Título: Cántico por Leibowitz o Cántico a San Leibowitz, según ediciones (A Canticle for Leibowitz)
Autor: Walter Michael Miller, Jr. Escritor de Ciencia-Ficción, autor de gran cantidad de relatos. Fue tripulante de bombarderos durante la Segunda Guerra Mundial. La destrucción causada, incluida la de la abadía benedictina de Monte Cassino, le marcaría de manera indeleble, y le llevarían a convertirse al catolicismo, en el que formó parte de una corriente progresista y renovadora. Tras la guerra, se graduó en la universidad y trabajó como ingeniero. Vivió sumido en una depresión permanente, suicidándose en 1996.
Género y estilo: Es una novela de Ciencia-Ficción blanda, y una historia de Anticipación, ambientada en un futuro posible; este escenario es una Distopía de tono post-apocalíptico. Por su temática, es una novela dramática en la que la religión tiene un papel preponderante.
Argumento: La Tercera Guerra Mundial ha destruido nuestra civilización, devolviendo a la raza humana a la barbarie. El conocimiento científico, culpado de la catástrofe, sufre una persecución inmisericorde. La Orden Albertiana de Leibowitz es una congregación religiosa que se consagra a la conservación del conocimiento y la cultura, a la espera de que llegue una época en la que vuelva a ser útil a la sociedad.
"Cántico por Leibowitz" se publicó originalmente en tres entregas en la revista "The Magazine of Fantasy & Science Fiction", y después fue revisada y editada como novela. No ha dejado de reeditarse desde entonces. Ganó el Premio Hugo en 1961, y para muchos no es solo un clásico de la Ciencia-Ficción, si no también una de las mejores novelas del siglo XX. Los lectores de la revista Locus la eligieron tres veces como mejor novela de Ciencia-Ficción de todos los tiempos, y se incluye en la famosa lista de David Pringle.
Fue la única novela del autor publicada en vida. Su secuela, "San Leibowitz y la mujer caballo salvaje", quedó inconclusa, siendo terminada por Terry Blissom y editada en 1997.
Está dividida en tres partes: “Fiat Homo” (Hágase el Hombre), “Fiat Lux” ("Hágase la luz") y “Fiat Voluntas Tuas” ("Hágase tu voluntad"), que pueden entenderse como tres relatos independientes pero interrelacionados por un hilo conductor común. Tienen una extensión similar, y en total suman treinta capítulos.
Literariamente, "Cántico por Leibowitz" es un peso pesado. Tanto por la habilidad estilística y narratica de Walter Miller como por la profundidad que le otorga a los personajes y la complejidad y calado de los temas que trata. Veamos:
El contexto de la historia es una sociedad post-apocalíptica, arrancando la primera parte,"Fiat Homo", seiscientos años después de la Guerra Nuclear, en el año 3174. El escenario es el sur de los antiguos Estados Unidos, que están divididos en pequeños reinos, imperios, territorios y baronías, quedando las grandes extensiones desérticas pobladas por tribus nómadas y por mutantes deformes, fruto del Fallout, la lluvia radioactiva conocida como "el diluvio de fuego". La humanidad se encuentra en una situación comparable a la de la Alta Edad Media. A la guerra nuclear sucedió "la Gran Simplificación": un movimiento convulso en el que los supervivientes culparon a los científicos de la creación de las armas de destrucción, asesinando y linchando a los eruditos, y destruyendo los libros. Isaac Leibowitz, un ingeniero judío que participó en el desarrollo de las bombas nucleares (factible, los principales responsables del Proyecto Manhattan eran judíos), arrepentido por sus actos, se convirtió al catolicismo, llevó una vida ascética y fundo la Orden Albertiana (¿por Albert Einstein, tal vez?), consagrada a preservar el conocimiento científico, mediante monjes contrabandistas de libros y memorizadores. Muchos de ellos fueron capturados y asesinados, pero otros lograron salvar documentos y conservarlos para la posteridad, creando así la Memorabilia, razón de ser de los albertianos. El propio Leibowitz fue capturado y martirizado, siendo ahorcado con su cinturón.
Así pues, seiscientos años tras el Fallout como ya dijimos, todo comienza cuando el hermano Francis de Utah, novicio de la Orden Albertiana de Leibowitz, cumple su vigilia pascual en el desierto, manteniendo ayuno y meditación. Mientras se construye un refugio para protegerse de los lobos, un extraño peregrino, ataviado como el beato Leibowitz, escribe unos caracteres en una roca y desaparece. Debajo de dicha roca, Francis encuentra un refugio antinuclear que contiene lo que parecen reliquias de Leibowitz. Pero el descubrimiento no beneficia al monasterio, pues en ese momento se está decidiendo, en Nueva Roma, la canonización de Leibowitz, y el abad Arkos teme que parezca una coincidencia demasiado afortunada, provocándole fuertes dudas y dilemas morales.
El mundo en el que transcurre "Cántico por Leibowitz" [fuente: Wikipedia]
Seiscientos años más tarde, con San Leibowitz ya canonizado, el mundo vive una época equiparable al Renacimiento: los Estados soberanos van ganando poder y la Iglesia ya no tiene el monopolio del conocimiento y la cultura. A la abadía se desplaza Thon Taddeo, enviado del Gobierno de Texarkana, con la misión de estudiar y analizar la Memorabilia, mientras soplan vientos de guerra entre Texarkana y el reino de Laredo, con la participación de los nómadas de las llanuras, a cuyo frente se encuentra el caudillo Oso Loco. El abad Paulo se enfrentará a la decisión de abrir la Memorabilia al mundo, objetivo inicial de su conservación, o preservarla para evitar su uso indebido. Es destacable ver como el Vaticano, situado en Nueva Roma (en algún lugar de los antiguos Estados Unidos) va perdiendo paulatinamente su papel y su influencia en favor de los nuevos Estados, tal como ocurrió realmente en nuestra Historia.
