Capítulo I: Mientras se permanece inaccesible...

Por Aletaubas
Hace exactamente dos años, Octubre 2008, encontré en Facebook, casi de casualidad, una desconocida llamada Solana. Me llamo la atención por sus ojos azules, único rasgo que se dejaba ver en una foto de su perfil.
Hasta aquí no era más que una entre tantas, pero mientras conversábamos me comentó que era azafata. Como sabrás, por haber sido piloto, cualquier cosa que me traiga algún tipo de recuerdo o conexión con ese estilo de vida... en fin.
En su perfil había pocas fotos, casi todas volando, con muchos cambios de aspecto y nadie a su alrededor. Pocos amigos, un muro sin actividad y escasa información personal. Cada tanto un tal Marcos le dejaba comentarios públicos medio románticos y hasta algo cargosos. Daba la impresión de ser una historia activa y reciente. Tal vez será el novio, pensé.
Al principio no le prestaba mucha atención, pero si la veía online la saludaba de tanto en tanto. Las primeras veces me pareció medio básico el diálogo. Yo siempre buscando alguna pregunta/respuesta filosófica y la mina apenas entendía porque era tan rebuscado en una mera charla casual. Situación que cómo sabrás, me suele pasar seguido.
Cuando empezamos a conversar vía Messenger resultó ser más divertida. Le aburría mi filosofía pero tenía mucha picardía. Lamentablemente volaba seguido en internacionales imposibilitando un diálogo más fluido. Cada dos o tres días de charla desaparecía otros 3 o 4.
En esa época aún trabajaba en Personal. Estaba en el medio del proyecto con toda la ansiedad de ser independiente. Sin embargo, ya se había empezado a demorar. Tené presente el proyecto duró en total duró tres años y para Octubre 2008, ya había pasado más de un año y medio.
O sea, para ponerte en contexto, mi situación en aquel entonces era una crisis profesional importante dónde se mezclaban todas las alternativas posibles. Ir todos los días al centro, el caos del tránsito, ascender, ganar más, pedir vacaciones… La empresa era copada pero mi mente estaba en otro lado. Y en el medio esta mina Solana, hablándome de sus escasos cuatro vuelos mensuales con destino a Roma, Miami, Madrid, Auckland, etc. Charlar con ella era recordar mis sueños de pendejo y la otra vida que podría haber elegido llevar. El mundo de Solana era como una utopía versus la situación ordinaria de un joven analista en pleno sacrificio.
Además se mostraba con mucha libertad. Era una vida sin domingos ni lunes. Todo rotaba, cambiaba y las responsabilidades eran mínimas. Los viajes abundaban al igual que la paz. Encontrarte con una persona despreocupada, que disfruta hasta del desayuno en total armonía, era realmente escaso y atractivo.
Pasaron algunas semanas y empecé a presionar. Quería conocerla más. Así que un mediodía del trabajo, recuerdo que le pedí insistentemente que habláramos al menos cinco minutos por teléfono. Luego de mucha insistencia accedió pero con una condición. Cómo desconfiaba de mí por ser un extraño, me dijo que le iba a pedir el celular a la mucama unos minutos para que la llame. ¡Qué boludo yo qué me creí esa historia! Pero bueno, no suelo desconfiar sino hay un motivo para hacerlo. En este caso, me parecía válido y decidí creerle. Total, en definitiva, me daba lo mismo de quién era el teléfono. Lo que quería era escucharla.
Recuerdo que la llame y ya su voz me expandió la atención. El tono exacto de mujer. Muy femenina, delicada y a la vez divertida, espontánea... Yo, como siempre, ataque con mucha seguridad y extroversión aunque resultó ser inmune a mis armas. Se reía conmigo pero no pasó más de ahí. Fue más largo de lo que esperaba, pero breve al fin. Lo justo y suficiente.
Agregarle personalidad a una imagen a través de su voz fue mucho más poderoso de lo que pensaba. He conocido personas de todas las formas perdiendo cualquier tipo de temor. Menos que menos a generarme falsas expectativas. Por eso, luego de ese primer diálogo, me di cuenta que esto podía llegar a ser mi perdición. Era como un combo perfecto entre la belleza exterior de algunas fotos y una personalidad que desbordaba seducción, misterio y astucia. Me llenó de intriga y a la vez me desafiaba.
