Vayamos a lo nuestro. En términos retóricos, claro está, daré rienda suelta a mi imaginación filosófica para definir las cosas que no tienen definiciones más que a través de lo empírico. Por eso ¿Qué es Nueva Zelanda? lo podríamos llegar a describir desde diversos ángulos. Algunos innobles dirán que es la meca, el paraíso de los viajeros principiantes, y no les faltaran razones para sostener esa afirmación. Otros, en cambio, se inclinaran por decir que sólo y tan sólo es un medio y nunca un fin. También estos atrevidos masticaran sus opiniones sin complejos de ninguna índole, y en ciertas ocasiones, coincidirán con los primeros, aunque los primeros nunca coincidan con los segundos. Los más ortodoxos (que no coinciden con nadie y nadie coincide con ellos, pero como los gatos, no les importa) dirán que Nueva Zelanda es su nuevo lugar en el mundo y que de aquí no los sacan ni a patada ninja. Las tres definiciones de por si son válidas y refutables a la vez. Paradojas de los países quizás, o de todas aquellas cosas que encierren sentimientos en sus manifiestos. El lector prevenido sabrá entender de qué hablo.
Lo que sigue es poner en mi discurso, o en mis manos, o en mi mente o en donde sea, que pienso yo de esto y de aquello. Para mí, y nótese cuanta importancia tienen estas dos palabras al comienzo de una oración, es el lugar dónde pude revelar mi verdadera vocación. El sitio que me dio la oportunidad de percibir con más detalle y minimalismo que la vida es finita, corta, fugaz, y que lo mejor es empezar a hacer todas las cosas que queramos en este momento. En mi caso particular, son muchas las cosas que quiero hacer en este momento, pero todas se podrían resumir en tan solo una: viajar. Caminar a través de la vida sólo aquellos senderos que me permitan alcanzar la felicidad. Nada más ( Only this and nothing more). Y cuando llegue el momento de partir en busca de otras felicidades, mirar para tras y agradecer por todo lo brindado sin exigencias. Despedirse con un abrazo y un beso y decir, hasta pronto mi querida amiga, te voy a echar de menos. Fuiste muy importante en mi vida y siempre te recordaré. Gracias por haberme mostrado el camino. Por haberme enseñado que lo "imposible" es una palabra inventada por quién sabe quién y por quien sabe qué propósito, y que le sobran las primeras dos letras. Eternamente agradecido estoy de que me hayas enseñado tu patio y me hayas invitado a comer en tu mesa y que me hayas alojado en tu propia cama.
Por eso Nueva Zelanda, nos veremos en otra vida, que quizás sea esta misma. Cuidáte mucho y cuidá a los que como yo vendrán en busca de una pequeña iluminación, ya sea para empezar a creer, seguir viaje o para convivir contigo para siempre.
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