'Canino': Exquisita contención

Publicado el 23 julio 2010 por Quesito

¡Cariño, he encerrado a los niños!
Viendo Canino, del griego Giorgos Lanthimos, me acordé de El bosque de M. Night Shyamalan. Cierto es que ambas películas juegan en ligas totalmente distintas y prácticamente opuestas, pero, no obstante, guardan ciertos parecidos. En las dos películas encontramos a unos personajes encerrados en una mentira que ellos creen real, que lo están debido a que otros personajes consideran que su falta de libertad es por su propio bien o que, para evitar que salgan al mundo real, se inventan un peligro externo (ya sean monstruos o gatos). Obviamente los paralelismos entre los títulos terminan aquí y mientras que El bosque basaba todo el peso de la película en el thriller y en un, cómo no, inesperado giro de guión, los responsables de Canino están mucho más interesados en profundizar en los personajes protagonistas y en cómo una situación tan extraña como la que presenta la película puede llevarse hasta las últimas consecuencias. De hecho se podría decir que los defectos de la primera terminan convirtiéndose en las virtudes de la última.
En Canino encontramos a una familia formada por un matrimonio y sus tres hijos, ya mayores (dos hijas y un hijo), que viven en una casa, con un gran jardín, situada a las afueras de la ciudad, sin vecinos cercanos. La casa está rodeada por una gran valla que impide que los hijos puedan llegar a tener contacto con el mundo exterior. El caso es que ninguno de los tres hijos ha traspasado jamás la valla de entrada de la casa, privilegio reservado al patriarca, quien cada día abandona el hogar en su coche para ir a trabajar y realizar las compras necesarias, mientras la madre se queda al cuidado de los hijos, quienes sobrellevan el tedio a base de inventarse juegos. Su único contacto con el mundo exterior es Christine, una empleada de seguridad de la fábrica en la que trabaja el padre, que, cada cierto tiempo, se desplaza hasta la casa para satisfacer las necesidades sexuales del hijo varón (al parecer las hijas ya deben satisfacerse ellas solitas).
Los padres pretenden que sus hijos sigan siendo todo lo puros que puedan, evitando a toda costa la contaminación del mundo exterior. La cosa empezará a complicarse cuando, en una de las habituales visitas de Christine, entre en la casa una cinta en VHS de Rocky y una de las hijas empiece a entender que existe todo un mundo fuera de las cuatro paredes en las que se hallan recluidos. Yo creo que aquí los guionistas han estado listos, porque si la cinta en lugar de ser Rocky hubiera sido una de Rambo, la película apenas hubiera durado media hora, porque la hija en un plis plas se los cargaba a todos.
Lo cierto es que la forma de comportarse del matrimonio protagonista, recuerda poderosamente al de un sistema dictatorial. Los padres, creyendo saber en todo momento lo que más les conviene a sus hijos, los aíslan del mundo real privándoles de cualquier contacto con una realidad, que ellos desconocen, a base de artimañas y mentiras. Dicho desconocimiento provoca una falsa sensación de felicidad en los hijos, provocada a partir de unas rígidas reglas, impuestas con mano de hierro, y el miedo ante lo desconocido. Cuando el miedo se convierta en curiosidad, por parte de una de las hijas, los padres verán peligrar toda su, peculiar, forma de educación.
Canino no es una película fácil, para que nos vamos a engañar. Apenas hay exteriores, la gran mayoría de su metraje transcurre con cámara fija (tan solo conté un par de planos con la cámara en movimiento), no hay música y cuenta con unas interpretaciones, por parte de sus protagonistas, que no serían, precisamente, el no va más de la expresividad. Todo en ella resuma un gran sentido de la contención. A pesar de ello, la película transmite un punto hipnótico que me atrapó con cierta facilidad. El film empieza creando un gran desconcierto entre el espectador, incapaz de comprender el funcionamiento de tan disfuncional familia, pero a medida que avanza la trama se van aclarando las dudas surgidas en su tramo inicial. A pesar de que en algún momento el tedio vivido por los personajes puede llegar a apoderarse de uno, lo cierto es que la película logra no decaer en exceso en su hora y media de duración, con una recta final que cuenta con la loable capacidad de perdurar en el espectador. Canino es perversa, dura, fría y terriblemente angustiosa y, a pesar de lo cual, presenta un sentido del humor macabro ofrecido con cuentagotas.
Resumiendo: Extraño y acertado experimento centrado en un pequeño nucleo familiar aislado del resto de la sociedad, plagado de muy muy mala baba.

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