El hecho de cambiar la temática de los artículos que escribía, pasando de un blog meramente personal a un blog donde explicaba curiosidades históricas o del mundo que nos rodea, me hizo ganar una audiencia que de otra forma no tenía. Las visitas pasaron de unas pocas decenas a ser de algunos miles, dependiendo del tema del post que publicase. Algunos de ellos, sobre todo los que tocaban temática hospitalense, se hacían virales, lo que me marcó, a partir de aquel momento, la línea editorial a seguir. Sin embargo, ello no impedía que, de vez en cuando, volviera a las andadas y utilizara Memento Mori para expresar mis opiniones personales o las vivencias que me hacían rodar la cabeza. Y cuando me enteré que, en plena crisis inmobiliaria, detrás de casa pretendían hacer una promoción de pisos que afectaría a los últimos 125 metros que quedaban en L'Hospitalet del histórico Canal de la Infanta no pude, por menos, que utilizar mi blog para dar a conocer esta infraestructura crucial en el desarrollo histórico de la ciudad ( ver El Canal de la Infanta o la trascendencia histórica de un patrimonio olvidado). Una infraestructura de casi dos siglos de antigüedad (ahora ya tiene 205 años) que parecía que nadie conocía y, lo que es peor, nadie parecía tener en cuenta.
Así las cosas, el 13 de marzo de 2011 escribí un artículo ( ver Canal de la Infanta: Memoria histórica en estado terminal) en que criticaba la construcción de pisos en plena crisis, y explicaba la existencia de los restos del Canal de la Infanta, así como su importancia histórica, no tan solo para L'Hospitalet sino para todo el Baix Llobregat y Barcelona. Y como cuando estoy indignado, no me para ni Cristo, decidí enviar el texto del artículo por correo electrónico al ayuntamiento, a todos los partidos de la oposición y a unos cuantos medios de comunicación; si lo enviaba solo a alcaldía, lo más normal es que se lo pasasen por el arco del triunfo, pero si periodistas y otros partidos estaban en copia y lo recibían también, ignorar una misiva que daba carnaza a la oposición y a la prensa se volvía en algo, como mínimo, arriesgado. Dicho y hecho.
Una vez enviado, el silencio fue atronador. Tan solo la agrupación de L'Hospitalet de Esquerra tuvo a bien de contactarme y de interesarse por el tema, por lo que parecía que el asunto tendría más bien poco recorrido. No obstante, el 9 de junio, casi tres meses después, el Ayuntamiento de L'Hospitalet tuvo a bien darme una respuesta: el canal no se podía salvar. La misiva, amén de peregrina y llena de circunloquios, tenía un cierto aire paternalista que me puso a mil. ¿Tres meses para una respuesta en que me explica la historia que yo les había contado y, encima, para decirme de buenas maneras que no les salía del mondongo preservarlo? Por ahí no pasaba.
Encendido como un misto, escribí en Memento Mori un nuevo artículo ( ver Canal de La Infanta en L'Hospitalet: Unos restos que molestan.) en que exponía lo que había recibido del ayuntamiento y daba una respuesta a lo que me decía. Por aquel entonces yo seguía diversas páginas de Facebook dedicadas a la historia de L'Hospitalet, por lo que había hecho amistad con gente que estaba interesada en el tema del Canal y que no dudaron en apoyarme. No obstante, lo que vino después fue -con permiso de Putin- una auténtica bomba nuclear.
La indignación que llevaba encima me hizo cargarme la responsabilidad de la reivindicación a las espaldas y sin dudarlo mucho, creé el 23 de junio de 2011 un grupo de Facebook llamado " Protegim el Canal de la Infanta" que en muy poco tiempo consiguió mas de 1.500 seguidores. Tal éxito de convocatoria hizo que, espoleado por el improvisado grupo que habíamos formado, convocase una reunión el día 28 de junio en la Casona Asturiana de la Rambla Just Oliveras (edificio del Banco Hispano Colonial, hoy ocupado por La Sureña) para hablar del tema y de los movimientos que teníamos que llevar a cabo. Una reunión que, de forma sorprendente, fue noticia en la desaparecida y llorada Ràdio L'Hospitalet incluso antes de que se celebrase.
Esta primera reunión hizo que nos juntáramos particulares, entidades y representantes de todo el espectro político preocupados por el futuro del canal. Un servidor, tomando el rol de portavoz del grupo al cual dimos el mismo nombre que el de Facebook, hicimos piña y, con un empuje y una capacidad de trabajo asombrosa, nos empezamos a mover para salvarlo.
La movilización pronto llamó la atención de los medios de comunicación. Ello hizo que, gracias a que mis compañeros hicieron un "simpático" mutis por el foro, me encontrara concediendo entrevistas a diestro y siniestro para la prensa, la radio y la televisión, no solo la local, sino de ámbito generalista (Catalunya Ràdio, TV3, La Vanguardia, ABC, La Razón, Punt-Avui, ACN, EFE...). Paralelamente, nos pusimos en contacto con Dios y su padre que pudiera darnos apoyo, convirtiendo una reivindicación local en algo que afectaba a todos los pueblos por donde pasaba el canal, ya que la memoria de esta infraestructura estaba en peligro en todo su trazado. O lo que es lo mismo, que movilizamos a entidades de defensa del patrimonio de 6 municipios (incluida Barcelona) pertenecientes a dos comarcas diferentes, convirtiendo "Protegim" en una plataforma supramunicipal.
El cariz mediático que tomaba el asunto -que incluso nos llevó a organizar, el 25 de julio de aquel año, una manifestación por el centro de L'Hospitalet a la que asistieron un centenar de personas - puso los pelos como escarpias a la administración, lo que permitió que tuviéramos varias reuniones con el Ayuntamiento, con el Consorcio de Reforma de la Granvia y la Generalitat. Unas reuniones en las que, quitándose las pulgas como podían, nos repetían que no se podía hacer lo que pedíamos. Explicaciones que, evidentemente, no nos complacían y que nos llevó a llevar una moción al pleno del Parlament de Catalunya instando a la declaración del Canal de la Infanta como bien cultural de interés nacional. Moción que fue aprobada con el apoyo de todos los partidos con representación parlamentaria.
En conclusión -y para no enrollarme más de la cuenta, que la historia tendría para hacer un libro-, el Ayuntamiento cedió. No conseguimos lo que queríamos que era, básicamente, que la zona se convirtiera en una zona verde, pero forzamos a un replanteamiento del proyecto existente. Se redujo el número de pisos a construir, la traza del Canal se respetó y el puente que lo atravesaba se mantuvo (reconvertidos en un arco de triunfo y una calzada romanas del siglo XXI, eso sí). Donde en un principio la administración decía "no se puede salvar", después de nuestra movilización resultó ser que sí se podía salvar. Una situación que demuestra fehacientemente que los ciudadanos tenemos más poder del que pensamos cuando nos unimos y trabajamos con cabeza.
Yo, por mi parte, situado en el ojo del huracán de esta polémica, desaparecí durante más de seis meses del blog que había sido la espoleta de toda la movilización. Para más inri, el trabajo no daba el más mínimo respiro en una situación de crisis económica atroz que no había manera de remontar y que acabó por colapsar a mediados del año 2012. Colapso que le dio la vuelta a mi vida como si fuera un calcetín y que me hizo pasar la peor época que he vivido nunca...
...como os explicaré oportunamente la próxima semana.