Llevaba más de un año de mi separación y sentía que el duelo me dejaba libre de una vez. O por lo menos en libertad condicional. Para colmo iniciaba el verano, época que pone en jaque a todas las personas, solos y en pareja. En mi opinión, es el momento del año dónde se testean todos los compromisos. Entre Octubre y Diciembre nos ponemos coquetos e histéricos. La vanidad florece, la gente empieza a salir, hay quinientas fiestas de fin de año, aún no empezaron las vacaciones, el sol borra todos los defectos… Es un mix dónde todos queremos gustar y enamorarnos. Encontrarme un desafío en Octubre era como un chocolate para una mujer deprimida (y no deprimida también).
En el Messenger la veía poco. Me resultaba raro. Este Marcos no paraba de dejarle mensajes en el muro de Facebook, lo que me rompía un poco las bolas. Sin embargo, era tan goma lo que escribía, que tampoco me preocupaba mucho. Parecía un perro en celo marcando territorio. Las señales de inseguridad me demostraban que la mina no estaría servida. No es que lo quiera bardear, pero me parece que hay un lugar más íntimo para expresar lo que uno siente. Sobretodo cuando implica exponer a otro.
No pasó mucho tiempo que volvimos a hablar por teléfono. Yo estaba en el Tigre en la casa de un amigo disfrutando un gran fin de semana. Recuerdo que se conectó, me saludó y otra vez empecé a insistir con el llamado. Se resistió un poco pero finalmente accedió “otra vez” a que la llame al teléfono de la mucama.
De esa conversación solo recuerdo dos cosas: La primera es que le pregunte si estaba enamorada, a lo que me respondió que no. Como siempre, yo omnipotente, me suele importar muy poco si la mina está o no en una historia, tiene novio o está casada. Lo único que me interesa es si frontaliza estar enamorada. Con el tiempo he aprendido que el amor es una variable independiente al compromiso de dos personas.
A partir de los 25 años siempre hay alguien dado vueltas en nuestra vida. Nunca estamos completamente solos. O estamos de novios, o casados, o con un amante, o con un amigo con el que cogemos de vez en cuando, o amo y no me aman, o me aman y no amo, o me veo con mi ex, etc., etc. Siempre hay algo o alguien. Preguntarle a una persona si está en pareja me resulta una obviedad, entonces simplemente me limito a lo que importa: Qué tan comprometido está su corazón, no su cabeza. En base a esa respuesta, decido que pretendo de una determinada persona.
Ella contesto que no, o sea que si tenía algo con Marcos o no, daba lo mismo. Y aunque estuviera enamorada, sino me lo reconocía es porque de alguna manera me quería retener ahí. Así que incluso en ese caso, tampoco era importante.
Lo segundo que recuerdo es que mencionó algo con respecto a su altura. Como yo no soy muy alto, no es un dato menor para conocer a alguien a ciegas. Además, las azafatas no suelen ser bajas. No recuerdo bien que dijo, pero fue algo como: “Soy super abierta pero lo único que mucho no me banco es que sea más bajo que yo”, haciendo referencia a los hombres.
Ese es un comentario de mina alta. Lo he escuchado muchas veces, pero nunca de una mina por debajo del metro setenta. Igualmente ahí quedo.
Ya con una segunda conversación me di cuenta que a pesar de no ser tan vulnerable, se entretenía conmigo. La química que se generaba en el diálogo era constante. Era difícil sacarle información personal, siempre evadía, pero aunque estuviéramos hablando del hecho más casual, siempre había provocación y entretenimiento.
De lo poco que iba relevando, recuerdo que vivía en San Isidro (como mucha gente relacionada a la aeronáutica), que tenía o estaba por cumplir 30 años (2 menos que yo en ese momento), que vivía con los padres a pesar de tener su propio departamento inhabitado (ni siquiera con inquilinos), que no tenía hijos, que había estado de novia con alguien que le rompió el corazón hace algunos años (como a casi todos) y que tenía varias hermanas y un hermano.
