Revista Coaching

Capacitación y formación en las empresas familiares

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

Capacitación y formación en las empresas familiares

por Francisco J. Tapia Guerrero

La capacitación y la formación durante los años ha sido un elemento clave en el desarrollo del ser humano. Desde sus inicios, las sociedades, los gobiernos y los sistemas promueven y hasta cierto punto exigen a las personas a estudiar, formarse y capacitarse durante los primeros años de su vida.

Los recursos que se invierten para este propósito son altos y prolongados, provocando que los núcleos familiares prioricen la educación de sus hijos antes que mejorar su nivel de vida.

A nuestros hijos les dedicamos tiempo, dinero hasta el punto que, de no contar con dichos recursos, recurrimos a préstamos a largo plazo para formar a nuestros hijos. En algunos casos, recurrimos a personal externo adicional que proporcione ese tiempo extra que necesitan para educarse.

Pero, ¿Por qué? o ¿Para qué hacemos esto?

Será para que ellos puedan afrontar los retos del mundo globalizado, para que sean mejores de lo que somos nosotros, para que no dependan de nadie y mejoren constantemente su nivel de vida y en algunos casos, para que tengan suficientes ingresos y nos garanticen un retiro digno al momento que nosotros dejemos de ser productivos.

Probablemente hacemos esto y estamos convencidos de que es lo mejor y pocos se atreven a demostrar lo contrario.

Pero, ¿Por qué no hacemos esto con nuestras empresas?

Lamentablemente, no hacemos lo mismo con nuestras empresas. No invertimos recursos en su formación continua, no le dedicamos tiempo a formarlos nosotros mismos, no le damos la misma importancia a la educación de nuestra empresa; Sin embargo le exigimos que den frutos ambiciosos, metas inalcanzables, eficiencia operativa del primer mundo y una rentabilidad tres o cuatro veces más del crecimiento del país.

Nos frustramos cuando nuestras empresas no cumplen los objetivos que nos planteamos a inicios de año hasta el punto de conformarnos con los pobres resultados que nos arroja el estado financiero anual. Trasladamos esa responsabilidad a nuestra pobre economía del país, buscamos culpables y los encontramos en los colaboradores mal agradecidos, los clientes exigentes, los altos cargos financieros de los bancos, los precios y plazos cortos de nuestros proveedores y la competencia monopolística que tiene como único objetivo destruirnos.

Al ver que nuestros hijos o incluso nosotros mismos, no tienen oportunidades de crecer o nuestras opciones se han reducido invertimos en su educación pero al ver que nuestras empresas están disminuyendo comenzamos a reducir costos.

Algunos invierten en educación a los hijos o a uno mismo para ampliar las fronteras pero en las empresas, nos cegamos al ver el potencial, no rompemos fronteras y nos conformamos con poco.

Si nuestras empresas hablaran nos dirían “insensato, quieres que crezca pero no me das las competencias para hacerlo, quieres que triunfe pero no me das las herramientas, quieres que sea eficiente pero no me dedicas tiempo a enseñarme cómo hacerlo bien, me tratas como a ese peón que inicia la jornada de madrugada, azotado por el látigo de la competencia y la ignorancia, que hace su máximo esfuerzo por ser mejor pero no sabe como porque tú nunca me has enseñado.”

Como esperamos que nuestros trabajadores cumplan con sus objetivos y propongan resultados impactantes si no les damos el conocimiento. Como esperamos que garanticen el crecimiento de la empresa si hacemos actividades de formación esporádicas, sin metas especificas, objetivos claros y por periodos cortos de tiempo.

Una de las justificaciones más comunes es la rotación del personal, “si lo capacitos se me va” y puede que sea cierto pero ¿En qué porcentaje? ¿Con que frecuencia? ¿Nos hemos tomado el tiempo para medir los resultados? ¿Qué tan cierto es esto?, ¿Cuántas veces nos ha pasado lo mismo?, ¿Tenemos evidencia de esto o pura percepción?

No será que:

…nuestros colaboradores se van por el trato que les damos

…les damos mucha responsabilidad pero con poca autoridad

…les asignamos tareas sencillas cuando tienen la capacidad de dirigir departamentos

…los ponemos en cargos altos sin que tengan las competencias necesarias

…no saben cómo hacer su trabajo porque no les hemos enseñado

Lo que me recuerda un pensamiento que cita “Lo único que interfiere con mi aprendizaje es mi educación.” Albert Einstein

Por lo antes expuesto, es necesario conocer los ejemplos de las empresas exitosas, es necesario conocer o estimar, que porcentaje de sus ventas invierten en capacitación e incluso formación y ahí veremos la clave de su éxito. Hay mucha literatura al respecto y es necesario investigar y documentarse para solventar esta situación.

Autor MBA. Francisco J. Tapia Guerrero - ftapiaarrobamulticonsultores.com – Consultor Proyecto Empresas Familiares. Director de la firma MultiConsultores.

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