conservas, escabeches y salazones de pescado.
Y todo eso lo nota el visitante nada más que pone sus pies en la zona del muelle, ataviado como está con algunos vestigios que rememoran ese pasado. Allí se encuentra, por ejemplo, La Farola, nombre con el que se conoce al faro instalado en 1903 en las proximidades de la playa de La Palmera y que sirvió de guía a las embarcaciones, hasta que en 1917 entró en funcionamiento el situado en el cabo de San Antonio.  No muy lejos  se ubica la emblemática Marinera, obra del escultor candasín Antonio Rodríguez García, Antón, (1912-1937).

Si desde el muelle echamos una mirada a las edificaciones que se alzan ante nosotros, nos haremos una buena composición del lugar. Candás se abre al mar entre dos promontorios: a nuestra derecha el de San Antonio, a la izquierda el Monte Fuxa.  El caserío se ha ido acomodando al espacio útil que ha quedado entre ambos, articulándose en torno a la curvilínea calle ascendente, convertida en arteria vital que comunica el entramado de la villa con el mar.

Si tomamos esa calle que se adentra en la población, podremos contemplar algunas edificaciones singulares, como la conocida como Casa Genarín, un edificio construido en los primeros años del siglo XX por iniciativa de Genaro Velasco, hijo de pescador que labró su fortuna en Cuba, que fue adquirido por el Ayuntamiento de Carreño para convertirse en la nueva Casa Consistorial.
No lejos del edificio consistorial se encuentra la casona de los Estrada-Nora, un edificio de finales del siglo XVIII, también conocido como Casa Valdés-Pumarino, por ser lugar de nacimiento de un hijo ilustre de la villa, Manuel González-Valdés y González Tuñón, más conocido como Valdés Pumarino por ser éstos los apellidos de su abuela paterna, político que fue diputado a Cortes, presidente de la Diputación y alcalde de Carreño. Tras ser adquirido y rehabilitado por el Ayuntamiento, actualmente es la sede del Centro de Escultura de Candás «Museo Antón».

Camino de la iglesia parroquial nos encontramos con otras dos edificaciones singulares. A nuestra derecha, la Casa rectoral, un edificio de estilo tradicional asturiano construido a finales del siglo XVIII o principios del XIX. Al otro lado de la calle, la conocida como Casa de los Alau, construida en la primera década del siglo XX y que actualmente es la sede de la biblioteca municipal.

Bien está todo lo que llevamos visto, pero ¿dónde encontramos muestras de ese pasado pescador y marinero del que hablábamos al principio? Pues... si nos referimos a huellas más o menos tangibles, poca cosa queda. Y es que,  reducida la actividad pesquera a la mínima expresión, desmantelada la industria conservera a lo largo de las pasadas décadas y activada la piqueta demoledora, especialmente destructiva en los años sesenta y setenta del pasado siglo, habría que afirmar que el Candás marinero y pescador el algo más intangible, más etéreo. Lo encontramos, por ejemplo,  en el monumento dedicado al Pleito de los Delfines, obra del escultor Vicente Santarúa inspirada en una querella presentada en el siglo XVII por  los pescadores candasinos contra los delfines, a los que acusaban de romper sus redes, privándoles de la pesca. El obispo tomó en consideración la queja, de suerte tal que no sólo censuró a los delfines, sino que mandó  a un notario a alta mar para que comunicase en voz alta a los infractores las censuras y para que les conminase a apartarse de aquellos mares.

  También en el Cristo de Candás, una imagen recatada de las aguas por un barco de pescadores candasinos frente a las costas de Irlanda en el siglo XVI y que en la actualidad se encuentra en una pequeña capilla (El Camarín del Cristo) situada en el piso superior de la iglesia parroquial. Es lugar muy visitado, el segundo entre los santuarios asturianos en Asturias tan sólo por detrás del de Covadonga, según se dice, y ello a pesar que tanto la imagen como la propia iglesia son reconstrucciones, pues las originales fueron destruidas durante la Guerra Civil.
Otra muestra más de la intensa relación de la villa con el mar, la encontramos en el parque de Les Conserveres, sito en el solar que ocupó la  fábrica de conservas Francisco Alfageme. Alli, en el antiguo aljibe, se encuentra una exposición permanente dedicada a la industria conservera de Candás.

También en el Festival de la sardina, que se celebra el 1 de agosto, coincidiendo con las fiestas de San Félix. Ese día la villa se llena de gente para degustar miles y miles de raciones de esta apreciada especie.
Y en las fiestas de septiembre, en las del Cristo, convertido en patrón de Candás y de todas las cofradías de pescadores de Asturias. El día grande, comienza temprano. En la madrugada del día 14 se celebra la Alborada interoceánica, organizada por la Cofradía del Alba para homenajear a los hombres de la mar. Durante el acto se deposita agua de los cinco océanos en las proximidades de La farola, convertida de esta forma en Templo de los océanos, símbolo de hermandad de la gente de la mar.
Y en los paseos por el muelle.
Y por el camino que lleva hacia el faro.
Y en las pinturas y murales del Museo al aire libre, que hablan de ese rico pasado desde los muros y fachadas de la villa.
Y...

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