Uno de los hechos que rompieron algo de distancia entre los dos, fue tener un ex que había ido al mismo colegio que yo. Obviamente ocultó su identidad, pero evidentemente por estar relacionados de alguna manera, me dejo de ver tan “extraño”. Andá a saber que tan cercano o no sería. Viste que en nuestro colegio nos conocemos todos. Incluso hasta 5 o 6 años mayores.
Así fue como empezó mi historia con Solana. Un juego más con una extraña de internet que comenzaba a tomar una dirección poco común. Una mina distante que se prestaba a jugar también pero desde un lugar inaccesible. Como dice la frase: "Es fácil hacerse admirar..."
Con el paso de las semanas y como no cedía a darme ni siquiera su celular, le di el teléfono de mi casa y con algo de convencimiento me empezó a llamar a ella. Hasta aquí todo era impulsado por mí. Como mucho me saludaba por la compu. Luego era yo quien buscaba filtrarse por dónde hubiera espacio.
La cagada seguían siendo los vuelos. El ritmo inconstante de los diálogos estiraba y lentificaba conocernos. Las pausas de tres a cuatro días hacían frío. Igualmente, en mi caso, sabemos que todo lo que me hace sufrir o esperar un poco resulta suspenso vital para mis fantasías. Pero en lo que tiene que ver con el ritmo normal de una historia, las postas terminaban siendo un obstáculo.
Cuando se iba, solía escribirle algunos emails. Mandaba un par y si no había respuesta aguardaba. En general cosas breves y más que nada imágenes adjuntas que resultarán simpáticas y descriptivas de nuestras formas. Por compartir diálogos basados en “quién cae primero”, todo tenía una connotación más del tipo juego de cacería más que un ritual romántico o drama de seducción/pasión profunda.
Hasta que un día comenzó a llamarme sin necesidad de pedirle más. Se encontraba con mis emails y en lugar de contestarme, me hacía sonar el teléfono en cualquier momento al azar. Me encantaba. Finalmente habíamos cruzado el umbral dónde todo dependía de mí. Este suele ser el punto dónde pasas a existir en la vida de la otra persona. Cuando salís del anonimato. Deja de ser necesario recordarle tu existencia al otro cada vez que queres relacionarte para que proactivamente comiencen a buscarte. Te impregnaste en su mente para ser “alguien” en su vida.
Lo correcto en estas situaciones es retroceder un poco. De esta forma podes evidenciar cuánto están dispuestos a avanzar por ti. Dado que durante dos meses el único generador de movimiento era yo, había que nivelarlo de alguna manera. Caso contrario, perdía sentido. Las relaciones no viven cuando el movimiento es generado por uno solo. Y si tienen la desgracia de perdurar, será a costa de la infelicidad de alguna de las partes.
Por suerte Solana empezó a buscarme. Me llamaba y si yo me colgaba (o especulaba) en demostrarle mi atención, la demandaba. Sentía que estábamos en excelente camino. Lo único malo es que yo no tenía libertad plena de acción como ella. Dado que no tenía su celular, a la casa de los padres no la iba a llamar y volaba la mitad de la semana, mi vía de comunicación no era directa, en cambio la de ella sí. Cuando quería me encontraba.
Incluso si me llamaba a mi casa y yo no estaba, me llenaba de mensajes el celular desde la página de Personal. La muy guacha me escribía desde la web, ya que tiene la posibilidad de mandar SMS gratis a los usuarios de Personal sin revelar tu identidad. Firmando “Sol” era suficiente. El número de teléfono que figura cuando recibís el mensajito es un +8453…. Siempre un paso adelante estaba. Al menos en cuestiones de invisibilidad.
Así me tuvo casi hasta fin de año (2008). Y yo me deje llevar. Hasta un punto entendía que se tomara su tiempo en acercarse más pero ya habíamos ganado una determinada confianza que me empezó a sonar raro. Algo no estaba bien.