L a televisión vuelvo loco, tanto al sano como al enfermo, a quien se halla dentro de la misma y a quien se desespera por estar, a quien la mira con recelo y a quien se sienta frente a ella a disfrutarla todas la noches pero acaso, en este mundo posmoderno que hoy nos atrapa, me pregunto ¿Qué cosa no nos vuelve loco? La televisión no es culpable de las batallas campales que el noticiero de turno muestra a diario, ni de los BoBo (Burgués bohemio) que se pasean de un canal a otro por el solo hecho de obtener reconocimiento popular, ni de las paupérrimas comedias, ni de los plagios, ni de los reality´s repetidos y menos de sus participantes, no podemos echar culpa sobre lo que reflejan los programas políticos o lo que dicen sus recitadores de turno en los mismos, no podemos especular que la TV genera al galán tonto de telenovela ni argumenta sus historias. No, no podemos.
Me sorprendí cuando visité a un familiar y vi que en su habitación frente a la cama matrimonial le falta su tercer hijo, la “falta de objeto”, ese aparato que debía estar ahí. Pero ellos no lo tienen, tienen la falta pero no son culpables de eso. Menos la televisión. Una habitación sin nuestro artefacto (tampoco tienen computadora o radio y no es por falta de dinero) es posible sin embargo no pude dejar de preguntarme si la televisión carece de relación con ellos o ellos no se quieren relacionar con la misma. Algo esta claro, no se gustan, no hay piel. Seguramente no es la única familia con esta falta pero a mi me sorprende y fue un gran disparador de estos escritos – ya saben hacia donde dirigir sus criticas-.
¿De que hablamos cuando hablamos de televisión? ¿De ese artefacto que cada vez viene más slim, moderno, con buen sonido y una imagen tan real como la que ves desde tu ventana o del contenido que en el mismo se reproduce? O tal vez de todo aquello que se vive y se genera para realizar el producto que emite la TV: Sus obreros, sus actores, sus periodistas, sus productores, directores, iluminadores, maquilladores, técnicos, camarógrafos, sonidista, etc, etc, etc. Podemos pensar en el todo y hacernos los tontos, fijar que la televisión es todo y así elucidar sobre la misma o quizás logramos intentar desglosar sus partes, apartarlas, ubicarlas en el microscopio de la gente y radicalmente ser el juez y abogado de cada retazo que la televisión nos dio permiso para tomar.
En algún momento me atrajo la denominación “Mundo TV” para hacer referencia al todo y así introducir en la misma bolsa al que tenga gen televisivo. Sin embargo, hoy, pienso que la televisión es de todos, de quien la mira y la disfruta y de quien la produce, por lo tanto estaría cayendo en el reduccionismo de pensar que el mundo TV en realidad es el mundo y todo esta rueda volvería a empezar olvidándonos de la televisión y convirtiendo estos escritos en ensayos antropológicos, sociológicos o psicológicos según como quiera encarar un supuesto análisis del mundo en que habitamos. Consecuentemente decidí situar a la televisión en sus partes, cuajar cada una de las mismas, si es posible, para volverlas a unir. Para lo mismo me tomare el atrevimiento de utilizar a aquellos pensadores “modernos-pos-modernos” que ubicaron a la televisión en su cabeza, ejemplificare mediante los productos televisivos, nuestras series, o reality´s y así disponer de un saber que hasta el momento se encuentra acéfalo pero con muchos pares dando vuelta.
“La mayor parte de la gente establece con su televisión una relación singular Y para decirlo de una vez, bastante estúpida. todos pretenden detestarla, la critican, la abuchean, pero pasan tanto tiempo denostándola como mirándola… según ellos, saldría de la pequeña pantalla un flujo perpetuo de abyecciones y de ignominias, pero no se pierden ni una migaja , apoltronados, abatidos, ante sus aparatos se instalan para la transfusión al fin de la jornada de trabajo. Que yo sepa, la extinción del instrumento diabólico también es una posibilidad. Amenos que no se lo tenga.” Michel Onfray “de una servidumbre voluntaria”
Amada y criticada pero vista, es decir “Señor, los perros están ladrando. — Tranquilo, Sancho, es señal de que estamos cabalgando.” O caminando, en auto o en bicicleta todos corren esta carrera hasta el control remoto día a día como Onfray bien lo dice: La televisión y el humano tienen una relación tan singular que no existe odio ni mal que la pueda separar. Es claro y simple el párrafo de Onfray, como describe nuestra relación con la televisión, nos marca las estupideces que podemos llegar a cometer mientras miramos televisión y nos demuestra que si bien hay hambre de una buena historia escrita y encuadernada el mejor tentempié siempre es ese monstruo cuadrangular que emite sonido e imagen en movimiento.