Y otros seiscientos años después, la Humanidad vive una nueva época de esplendor, con un grado de desarrollo incluso superior al nuestro actual, pero repite sus mismos errores y comienza otra conflagración nuclear. El abad Zerchi toma una decisión dura, pero esperanzadora: el espacio es el lugar en el que la Memorabilia estará a salvo. Además, tendrá que abordar otras cuestiones complejas para la moral católica, como la eutanasia de los afectados por el nuevo Fallout.
De tal manera que, a través de "Cántico por Leibowitz", Walter Miller trata una buena cantidad de cuestiones, tanto históricas como morales. Comenzando por la teoría de la historia cíclica, en la que los acontecimientos históricos se repiten una y otra vez, en una serie de ascensos y caídas de las civilizaciones, que no aprenden de sus errores, de modo que la novela comienza y termina con una guerra nuclear, dando a entender que volverá de nuevo la barbarie y todo volverá a empezar.
El autor, desde una óptica y una moral católicas, muestra a la Iglesia (en especial las órdenes monásticas) como preservadora y custodia del conocimiento, papel que ciertamente tuvo en la Edad Media, colaborando en la cohesión y el desarrollo de la identidad cultural europea. Vemos como el nacimiento de los Estados soberanos lleva a un enfrentamiento Iglesia-Estado, y a la pérdida del monopolio de la creación y la conservación del saber por parte de la primera, y la diatriba a la que esta se enfrenta: entregar la Memorabilia al público, que ya está capacitado para comprenderla y darle utilidad.
Y un tercer dilema moral, la eterna lucha entre Ciencia y Religión, expuesto en las duras decisiones que los diversos abades deben tomar, y sobre todos ellos el padre Zerchi, que se niega a que la Estrella Verde (un trasunto de la Cruz Roja) practique la eutanasia de aquellas personas afectadas irremediablemente por la radioactividad.
La novela está llena de simbolismo. La figura del peregrino anónimo, en apariencia inmortal, pues aparece en las tres partes y ya es viejo en la primera, que muchos identifican con Lázaro de Betania, el resucitado por Jesucristo. La mutante señora Grales, cuya segunda cabeza, llamada Rachel, para quien solicita con insistencia el bautismo, representa la Inmaculada Concepción y una criatura inocente, libre del pecado original.
Del mismo modo, cada parte termina con la muerte violenta de un personaje, que es devorado por los buitres. Estos omnipresentes buitres negros, constantes a lo largo de la novela, simbolizan el paso del tiempo, inexorable, que termina devorándolo todo.
El gran logro de "Cántico por Leibowitz" es, a mi juicio, integrar la moral católica en la Ciencia-Ficción, evitando el relativismo, el fanatismo, o el ataque frontal a los otros esquemas de valores. Walter Miller dota a sus personajes de congruencia, tanto los tres abades (dom Arkos, dom Paulo y dom Zerchi) como el resto de religiosos son personas que se rigen por un pensamiento católico, y actúan en consecuencia con él. Para mí, el momento de mayor dramatismo, y en el que queda más patente la confrontación entre esquemas morales es la tercera parte, cuando el padre Zerchi y el doctor Cors, de la Estrella Verde, debaten la eutanasia de una mujer y su hija, cada uno desde su punto de vista.
El autor no intenta convencer ni moralizar, de hecho la novela contiene una cierta ironía, muy diluida pero perceptible, sobre cuestiones como las reglas monacales; la pérdida (o alteración) del significado de los dogmas de la Iglesia, la figura de los santos, sus milagros o sus reliquias (las de Leibowitz están compuestas, entre otras cosas, por una lista de la compra), con el transcurso del tiempo; o los debates bizantinos en el seno de la Iglesia.
Como conclusión, "Cántico por Leibowitz" no es una historia trepidante o llena de acción y emociones, si no una reflexión sobre la historia de la Humanidad y el papel de la Iglesia católica en ella. Su mayor baza es la ausencia de maniqueísmo, no hay buenos ni malos, solo hombres comportándose y tomando decisiones de acuerdo a sus creencias y principios; y de relativismo: ninguna postura es más correcta o más acertada que las demás. Tampoco hay moralinas ni intenciones ocultas: Walter Miller se muestra como un católico humanista, y su relato resulta en un hermoso retrato de las dudas y aflicciones que aquejan a las personas puestas en situaciones difíciles.
Por mi parte, la considero una lectura más que recomendable, y no solo como obra de Ciencia-Ficción; también como parábola de nuestra propia Historia y del nacimiento y desarrollo de nuestra identidad cultural, en la que la Iglesia católica tuvo, de muchas maneras distintas, un papel fundamental. Sumémosle la calidad narrativa de su autor y la viveza que le proporciona a sus actores (es una novela coral, sin un protagonista central) y tendremos una de las lecturas más interesantes de las que he disfrutado en los últimos tiempos. Nos leemos!