Cantinflas, actor secundario en su propia película

Publicado el 24 septiembre 2014 por Cinéfilo Criticón @cinefilocritic

No es un secreto la decadente situación de la industria fílmica mexicana, ni tampoco que en años recientes esta ha dado señales de vida, a pesar de que existe un ambiente hostil que prefiere consumir chatarra porque es el que genera los mayores ingresos económicos para sostener tantos complejos de múltiples salas. Siempre deseo que las producciones nacionales tengan éxito porque representa el esfuerzo de gente que ha luchado para hacer realidad su visión artística. Con lo anterior no quiere decir que las producciones de Hollywood no tengan su grado de dificultad, es simplemente que ellos tiene implementado un sistema tipo maquiladora que en ocasiones hasta pierden la brújula de que clase de producto elaboran.

Con todo y los tráilers que no convencen, es que ‘Cantinflas’ se estrena con el respaldo de Televisa, y que a la vez le ayuda a generar cierto interés del público en una época del año de sequías por parte de los grandes estudios. La bomba más grande es el anuncio de que el filme representará al país en la próxima entrega de premios Oscar. Ya con eso de seguro no saldré defraudado, hasta la inútil garantía Cinépolis lo respalda. Bueno, ya faltaba que hasta sello de aprobación del fantasma del Cantinflas le diera el visto bueno.

Mis primeras impresiones son: ¿Me equivoque de película?, ¿Es ese Michael Imperioli?, ¿Por qué están hablando en inglés? No me pude haber equivocado porque Rubí (Bárbara Mori) está en pantalla. Dale tiempo, dale tiempo. No puede ser tan mala la película, por más que Josué la haya maldecido y desterrado al infierno. Dale chance.

Después de cinco minutos negociando una aparición especial en una película que solo quien es experto conoce, es que por fin sale a escena el tan mal malquerido actor Óscar Jaenada (Cantinflas) en una serie de escenas que nos dan a entender que el gran cómico de México la hacía de todo: desde ayudante, boxeador, torero y hasta levanta pasiones; bueno, este tenía más oficios que una navaja suiza. Mientras todo eso sucede, los diálogos nos ofrecen las frases y el estilo que conocemos, dándonos a entender que dentro de Mario Moreno estaba un Cantinflas listo para darse conocer al mundo.

El debate respecto a que el actor es de origen español y que no puede, o debe interpretar a un icono de la mexicanidad es absurdo. No conozco los motivos o razones para que el director no haya localizado un actor mexicano, pero me doy una idea, y es que simplemente no existe. Por más que les duelan los nopales, no veo a nadie capacitado y si Óscar Jaenada decidió arriesgarse a hacer el ridículo, hay de él, de esos riesgos es como se crean carreras de grandes actores. Respecto comentarios sobre sus entrevistas, eso me vale, mientras demuestre en pantalla dominio de su personaje, me doy por bien servido.

Y después de todo esa explicación, ¿cómo le fue al individuo? Pues no sale de la imitación, tiene detalles en la pronunciación que no cuadra y eso se debe más a veces a los diálogos que al esfuerzo del actor. El problema es que nunca llegamos a entender la personalidad de Cantinflas y por lo tanto cada cosa que dice suena artificial, sin emoción y falso. Lo positivo es que con el paso de los minutos llegamos a aceptarlo, perdonarlo y en lo personal a olvidar.

Lo que no puedo hacer que mis neuronas ignoren es la falta de enfoque de un proyecto que se supone debe de hacer honor a un artista. Esto que vi, es un vil comercial de más de noventa minutos que ruega por reconocimientos, y por más que su productor haga entrevistas con ‘El Universal’ que ese no fue el objetivo, le tengo que recordar que cuando empiezas tu miserable filme con Michael Todd ( Michael Imperioli), un director de cine reclutando artistas para la única película por la cual se conoce Cantinflas fuera de Latinoamérica; sigues interrumpiendo el ritmo de la historia con un actor pésimamente dirigido y terminas con los premios de los Globos de Oro. Tengo que sospechar que tu publico objetivo no es el nacional, si no un montón de jueces extranjeros que se sienten familiarizados con Charles Chaplin  y Marlon Brando.


Es deplorable la forma en como narran la vida de un Mario Moreno que debió de haber padecido grandes carencias y la reduzcan a sketches de sus comedias. No me puedo imaginar el esfuerzo de cada noche salir a escena con una sola oportunidad porque de lo contrario vas a la calle y te quedas sin comer. Aquí, su trayectoria se ve reducida a breves minutos que lo hacen parecer que apareció de una mazorca; que por accidente hizo reír a la gente, les gusto y de repente alguien le dio una oportunidad en un carpa, el teatro y al final el cine.

Luego esos sketches que tiene la intención de ser homenaje, resultan tan desangelados. Una que otra risa en la sala de cine y más por los diálogos que son copia al carbón de los originales. El único momento, y lo recuerdo bien, fue cuando conocemos el origen del nombre de Cantinflas: el ritmo, la energía y hasta la edición ayuda ha ser de ese instante uno que me hizo sentir la trascendencia del momento. El resto no tiene gracia y mucho menos esa chispa de hambre de triunfo de aquellos grandes cómicos que ahora son leyenda.

De lo rescatable está lo que se puede llamar como una historia de amor entre Mario Moreno y su esposa Valentina Ivanova (Ilse Salas). No fue una molestia, pero tampoco me dejo del todo convencido porque entre tanto tiempo desperdiciado, otra vez se omiten los sentimientos de Moreno, evitando algo de interés en el drama familiar. Existe unas líneas de dialogo interesante en donde la esposa le pide que deje de hablar como Cantinflas porque a veces no sabe con quien está hablando. Eso hubiera sido interesante, si vas a dramatizar , que mejor que profundizar esa delgada línea entre el hombre y el personaje. Sin embargo, esto se olvida y caemos en una escena trillada llena de lluvia con un Mario llorando por una desagradable noticia, mientras que la música de fondo me desquicia, cuando claramente la sencillez del silencio lo demandaba.

Lo desconcertante es ese abandono que sufre de quien se supone nombras tu película. Al no tener ni idea de la personalidad, motivaciones y sueños de Mario Moreno, el guión divaga en una trama sobre el sindicalismo mexicano que no entiendes porque jamás se nos explica de donde nació el deseo de lucha del comediante. Cuando veo el rostro del actor en entrevistas y sus películas, veo un hombre con mucho dolor, con sufrimiento y que llora a través de sus palabras. Eso era en lo que debían de haber profundizado, no escenas con actores en pelucas fingiendo escenas que dejan un mal sabor de boca.

Y ese es el punto, nunca existeel tiempo para mostrarnos una faceta del actor, siempre estamos corriendo entre fechas para ver el siguiente sketch de remembranza. Al final de la película nunca llegas ha entender quién fue Cantinflas o porque es un ídolo de México. De lo único que me acuerdo es como me retorcía en mi asiento al ver las escenas con Michael Todd, o como de plano al final se vuelve un desfile de artistas de Televisa jugando a los disfraces con expresiones tan infantiles, exageradas y rayando en insulto a  la memoria de grandes artistas que hicieron época.

Todo el amor que le pueda tener a Cantinflas no puede borrar un proyecto fallido, que lejos de fijarme en sus deficiencias técnicas en sus locaciones y efectos, no me es posible perdonar el desatino por parte de un guión, edición y dirección que nunca comprendió o quiso entender la magnitud del hombre al que supuestamente habrían de homenajear. Vi muchas cosas en este filme, menos a Cantinflas.