La televisión muestra lo que queremos ver, cientos de canales para elegir cuan Shopping brindando infinitas opciones desde deporte pasando por actualidad, programa de cocina hasta series y novelas, en fin, hay para todos los gustos en la Televisión y quejarse de lo escueto de la misma tan solo nos refleja la instalación de la queja constante en el cuerpo, que si la cola del peaje tarda mas de lo habitual, si la viejita del supermercado tarda miles de horas en sacar sus moneditas para pagar su merienda o si la tarada del banco se queda hablando sobre su vida sin llamarnos, todo es queja y obviamente que en esta relación singular que tenemos con la televisión los quejosos introducen sus lamentos como en sus calles sin darse cuenta que aquello que vemos no es mas que nuestro reflejo, nuestra mediocridad dentro de la pantalla y porque no, nuestra queja en movimiento y con colores.
D’où venons nous? Que sommes nous? Où allons nous? (¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos?) Son estos tres interrogantes los que tiempo atrás se hizo Paul Gauguin y así lo represento en su arte, en el lienzo de forma mágica en su Tahití amada. Él transformó en primera personal del plural estas preguntas que todo aldeano de ese país hace al visitante que se le cruce en el camino, pinto un cuadro y así lo denomino. Ahora bien, si me dejan, oso utilizar el titulo de esta obra de arte que podrán apreciar en el museo de bellas artes de Boston para demostrar el lugar que tiene la televisión en nuestras vidas.
¿De dónde venimos? Sin lugar a dudas hoy en día podemos ver como cualquier niño de dos años maneja una televisión, una computadora o celular. 80 años atrás esto no se hubiese imaginado. Y venimos desde esa época. En 1927 se asomaban las primeras transmisiones pero su evolución fue lenta como todo caracol desconcertado sin destino. Llego el color, la ficción, el HD, el Soundrround y la calidad de las emisiones cambiaron pero su contenido no. Como siempre, como la literatura, como en el teatro y la música, se refleja aquello que se vive y eso no cambio. De ahí venimos, casi un siglo atrás, intentando reflejar nuestras vidas sin darnos cuentas, emitiéndolas en el canal popular y volviéndolas a ver. Venimos de la era de la televisión no de Internet (dejemos ese espacio a nuestros hijos), venimos de la alegría de ver algo en color, venimos de ver a nuestros padres juntar monedas tras monedas para entretener nuestras cenas por que de ahí venimos: Una cena sin TV no es una cena.
¿Quiénes somos? Somos aquellos trastornados que peleamos a muerte por un control remoto, que no vamos al baño por miedo de perdernos alguna escena, mantenemos el lugar ganado al otro, somos los que vamos a la casa del vecino por que en su TV se ve mejor tal o cual evento importante, somos los que cuando se corta la luz no sabemos que hacer, somos lo que aprendimos a cambiar el tubo y que sabemos que ya eso no existe, somos los que diseñamos nuestro hogar alrededor de ese aparato, eso somos. Por eso algunos nos llamas idiotas sin saber que así se están llamando a ellos mismos porque todos somos animales de la TV, consumimos sus canales, necesitando ese alimento. Eso somos.
¿Adónde vamos? Algo adelanté. El ejemplo mas claro son los llamados nativos digitales. En esta época, la televisión, aun vigente, pierde millas contra Internet que en cierta medida roba sus funciones. Los niños, nuestro futuro, utilizan estos medios con sabiduría envidiable. Todo lo digital, lo informático, los nuevos televisores, la nueva tecnología que la posmodernidad nos despoja y nos obliga a comprar, a absorber en la era del consumismo extremo gana terreno y alimenta a los niños de las sociedades capitalistas. Obviamente la televisión, reina del consumismo, vive para el mismo, nos enseña que tenemos que ver a nuestros hijos, nietos o sobrinos para saber hacia donde vamos. Y, lamentablemente, tengo que advertirles una cosa: La televisión desaparecerá. La televisión como hoy la conocemos, como nuestros muertos la han disfrutado desaparecerá. Hacia allá vamos, porque desde ahí venimos y eso somos querido Gauguin.
Y así y todo la televisión sigue siendo muy cuestionada, sobretodo en tiempos de híper intelectualismo y racionalización idiota en donde se cree que el contenido de la misma es basura esperando ver grandes manifestaciones artísticas o científicas sin darse cuenta que la TV sirve mas que nada para entretener, tanto a la plebe, a “los cabezas”, a los pitucos como al jet set. La televisión entretiene y esa cualidad es con la cual prefiero quedarme. Es por eso que todavía deseo que aquel familiar algún día tenga ese aparato en su habitación y sueño que todos veamos televisión como puro entretenimiento sin agregarles funciones que le son imposibles de cumplir porque no le pedimos al medico que realice los planos de un edificio ni al arquitecto que opere del corazón. No seamos ingratos con la televisión, no le exijamos lo que no es. La Televisión es entretenimiento puro y por eso vemos televisión.
Continuara…