Canutazos de castigo

Publicado el 19 octubre 2019 por Manuelsegura @manuelsegura

No es la primera vez, y supongo que tampoco será la última, que escribo sobre los denominados ‘canutazos’. Se trata, para los no versados y profanos en el oficio, de esas comparecencias de los responsables políticos, generalmente, de pie, frente a una nube de micros y cámaras, ante la incomodidad evidente de los profesionales de la información que han de hacer maravillas para mantener el tipo.

El otro día, cuando la ministra para la Transición Ecológica en funciones, Teresa Ribera, visitó el asolado Mar Menor, una compañera de Onda Regional, Sonia Illán, se lamentaba en su cuenta de Twitter de que ese ‘canutazo’, de más de 15 minutos de duración, estuviera a punto de acabar con la resistencia física de más de uno y más de una. Visionando el vídeo, compruebo cómo se produjeron varias interrupciones, motivadas por la incomodidad manifiesta de los periodistas y reporteros gráficos para recoger con ciertas garantías de calidad las palabras e imágenes de la ministra.

La técnica del ‘canutazo’ esconde la intención de muchos asesores de comunicación tendente a evitar que la comparecencia se alargue y su patrocinado se someta a un cuestionario que pudiera resultar molesto en exceso. Así, sabiendo que los periodistas están en tensión y desconveniencia, presuponen que aquello no se alargará mucho por razones obvias.

Hay, sin embargo, otros profesionales que acompañan a los políticos que, pensando en el trabajo de los compañeros, quizá porque ellos pasaron por eso antes de aterrizar en los mullidos sillones de los gabinetes, suelen habilitar sistemas alternativos para hacer más llevadera esta labor. Por ejemplo, habilitando un estrado con soportes para colocar los micrófonos o, directamente, con un micro que va a una mesa de sonido con tomas individuales para cada medio. Ello permite a los profesionales, al mismo tiempo, tomar notas y atender a lo que se dice en mejores condiciones.

Volviendo a la caótica comparecencia del otro día de la ministra en una playa de San Pedro del Pinatar, hay que decir a su favor que tuvo algo de positivo: Teresa Ribera leyó los tuits y no tuvo empacho esa misma noche -ella misma o su community manager (CM)- en pedir disculpas por lo ocurrido y reconocer que también había sido partícipe de esa incomodidad de la que se quejaban los informadores durante la accidentada rueda de prensa.

No hace mucho, con motivo de la última operación quirúrgica del rey emérito, Felipe VI y su madre comparecieron ante los medios a las puertas del centro sanitario. Aquella imagen, con los periodistas arrodillados o en cuclillas ante ellos, para no tapar el tiro de cámara a los compañeros gráficos, recordaba una escena de vasallaje más propia del Medievo. Entrados en el siglo XXI, estoy seguro de que aquello se pudo evitar, más que nada por hacer algo en favor de la dignidad del oficio y no tener que recurrir a un plante generalizado, que es lo que merece semejante disparate.

[eldiario.esMurcia 18-10-2019]