Paseando en verano por Bayona, en Pontevedra, me hice con Los peces no existen, de una tal Lulu Miller. Un libro interesante que me recuerda, de manera lejana, al evangelio de las anguilas: la dificultad de conocer y clasificar en un mundo dominando por el caos... ¿Y si lo que llamamos orden no es más que una narrativa de nuestro cerebro?
Es curioso porque son dos libros en uno: la primera parte está dedicada a la figura, poliédrica y fascinante, de David Starr Jordan el gran biólogo marino que puso en pie Stanford y que pasó a la historia como el gran taxonomista de los peces. La otra mitad, tampoco se la quiero destripar, es una reflexión sobre el oscuro pasado de la ciencia en los EEUU, la eugenesia y el caos. Todo muy en boga con el racismo de la época, por cierto, y ante la oposición de la iglesia católica.
Un libro con la dedicatoria más hermosa ("Esto es para ti, papá") y que se abre con la reflexión de que "no hay manera de escapar al segundo principio de la termodinámica: la entropía solo puede crecer. Hagamos lo que hagamos, nunca disminuye"