Capítulo 4. Amigos o enemigos

Por José Bau Giménez @Jose_Bau_

—Eso es inaceptable —protestó Robert—. Y supongo que por eso has comunicado con alguna de las empresas de tu familia y les has enviado instrucciones de fabricar nuevos equipos… ¡Pese a que te comprometiste en lo contrario al acceder al puesto!

—En las ciudades empezara a notarse la falta del fluido eléctrico —continuó José sin hacer caso del comentario de Witchmapell—, los equipos de transmisión de datos y las estaciones de la red, empezaran a dar los primeros errores de conexión, otras aun seguirán con el mensaje de en proceso y reintentándolo. En las estaciones secundarias menos cargadas empezaran a llegar los errores de la supuesta reserva, se preguntara si se prueba con otra mientras se reintenta…

Siguió desgranado una situación de desastre total al quedarse sin las comunicaciones y sin la mayoría de centros de decisión que dependían de las inteligencias artificiales. También avisó que, pese a la prohibición de implantes y similares en todo la Unión, un cinco por cien de la población estaba tan enganchada a la Red que habrían suicidios al pasar más de tres días sin ella. Robert y Kalinga empezaron a protestar.

—Naturalmente —cortó José— nuestros equipos tienen los discos de recarga para cada estación preparados. Pero para ello es preciso acceder a ellas y eso no siempre es fácil.

—Con lo cual —prosiguió Nadia— pasaran de tres a cuatro horas antes de que se pueda tomar cualquier decisión. Más aun, a falta de instrucciones y comunicaciones desde arriba, cuando nuestros equipos lleguen les dejaran paso libre.

—No. —respondió Kalinga—. No se puede entrar en ellas, al menos en la Federación y demás países de la CEI, salvo un Anochecer industrial personal concreto y autorizado y aun así es un protocolo lento.

—Os las instalamos nosotros ¿recuerdas? —le respondió Robert—. El método es el mismo.

—Sí. —aceptó José—. Por eso necesitamos de vuestra colaboración. La tuya, para las estaciones de la federación Rusa. —Señaló a Kalinga y luego apuntó con el dedo a Robert—. Y la tuya para las fuerzas armadas de la Unión. Solo con autorizaciones vuestras y habiendo firmado el contrato los equipos de Fénix Rojo podrán sustituir los router por unos a prueba del virus que se va a liberar.

—Bueno ¿y luego qué? —insistió el general—. ¿Has pesado como salir de ahí?

—¿Y quién necesita salir? —repuso José—, o mejor dicho ¿quién necesita entrar? Cierto que tenemos algunos equipos preparados por si hay que intervenir en alguna estación pero en general actuaremos a través de Fénix Azul, es decir a través de la red. Y los agentes que entren son prescindibles, por si hay algún error.

—¿Vas a enviar gente a la muerte después de cerrar la red? —se enfadó Robert—. ¿Y eso para qué?

—Y la Federación Rusa —añadió Trechnova—, o los Estados Unidos de América, no aceptarán que otros, que Europa en concreto, controle sus estaciones de reenvío. No podréis parar nuestra red y reiniciarla bajo vuestro control.

—Y… ¿Quién te ha dicho —replicó José— que este proyecto es de la Unión europea?

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Bueno he vuelto. La verdad es que debía de haber escrito esto para la entrada anterior, pero como esa ya la tenía revisada y actualizada y solo faltaba subirla, lo dejé para esta ya que eso podía hacerlo con relativa rapidez.
Ahora ya he revisado un nuevo trozo, más de lo que parece, mucho más porque veréis que si lo comprarais con lo publicado hace mucho en fanfiction.es hay mucho trozo que desaparece, ya que he decidido eliminar algunas páginas que no aportan demasiado y dejar lo más esencial.

Ahora espero vuestros comentarios.