En la última entrada, hablé de la violencia de géneroentre adolescentes, y de su cada vez mayor presencia entre nuestros jóvenes. En una sesión de Coaching con J., hablando sobre ese tema dentro de una relación incipiente de pareja, me decía: - No puedo hacer otra cosa, no tengo elección. Nada más lejos de la realidad. Siempre se tiene elección, siempre podemos decidir que hacer. Lo que sucede en nuestro interior es que preferimos la comodidad, la zona de confort del “no puedo salir de aquí”. - ¿Seguro que no tienes elección? - Le pregunté - ¿No existe otra opción posible? ¿No hay otra situación en la que te gustaría encontrarte? J. era adolescente en aquel momento, y le resultó difícil asimilar lo que le decía. Desde la perspectiva absolutista de los adolescentes, en muchas ocasiones se trata de un todo o nada, de posible o imposible. Pero repito, siempre se puede elegir, incluso en situaciones de aparente obligación. El asunto es si quieres cambiar, es decir, si tu elección es cambiar y salir de tu zona de confort, asumiendo así la incomodidad o los retos que derivan de tu decisión. El asunto es que valoras más a la hora de tomar una decisión, es decir, para qué te mantienes en la misma situación. La actuación de cada persona es propia suya, y nadie puede robarle su libertad interior, aunque ciertamente, la seguridad es un factor de elección. En el libro “El hombre en busca de sentido”, su autor, Viktor Frankl, aborda esta cuestión desde una óptica especial, la de un prisionero en un campo de concentración. Teniendo en cuenta que el libro de basa en sus experiencias allí, sus reflexiones acerca de la capacidad de elección, y de la libertad individual, tienen una gran relevancia. Incluso en esa situación, en las condiciones de vida en las que se vio sumergido, mantuvo la convicción de que podía elegir. Una de sus reflexiones es la necesidad de tener metas, objetivos vitales (que pueden ser cambiantes). Y así, dice: “Lo que el hombre no necesita es vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar por una meta que le merezca la pena.” Si te encuentras dentro de una relación en la que la otra parte quiere imponer su orden, sus ideas, sus decisiones; en la que la otra parte te menosprecia, y te agrede psicológicamente, aunque sea sutilmente, o con “bromas”; tú puedes elegir salir de la relación, cambiar. Es especialmente importante detectar las señales que emite una persona que quiere controlar al otro. Recuerda que tú puedes cambiar: de lugar, de pareja, de pensamiento. Tu zona de control es tu propia persona. Pero no puedes obligar a nadie a cambiar. Los demás solo cambiarán si quieren, y cuando alguien quiere dominar a su pareja, solamente lo consigue su pareja lo permite. Con la violencia de género, sal antes de entrar. Recuerda el número de atención a la violencia de género 016.
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