En realidad ahora es ella la que porta el látigo y aunque el lobo le duplica en edad, ella lo ha convertido en un lobo manso y motero. Que siempre lleva su chupa de cuero negro y unas gafas progres, porque es coqueto y le gusta maquillar su diferencia de edad.Caperucita ha crecido, al igual que todos nosotros, que ya no somos los lindos niños de cuando nos leían ese cuento. Por eso os voy a contar un pequeño secreto y es que la pobre quedo un poco trastornada con las trastadas del Lobo y aún hoy conserva ciertas manías persecutorias, que no tienen mayor importancia porque su lobito la deja hacer todo de todo. Al fin y al cabo el señor lobo se siente culpable de las pesadillas y los insomnios de su Caperucita.Ella ahora trabaja, de camarera en un burguer, a tiempo parcial y él en su taller mecánico, de ahí el apodo por el que le conocen sus amigos de lobo "ferodo”. Ya que como todos sabéis el ferodo es un material superduro, formado por fibras de amianto, con el que se recubren las zapatas de los frenos.
A don Lobo siempre había soñado con ser su propio jefe así que con unos cuartos que que les dejo en herencia la abuelita ha montado su propio taller, donde entre arreglo y arreglo va tuneando su propia moto de diseño. Ahora que el pobre señor lobo feroz ya no ruge como antaño, le queda el consuelo de que todavía puede hacerlo poniendo su moto a rugir a muuuchas revoluciones.Cada fin de semana Don Lobo recoge a Caperucita cuando sale del trabajo. Y con su cestita de mimbre, toda llena de viandas y vino de las mejores cosechas se dirigen a casa de sus colegas los tres cerditos del cuento.
Que por cierto también han crecido y se han hecho inseparables del lobo porque no le guardan rencor por haberles dejado sin casa en varias ocasiones. Porque ya recordareís que les volo su casita de paja y que cual piromano les prendio fuego a otra. Bueno volviendo al tema, que ahora son amiguetes y desde allí todos juntos marchan de botellón a un descampado cercano.Antes podían ir caminando para verse, pero desde que los cerditos consiguieron una vivienda en las afueras, ya apenas salen de casa. Vaya a ser que surja algún vendaval o que el bosque cercano se incendie, y no se encuentren cerca de su casa.De hecho ahora los incendios forestales ya no unen tanto como antaño. Cuando Caperucita era pequeña cada vez que se incendiaba un trozo de bosque todos los animalitos acudían a ayudar con sus cubos llenos de agua.
Y siempre estaban en deuda unos con los otros, porque eso de que te salvén la casa “une mucho a las familias”. Y todo el pueblo era una gran familia, siempre dispuesta a ayudarse mutuamente y siempre en continua deuda generacional. Que nunca quedaba saldada porque algún incendio siempre había, aunque fuese provocado para calentar las relaciones que se hubiesen enfriado.Pero ahora en el bosque la gente se ha refugiado a cal y canto en sus nuevas casas de cemento con aluminosis, con sus ordenadores y sus videoconsolas por lo que aquello se ha ido convirtiendo en lo que ya parece una gran ciudad de esas en las que: “nadie conoce a nadie”.
Y cuando se produce un gran incendio todos miran para otro lado vaya a ser que les lagrimeen los ojos por las molestias del humo. Y si por el contrario se trata de un pequeño incendio pues van y prenden otros dos o tres focos más para que se expanda en condiciones y se convierta en el gran incendio forestal del Bosque Animado.Así que por estas circunstancias y según las reflexiones de Lobo Ferodo por desgracia en el Bosque Animado han pasado de la cultura del:“No quemes el bosque porque es de todos”A que la gente grite desaforada lo de:”El bosque es de todos…quema tu parte”Y colorín colorado este cuento nuevamente ha terminado. By Neuriwoman.